BALANCE ANDALUZ

Moreno acusa la falta de pararrayos político en su Gobierno por las marchas a Génova

El presidente andaluz transita su mayoría absoluta en solitario y sin pesos políticos que le paren los golpes en su Gobierno tras la marcha de Bendodo o Bravo al equipo de Feijóo

Juanma Moreno de espaldas a su Gobierno

Juanma Moreno de espaldas a su Gobierno / Raúl Caro/ EPC

Isabel Morillo

Isabel Morillo

El presidente de la Junta de Andalucía se ha aficionado al alpinismo. Hace unos días, cuando se jactó de que posiblemente ningún Gobierno se había reunido en una cumbre tan alta como lo había hecho el andaluz, celebrando su habitual consejo semanal en Sierra Nevada, desveló esta afición por subir montañas. Un deporte de fondo duro y solitario. Escalar el Mulhacén, el pico más alto de la Península Ibérica, dura unas cuatro horas pero no está al alcance de cualquiera. Conlleva un entrenamiento de fondo y entre las recomendaciones que da el parque de Sierra Nevada figura la de hacer este ascenso con un guía y sabiendo que el éxito se cifra en un porcentaje del 71%.

Políticamente muchos pensarán que Moreno ya coronó su cima más alta el pasado junio, cuando las elecciones autonómicas le dieron una histórica mayoría absoluta que le catapultaron como el barón más poderoso del PP, pero el propio presidente andaluz ya dio muestras de que su meta no estaba en esa noche mágica para su partido sino en concluir con éxito los cuatro años de una mayoría absoluta. Él mismo admitió que podía ser un regalo envenenado si no se gestionaba con mesura, siendo consciente de la cantidad de voto prestado y temporal que había en ese más de millón y medio de papeletas que le dieron un triunfo rotundo en Andalucía y en su partido.

Mucho séquito

Los nueve meses que han pasado desde que Moreno anunció su nuevo Gobierno han mostrado a un presidente más hiperactivo que nunca, con una agenda siempre repleta de todo tipo de variopintos actos, y más solo que nunca, pese a estar siempre rodeado de muchísima gente que llenan todos los actos a los que él asiste y se esfuman en cuanto el presidente sale pitando hacia otro lugar para cubrir otra meta de su agenda. Una marabunta efímera que rodea siempre a Moreno y cimentan un modelo de gobierno presidencialista, sobrado de boato y sin contrapoderes en el que, curiosamente, el andaluz está más expuesto que en la anterior etapa, cuando caminaba de la mano de Cs y con necesidad del apoyo de Vox. “Nadie cambiaría este gobierno por el anterior eso es evidente pero que Moreno está más expuesto al desgaste que antes es una realidad”, admite alguien sentado en su Consejo de Gobierno. ¿Se puede tener una imagen menos moderada sin depender de Vox? La respuesta es paradojicamente que sí. ¿Se puede acusar más el desgaste de la gestión sin una pandemia tan grave como la del covid? De nuevo, contra lógica, sí.

Esa “sobreexposición” es fruto de la ausencia de un pararrayos político, como tenía en la anterior etapa con la figura de Elías Bendodo, el consejero de Presidencia que le paraba todos los golpes y que se fue a Génova a reforzar a Alberto Núñez Feijóo. También acusa la marcha de Juan Bravo, a quien han obligado también a dejar el escaño andaluz para dedicarse al cien por cien al área económica de la dirección nacional del PP. El papel de Bendodo junto a Feijóo está cada vez más difuminado y muchos se preguntan si la operación ha sido rentable para el PP, aunque el malagueño, al que el clan gallego señala como un ‘verso suelto’ en el equipo, siempre se muestra totalmente satisfecho con el cambio y en el equipo del presidente andaluz nieguen que su ausencia sea tan relevante y dan esa etapa por cerrada y pasado.

Sin centrocampistas

En el nuevo Gobierno de Moreno no hay centrocampistas que ayuden contener los avances del contrario y asistan para que la estrella del equipo meta goles. Moreno tiene todos los focos y eso puede ser bueno, admiten en su equipo, si no hay graves crisis que quemen al presidente, pero puede ser malo, si es el presidente andaluz el que apaga y pone la cara en los incendios, como ha ocurrido por ejemplo con la crisis de la sanidad.

Hay algo de ansiedad en esa programación diaria de Moreno, muy vinculada también a las elecciones municipales de mayo, y mucho de la soledad de la mayoría absoluta sobre la que tanto se ha teorizado, admiten en sus filas. La mayoría absoluta suele aislar a los partidos que la tienen y que dejan de necesitar alianzas o pactos con el resto para sacar adelante sus leyes y proyectos. Los partidos se encierran en si mismos y acaba tendiendo al absolutismo, por eso las mayorías absolutas suelen ser cortas y se dice que desgastan mucho. Administrarlas es complicado. Quienes viven cerca de Moreno admiten que quizás ahora al presidente le cuesta más conciliar el sueño que antes por más contradictorio que parezca.

Moderados e independientes

Moreno eligió a un portavoz moderado para su Gobierno, pensando en reforzar ese mensaje de centro sin radicalidad con el que ganó en las urnas. Por eso se decantó por una figura como la del exalcalde de Almería, Ramón Fernández-Pacheco y no por un perfil duro que sirviera de sparring para pararle los golpes. Por eso también se afanó por incluir perfiles independientes y poco políticos en su Gobierno, que aún hoy se adaptan a la gestión de sus carteras y pasan por las ruedas de prensa de cada Consejo de Gobierno sin dar ningún tipo de juego político ni mediático. Ni sus consejeros profesionales independientes ni el portavoz moderado y amable que eligió para evitar una imagen de soberbia de su mayoría absoluta sirven de paraguas al presidente andaluz. Los perfiles más políticos de su Gobierno serían los del consejero de Presidencia, Antonio Sanz, de Justicia, José Antonio Nieto, o de Inclusión Social, Loles López. También la consejera de Educación, Patricia del Pozo, o de Agricultura, Carmen Crespo, acumulan una larga trayectoria política. Sin embargo ninguno de estos nombres ejercen de guardianes de Moreno ni asumen protagonismo más allá de sus carteras. La suma de trienios en responsabilidades orgánicas o puestos políticos en el PP no han significado tampoco hasta el momento actuar como pararrayos político del presidente ni siquiera formar parte de un núcleo duro muy reducido.

El frente de mayor desgaste en estos primeros meses para Moreno ha sido la sanidad. La orden de tarifas para los conciertos con la privada, que abre la puerta a que se concierte por primera vez la atención primaria, provocó un incendio considerable que el presidente acabó gestionando en primera persona por delante de la consejera de Salud, Catalina García, con un perfil poco ducho en el trato con los medios. Moreno dio la orden de rectificar esa orden que activó todas las movilizaciones y puso en pie de guerra a los sindicatos, que siguen sin enterrar el hacha. Dio alas además al discurso de la oposición, que por fin encontró un enganche para hilar un frente sólido contra el presidente andaluz y su perfil moderado. El abuso de los contratos de emergencia, con menos controles y sin amparo legal en los últimos meses, ayuda también a la oposición a identificar a Moreno con la imagen de un presidente absolutista que elude los controles y el diálogo para beneficiar a determinados sectores económicos.

Pacto con los sindicatos

Moreno ha firmado su tercer acuerdo de concertación social con empresarios y sindicatos, un cometido que desde noviembre encomendó como prioritario a su núcleo duro y que no ha sido fácil. Los sindicatos admiten que las negociaciones han sido duras y han pivotado sobre el viceconsejero de Presidencia, Tomás Burgos, a quien una enfermedad grave de la que se recupera ha mantenido meses sin poder estar al cien por cien, algo que también se ha notado en el equipo del presidente. El consejero de Presidencia, Antonio Sanz, ha sido artífice clave de este pacto social a tres con sindicatos y patronal al que Moreno quería encomendarse convencido de que puede salvar así gran parte de la conflictividad social de los próximos meses en Andalucía, incluida la que se ha generado por el polvorín de la sanidad.

El otro gran asunto en el que se está evidenciando la soledad del PP de Moreno es Doñana, donde caminan de la mano de Vox en contra de la Unión Europea y el Gobierno de la nación para legalizar más terrenos de regadíos en el entorno del Parque Nacional en un momento marcado por una grave sequía. El presidente andaluz sacó mucho rédito y foco mediático de la supresión de patrimonio y su política de bajada fiscales, que marcó el arranque de su legislatura, pero la contraofensiva del Gobierno de Pedro Sánchez, con el impuesto a las grands fortunas, ha dejado este asunto reducido a un enfrentamiento en el Constitucional que abona la confrontación con el Ejecutivo de la nación y un debate ideológico en el que el PSOE, que acusa al PP de proteger a los ricos, se siente cómodo.

La consejera andaluza de Economía y Hacienda, Carolina España, mostró su colmillo político contra la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, pero finalmente el asunto también ha quedado en un enfrentamiento a dos entre la ministra y el presidente andaluz. Moreno ha sacrificado a otro puntal de su gobierno, la consejera de Fomento, para encomendarle la tarea de la alcaldía de Granada. Otro sacrificio por el PP pese a que la patronal de la construcción pidió que se repensara ese recambio. Las municipales del próximo mayo marcarán un punto de inflexión y abrirán una nueva etapa que dependerá mucho de los resultados que arroje ese 28-M y de la gestión de las expectativas.