MADRID

Así vive la 'jet set' latinoamericana que ha conquistado el 'Sojo' madrileño: "Pago de alquiler 5.000 euros al mes"

Cientos de latinoamericanos de alto poder adquisitivo, sobre todo mexicanos y venezolanos, se instalan en el precioso barrio de Las Salesas

Compran ropa en La Marca Well, de los Capriles, hacen ejercicio en Syclo a 25 euros la clase, y acaban las noches del fin de semana en el piano bar Tony 2

Los más jóvenes estudian en el Instituto de Empresa, donde el curso vale desde 20.000 euros, o en la New York University de Barquillo

El camarero del Llama Inn, un restaurante vanguardista de cocina peruana, sirve un cóctel en el restaurante.

El camarero del Llama Inn, un restaurante vanguardista de cocina peruana, sirve un cóctel en el restaurante. / ALBA VIGARAY

Dice Federico, argentino de unos 40 años, managing director de una empresa petrolera, que cuando se mudó a Madrid con su pareja dudaron de si ir a la sierra o buscar en la capital. “Decidimos acá porque es estar en Madrid sin estar en Madrid, es más moderno y más cosmopolita, está cerca del centro de la ciudad y tiene una buena oferta gastronómica”, asegura en el cruce de la calle Fernando VI con Barquillo, en pleno barrio de las Salesas, justo enfrente del Edificio Lamarca, el exclusivo proyecto de una de las familias venezolanas más poderosas de España, los Capriles. 

Es seguramente el epicentro de la que llaman o ‘El Sojo [con jota] madrileño’, después de que cientos de latinoamericanos de alto nivel adquisitivo, sobre todo mexicanos y venezolanos, hayan comprado en los últimos años pisos en la zona o estén viviendo aquí regularmente de alquiler, como Federico. El precio de la vivienda se ha disparado, de hecho, ante esta demanda de la diáspora del otro lado del Atlántico. “Yo pago 5.000 euros de alquiler por un piso de tres habitaciones”, cuenta Federico, que tiene en el barrio su propio grupo de amigos, con peruanos, "yanquis" o venezolanos, entre otros. “Hay muchos emprendedores que trajeron aquí su capital para invertir en el sector inmobiliario o directivos de empresas internacionales”, cuenta sobre un fenómeno que se extiende al barrio de Salamanca y que ha llevado al periódico económico especializado a bautizar Madrid como 'La Nueva Miami' por la cantidad de inversores latinos que están llegando a la capital.

La reforma de la antigua (y bella) fábrica de carruajes de la aristocracia en el siglo XIX de Lamarca, a cargo de inversores venezolanos, fue seguramente la primera piedra de la nueva tendencia de Las Salesas. En su interior acoge 26 viviendas de lujo, un restaurante de comida sana, Roots, y una tienda multimarca, Well, con marcas de lujo como Ecoalf, Caststore, Patagonia o Cassal o el prestigioso gimnasio Tracy Anderson Method, cuya franquicia en EEUU es frecuentada por Madonna o Jennifer Lopez. El nuevo edificio abrió hace cinco años y a partir de ahí comenzó una nueva era.

Luis Felipe y Beatriz regentan el bar restaurante Cafetín, un clásico entre la comunidad latina.

Luis Felipe y Beatriz regentan el bar restaurante Cafetín, un clásico entre la comunidad latina. / ALBA VIGARAY

"Vinimos porque nos lo recomendaron por el boca a boca, tenemos aquí a la hija estudiando", cuenta un turista mexicano que sale cargado de bolsas del Well, en cuyo interior se ve mucho latino. Son tal mayoría en el barrio que ya se han generado vínculos comunitarios. Aunque no es el único edificio que se ha rehabilitado en los últimos años: además del número 10 de la calle Fernando VI (Lamarca), el grupo inmobiliario venezolano Gran Roque ha reformado el número 19 de esa misma artería, el número 22 de la calle Barquillo y el 23 de la calle Piamonte.

Comunidad

"Hay cierta sensación de comunidad, sí. Tenemos clientes asiduos que, bueno, igual no se puede decir que son amigos, pero si tenemos cierta relación de cercanía", dice Luis Felipe, venezolano con pasaporte italiano que montó su negocio de hostelería, El Cafetín, precisamente hace cinco años junto a su mujer, Beatriz, venezolana de origen español que estudió en la Academia de Chefs de Milán. Ofrece un cuidado menú diario por 14,50 euros que cambia cada semana. "Cuando cogimos el local había muchas fincas en obras", detalla Luis sobre el resurgir de una calle -Fernando VI- totalmente en decadencia hasta la llegada de los Capriles. Su local, que cogieron en verdad "por casualidad", tiene las tostadas de aguacate más conocidas del barrio y ofrece, entre otras exquisiteces, arepas integrales -productos típicamente venezolano-.

Esta nueva comunidad que se ha creado tiene sus propios hábitos, muy marcados y que los diferentes grupos de amigos siguen casi milimétricamente. Entre otros, desayunan en Osom, una moderna cafetería argentina donde se venden alfajores, en la Duquesita, o Coco House, en la calle Campoamor, una cafetería brunch especializada en cocadas colombianas (batidos con coco) y en bebidas con açai, una suerte de baya amazónica "que está super de moda", cuenta Valeria, la encargada del establecimiento, que pocas veces tiene mesas libres y en el que paran turistas pero principalmente vecinos "mexicanos y venezolanos".  

Para hacer deporte van al gimnasio Syclo de Fernando VI, el centro de fitness de las celebrities nacido en México donde una clase vale 25 euros o hacen yoga en Hot Yoga de Barquillo, donde "hacía yoga Zidane", revela con cierto orgullo Federico. Para comer o cenar están de moda el uruguayo Charrúa, con un ticket medio de 60-70 euros, Los 33, una elegante parrilla de cuidada decoración que lleva abierta solo un año, pero es la sensación del barrio -no es extraño ver colas en la puerta los fines de semana- o la Llama Inn, un poco más abajo, en Conde de Xiquena. Es un restaurante peruano vanguardista nacido en Nueva York con cocina "bastardizada", con influencias Nikkei e italiana. Uno de sus ceviches -el de vieiras- fue elegido el año pasado mejor plato de Madrid por la Revista 'Time Out'. 

Imagen del edificio Lamarca, propiedad de los Capriles, que alberga un restaurante de comida 'healthy', una tienda de moda de 'alto standing' y un gimnasio de lujo.

Imagen del edificio Lamarca, propiedad de los Capriles, que alberga un restaurante de comida 'healthy', una tienda de moda de 'alto standing' y un gimnasio de lujo. / ALBA VIGARAY

"Ha tenido muy buena acogida, con una coctelería que va más allá del piscosauer", explica Lucho Cornejo, uno de los managers del local, que tiene capacidad para 65 personas y que combina publico español con latino, "gente entre 35 y 45 años". El coctel más vendido es el Llama del rey, una interpretación de la sangría que lleva chicha morada, ron, pisco, vino tinto, piña y pimienta rosada, además de uvas congeladas. Las noches de marcha de los más jóvenes suelen acabar en el Tony 2, el mítico piano bar que se ha convertido últimamente dado su público en una suerte de garito de la zona más fresa (pijo en mexicano) del DF. 

Negocios

La llegada de tantos visitantes y vecinos latinos ha transformado totalmente la clientela de los negocios de toda la vida. “Mira, aquí el 40% de los clientes que tengo son latinos que viven en el barrio, el 30% turistas y el otro 30% gente local”, admite un trabajador de una tienda de moda de la calle Fernando VI en la que una gorra vale 60 euros. “Principalmente, los clientes son mexicanos y venezolanos que tienen vivienda aquí y sus hijos igual estudian aquí, y son clientes”, asegura Juanjo, dueño de la tienda Sol and Roll, en la calle Campoamor, que montó el negocio hace seis años y ha visto cómo ha evolucionado el barrio, sobre todo en los "últimos dos o tres años", con la adquisición de numerosas viviendas por parte de inversores latinos. "Los locales y la vivienda cada vez están más caros". 

Interior de la parilla de Los 33, el local más de moda de Las Salesas.

Interior de la parilla de Los 33, el local más de moda de Las Salesas. / EPE

"Que yo sepa, hay al menos ocho edificios en el barrio que han comprado enteros inversores latinoamericanos para hacer pisos de lujo para alquilar o vender y que ahora están en plena reforma o a punto de empezarla. A una amiga mía que vivía en uno de ellos, en la calle Campoamor, ya le han dicho que se tiene que ir. Van a tardar meses en empezar la obra, y ella les ha dicho que puede seguir pagando su renta, pero les deben haber soltado tanta pasta que no quieren líos", cuenta Jesús, un vecino que asegura que ya solo queda de los comercios de toda la vida la Mercería Amos, en la calle San Lucas.

Por estas estrechas y preciosas calles, que han llevado a la zona a ser conocida como el 'little París', hay varios locales cerrados a la espera de reformarse. El bar 11', por ejemplo, en la calle Fernando VI, lleva clausurado un tiempo para acoger una tienda de estética de lujo. "Es algo rarísimo en el barrio, que un local que tiene licencia de hostelería se dedique a otra cosa", indica Jesús, que tiene un piso turístico en el barrio y que conoce bien el target que llega: "Son gente de alto poder adquisitivo y muchos viven en Nueva York o Miami, pero se han cansado de estar allí o se compra el piso aquí para venir temporadas. Es que Miami es muy grande y no salen del apartamento más que para ir al mall o a un restaurante. Aquí hacen vida, la ciudad es más simpática".

Turismo

Javier tiene una tienda de ropa de media-alta gama y admite sin pudor que los latinos salvan su negocio: "Es que el turismo europeo ha desaparecido con la guerra, por el tema energético. Gracias al turismo y la gente que se viene a vivir aquí nos mantenemos. Están invirtiendo mucho aquí porque es más rentable". "Mira", cuenta la empleada de American Vintage, una marca que se vende como "lujo asequible" y cuyas prendas medias oscilan los 100 euros, y que admite también que muchos de sus clientes son latinoamericanos de "clase alta".

Uno de los platos estrella del 'Llama Inn', cuyo ceviche de vieras fue nombrado el mejor plato de Madrid por la revista 'Time Out'.

Uno de los platos estrella del 'Llama Inn', cuyo ceviche de vieras fue nombrado el mejor plato de Madrid por la revista 'Time Out'. / ALBA VIGARAY

"Han comprado miles de viviendas, el precio es una burrada, pero para ellos no son caras", asegura un profesional de estética del barrio, que explica muchos son clientes del local le cuentan que han salido de sus países por "las situaciones de inseguridad" que viven, y asegura que conoce a varios jóvenes que viven en el barrio y estudian en el Instituto de Empresa, donde un curso académico cuesta más de 20.000 euros. "Nosotros tenemos muchos mexicanos que son clientes fijos que estudian en New York University que está en esta calle", cuenta una empleada de la Martinuca, en la calle Barquilllo, que ofrece productos típicamente españoles, como la tortilla de patata, y que tiene mucha clientela latina. Es el local donde los nuevos vecinos del barrio suelen llevar a las visitas, aunque también les llevan al Café Gijón, revela Federico. "Les gusta mucho".

Una subida del 70%

La diáspora latina ha hecho que el barrio viva un auténtico 'boom' inmobiliario. En los últimos ocho años, los precios de las casas han subido más de un 70%, según la plataforma de datos Fragua by Atlas Real Estate. Comprar una casa cuesta de media alrededor de 950.000 euros que, teniendo en cuenta la renta media de los ciudadanos allí empadronados, se necesitarían 50 años para poder pagarla. Los alquileres también se han disparado: mientras en 2015 se pagaba de media 1.300 euros por un piso de unos 100 metros cuadrados, ahora habría que desembolsar casi 2.800 euros, más del doble.

Aunque el sentir general es que el barrio ha mejorado mucho con su llegada, hay vecinos que opinan que se está yendo de madre y Las Salesas está perdiendo su esencia. "Madrid no es una ciudad de grandes monumentos, es amable, pero el carisma admite una serie de visitantes, pero si son más que los autóctonos, quedan solo los edificios, no la esencia de la ciudad", aprecia Jesús. 

Interior del restaurante peruano Llama Inn.

Interior del restaurante peruano Llama Inn. / ALBA VIGARAY

¿Qué busca la 'jet set' latina al comprar una casa?

Los latinoamericanos que compran casa en Salesas buscan prácticamente lo mismo que en el Barrio de Salamanca, su zona predilecta históricamente para instalarse. "Buscan un piso de dos o tres dormitorios, con una zona social amplia y cocina abierta con isla, habitaciones con baño en suite y vestidor, que esté en un edificio clásico y que sea cuanto más alto mejor. Por supuesto tiene que ser un piso exterior y si tiene terraza mucho mejor, aunque es muy difícil porque los edificios clásicos no la tenían. En algunos casos, se rehabilitan antiguas buhardillas, que se incorporan a la vivienda y se convierten en un dúplex. Lo habitual, sin embargo, es disponer de un pequeño balcón", explica Elena Jori, directora de Real Estate de la firma inmobiliaria Home Select. El perfil del comprador se diferencia del Barrio de Salamanca en que "es más joven, entre 30 y 40 años, hipster, artista y bohemio", pero que está dispuesto a pagar lo mismo.