Opinión | EL CUERPO EN GUERRA

El último chapuzón

Me resisto a pensar que el verano es otra anodina estación más llena de expectativas no cumplidas: somos campeonas del mundo y hemos demostrado que juntas podemos impulsar cambios reales

Numerosas personas se bañan en la Playa de la Misericordia (Málaga).

Numerosas personas se bañan en la Playa de la Misericordia (Málaga). / EFE/Daniel Pérez

El verano se ha acabado. Bueno, quedan los últimos coletazos, la cuenta atrás que tratamos de rascar siempre a lo que no queremos que acabe, porque sabemos que lo que viene no será fácil. La vuelta al cole sigue siendo el Año Nuevo de muchos; otros hace tiempo que dejamos atrás forrar libros pero seguimos teniendo presente esa mochila nueva que conseguimos que nos compraran aquella vez o el olor a lápices de colores por estrenar.

Yo me resisto a pensar que ‘the game is over’; creo que aún queda ese último chapuzón, escapada a la playa de ida y vuelta en el mismo día, verbena, concierto o lo que sea que nos haga sentir que estamos a tiempo de completar eso que nos recuerde que podemos rozar la felicidad, disfrutar de un último asalto o cambiar el sabor de este verano. No sé lo que es; supongo que cada uno intuye (o siente) lo que necesita o ansía para alejarse de ese sabor a fracaso que comienza a notar.

Puede que no, que en absoluto, que estemos deseando afrontar esta nueva etapa o aventura aunque vayamos a echar de menos tremendamente no madrugar. Quizás se trate precisamente de agarrarse a las sábanas estas últimas horas como si nos fuera la vida en ello, de un desayuno tardío, de ella o de él, que nos han devuelto el sentido de todo y de los que queda nada para separarnos... Sea lo que sea, me resisto a pensar que el verano era esto simplemente, otra anodina estación más llena de expectativas no cumplidas, que somos campeonas del mundo y hemos demostrado que juntas podemos impulsar cambios reales (eso tiene que significar algo, que es muy fuerte, más allá de todo el amarillismo).

Lo mismo se trata de ponernos en bucle esa canción que ha sido la nuestra de esta etapa estival y desgastarla a voz en grito, bucear tanto en la piscina que hasta se nos taponen los oídos o hacer un maratón de helados, algo que haga que el lunes nos digamos que bueno, no fue nuestro mejor verano pero que lo salvamos a tiempo --¿es eso posible? Pongamos que sí-. Que sintamos que al menos hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos para respirar lo mejor posible y que septiembre nos sorprendió con una mirada nueva, más sabia, más nuestra. O que lo intentamos. Hay veces que no es poca cosa haberlo intentado.