LA VIDA CONTIGO

Qué fue de… Millán Salcedo, el talentoso humorista que alcanzó la gloria y cabreó a algunos personajes populares con sus imitaciones

El ex componente del dúo Martes y Trece, que se llegó a convertir en un fenómeno nacional, mantiene hoy un perfil mediático bajo y vive de las rentas

Fotografía de archivo de Millán Salcedo en 2009.

Fotografía de archivo de Millán Salcedo en 2009. / MARINA VILANOVA (ARCHIVO)

Cuando en 1976, recién acabada la mili, Millán Salcedo convenció a sus colegas Fernando Conde y Josema Yuste para crear un grupo cómico, ninguno de ellos se podía imaginar que el proyecto, bautizado como Martes y Trece, iba a acabar convirtiéndose en un fenómeno nacional. Pero el éxito no les cayó del cielo. De hecho, el trío, que después de un tiempo se convirtió en dúo, comenzó haciendo bolos en locales de tercera y fiestas regionales donde casi nadie les prestaba atención.

Su suerte cambió después de que en 1978 realizaran su primera actuación televisiva en un programa de José María Íñigo donde salían imitando a Las trillizas de oro, tres cantantes (y hermanas) argentinas, conocidas entonces en España por ser coristas de Julio Iglesias. A partir de ese momento, el público empezó a reclamar la presencia de los humoristas, que participaron en giras triunfales, grabaron ocho especiales de Nochevieja en la televisión pública, e incluso protagonizaron dos películas escritas y dirigidas por Álvaro Sáenz de Heredia —El robobo de la jojoya y Aquí huele a muerto— que fueron enormes éxitos de taquilla.

Algo menos de comedia contiene la biografía de Millán Salcedo, que nació en un pueblo de Ciudad Real llamado Brazatortas y de niño pasó ocho años internado en el colegio salesiano de Ciudad Real, donde cultivó su faceta de chico solitario y descubrió su vocación por la farándula después de que le escogieran para ejercer como solista del coro. “Tuve unos padres que no conocí prácticamente porque él murió cuando yo tenía siete años pero, según decían en la comarca, era un cachondo mental. Y ella otra. Se casaron dos cachondos mentales, ¿y qué iba a salir de ahí? Su sentido del humor es la herencia más grande que me han dejado”, ha explicado el artista, que se mudó a Madrid con su madre y vivió una larga temporada en la portería del número 11 de la calle General Lacy, donde ella consiguió empleo. Cuando Millán se cansó de trabajar planchando mangas de camisa durante nueve horas al día, le dijo a su madre que quería ser actor y se matriculó en la Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, en la que coincidió con sus futuros compañeros de grupo.

Fotografía de archivo de Millán salcedo en 1998.

Fotografía de archivo de Millán salcedo en 1998. / AGUSTÍN CATALÁN (ARCHIVO)

Según recuerda Jaime Rubio Hancock en El gran libro del humor español, el sketch de las empanadillas de Móstoles, emitido en la Nochevieja de 1985 a 1986, consagró a Martes y Trece “hasta el punto de que ha habido intentos de hacer rutas gastronómicas de empanadillas” en esta localidad. “El diálogo es gracioso incluso aunque se desconozca quién fue la periodista radiofónica Encarna Sánchez ni que tenía un programa radiofónico con llamadas de oyentes [...]. Aunque en su momento se les recordaba en gran medida por latiguillos como ‘fíjate’ y por sus imitaciones (no muy logradas) de personajes populares, muchos de sus sketches han aguantado bien el paso del tiempo precisamente por los ingredientes absurdos que incluían. Por ejemplo: la imitación del Dúo Dinámico parecería una más, hasta que termina la canción y ambos se dan cuenta de que están enganchados por los jerséis y no se pueden despegar. Es decir, le dan una vuelta de tuerca a las imitaciones habituales”.

Algunos famosos, como María José Cantudo o Jesús Hermida, se sintieron algo molestos con aquellas parodias. Ahora bien, nada es comparable al rebote que se pilló Encarna Sanchez con un sketch, emitido en el especial de TVE El 92 cava con todos, donde se parodiaban unas vacaciones suyas con Isabel Pantoja en Palma de Mallorca. La locutora almeriense, que vivió toda su vida atormentada por su condición de lesbiana, movió cielo y tierra para intentar impedir su emisión, hasta el punto de levantar el teléfono para llamar al Palacio de la Moncloa. "Se sintió humillada públicamente", escribió el que fuera su productor, Pedro Pérez, en el libro Encarna, en carne viva. “Traicionada por el dúo de humoristas a los que había dado cariño y apoyo en su trayectoria profesional. Tanto que llegó a desearle la muerte a Millán Salcedo, al que ella consideraba el verdadero culpable".

Rechazo a Berlusconi

Los integrantes del dúo humorístico supieron dosificar de forma inteligente sus apariciones en televisión, para no quemarse ellos ni tampoco cansar a su legión de devotos. De hecho, la revista Tiempo publicó que, estando en su mejor época, Martes y Trece rechazó “una oferta multimillonaria del italiano Silvio Berlusconi, que quería sacarlos todos los días en la pantalla durante año y medio. Prefirieron ganar menos y firmar un contrato con la cadena madre de todas sus oportunidades”. Pese a lo bien que les iba, a mediados de los noventa comenzaron a surgir rumores de su posible divorcio como pareja artística. Fue en 1997 cuando los humoristas mejor pagados de España se despidieron definitivamente de sus fans con un programa especial de fin de año de TVE titulado Adós. “Corté con Martes y Trece porque ya no lo disfrutaba”, confesó una vez Millán. “La propuesta que nos llegaba era de hacerlo deprisa y matizando, y yo lo que quería era ir por otro lado. Además, la relación entre nosotros era bastante fría porque el poderoso caballero, don dinero, parece ser que imponía demasiado y a mí me gusta el dinero como a todo el mundo, pero prefiero la ‘c’ de calidad a la de cantidad”.

Josema participó hasta 1998 en la serie de Telecinco Todos los hombres sois iguales y después se dejó seducir por el teatro. Por su parte, el manchego se quedó en un principio en la cadena pública, que aceptó emitir una serie de humor disparatado, titulada Ketty no para y protagonizada por Soledad Mallol, que él escribió y dirigió. Después se quejó públicamente de que los directivos de TVE habían “maltratado” su serie: “¿Qué apostamos? iba muy bien de audiencia en su tercera temporada y TVE decidió poner mi serie antes del programa, de diez a diez y media. Pues Ana Obregón que no, que no y que no. Y a la cuarta semana me cambiaron al domingo por la tarde. Me enteré de que ella había ido allí a quitarme de enmedio”.

A raíz de aquello, Millán se pasó a Telecinco para realizar un programa de humor, Un millán de cosas, que tampoco tuvo el éxito que se esperaba. Quemado por las decepciones, optó por dedicarse a escribir libros y centró su actividad en el teatro, una disciplina artística que le permitía desarrollar su talento sin tener que verse sometido al nivel de estrés y agobio experimentado años atrás. “No quiero hacer más televisión en mi vida”, dijo una vez. “Mira, como Josema va a todos los programas parece que solo lo contratan a él y a mí no. Esto me lo han comentado por la calle, cantidad de gente que quiere morbo y carnaza. ‘¿Qué haces ahora? ¿Dónde estás? ¡Qué gordo estás! ¡Qué ojeras tienes! ¿No te contratan? ¿Se ha quedado Josema con todo?’”.

A mediados de 2019, mientras permanecía de gira con su espectáculo En mis trece 2.0, Millán sufrió un ataque epiléptico que le dejó algunas secuelas permanentes. Desde aquel episodio, el artista de 68 años cultiva su creatividad subiendo contenido a su cuenta de Instagram, pintando o haciendo collages, y disfruta de su vida personal, sin pareja conocida, en su casa de Madrid, en la que lleva viviendo 45 años. "Tuve un vicio: el juego, pero lo dejé a tiempo”, dijo en una entrevista. “Luego invertí en pisos y ahora vivo tranquilo. Soy una persona austera, no gasto mucho. La Nochevieja ahora la vivo sin presión, tranquilo y sin uvas, que me sientan mal. Y la Nochebuena en familia, con mis sobrinos-nietos, que me tienen loco. ¿Que me echáis de menos? Pues imagino que algunos sí, pero no hay vuelta atrás. Yo vivo el presente".