LA ENTREVISTA

Juan Luis Arsuaga, paleontólogo: "Los animales no tienen bandera, entre ellos no hay fanatismo"

El paleontólogo y escritor asegura que "nunca se ha hecho una película o una serie sobre la Prehistoria como Dios manda"

El paleontólogo y escritor Juan Luis Arsuaga, en Madrid.

El paleontólogo y escritor Juan Luis Arsuaga, en Madrid. / Alba Vigaray

Acaba de publicar Al otro lado de la niebla (Destino), una novela sobre la Prehistoria. Codirector de investigación de los yacimientos de Atapuerca y director científico del Museo de la Evolución Humana de Burgos, de niño quería ser aborigen australiano, y no se le ha pasado. Busca patrocinador para irse a investigar allí. Dice: “Yo quería ser prehistórico, pero como hoy en día no salen trabajos, lo más parecido es ser prehistoriador”.

Oiga: Según su novela, estos del Paleolítico hacían pocos amigos. Todo el tiempo matándose.

En la Prehistoria había violencia. Mucha. Me gustaría pensar que Rousseau tenía razón con el mito del buen salvaje. Pero, sintiéndolo mucho, no es así.

Llevo casi medio libro y no hay mujeres. ¿Cómo se apañaban?

Ya las habrá, ya las habrá. Habrá muchas, y dos que, de hecho, son las protagonistas.

Una vez me contó que la liberación de la mujer se produjo hace dos millones de años, con la especie llamada homo ergaster. Las hembras alcanzaron en tamaño al macho, lo que supone que asumieron un papel mucho más relevante.

Así es.

Y que la mujer-objeto surge en el Neolítico, con la agricultura y ganadería, cuando aparece el concepto de propiedad.

Es que hasta entonces no había ese sentimiento. En el Paleolítico no existe el concepto de bien. Las herramientas se tallan y se desechan. Nadie acumula nada, no hay nada que acumular. Todos los objetos son de usar y tirar. Lo único permanente es el arte rupestre y el arte mueble, el arte transportable.

Nosotros, el Pueblo; y ellos, los Otros, los Inhumanos, que transmiten el Odio. Tal cual lo escribe. ¿Está seguro de que su novela habla de la Prehistoria?

Bueno, ese es el presente, claro [ríe]. Pero en cuanto a los nombres, todos los pueblos tienen como nombre Los Humanos, la Gente. Los otros no son la Gente. El rechazo del otro. Nosotros somos una especie muy tolerante dentro del grupo, podemos convivir millones, en una ciudad vivimos miles de personas con conflictos, pero es posible la convivencia. La intolerancia es entre grupos, pero eso tiene solución.

"Yo soy el único en este país que dice que cuanto más espectáculo, mejor, mejor así".

Tráigalo al presente. Dígaselo a Gobierno y oposición.

Yo no estoy tan alarmado con el show. Es mucho mejor esta frivolidad que el que la gente se lo tome en serio. Mejor, mejor. La gente que se lo toma en serio son Putin y los israelíes, éstos.

¿Lo que pasa aquí es un juego de niños?

Bueno, ETA no era un juego de niños. Pero lo de ahora, que uno sale, el otro dice, el otro tal, el otro cual, no es grave. Yo soy el único en este país que dice que cuanto más espectáculo, mejor, mejor así.

¿Por qué se ha puesto ahora todo el mundo a hablar y publicar sobre los neandertales? ¿Verdaderamente son nuestros primos homo, como de la familia?

Porque son fascinantes. Algo tienen que nos atraen. Y no son los más antiguos, ni de lejos. Pero tienen de fascinante que son como nosotros y no son como nosotros. Un australopiteco es un bípedo, pero como un chimpancé. Es interesante, pero no fascina. Los neandertales, sí.

En Habla el último neandertal Giorgio Manzi niega la tesis de que no reconoceríamos a un neandertal si nos lo encontráramos en el metro.

Lo reconoceríamos inmediatamente. Nosotros encontramos en un yacimiento la última falange, la de la uña, del dedo pequeño del pie, verla y decir: neandertal, porque hasta la falange del dedo pequeño del pie es distinta, tiene una morfología diferente. No pueden ser más distintos. El ápice es mucho más robusto. Y la mandíbula, y el cráneo no digamos, no tienen nada que ver. Por eso a mí me gusta pensar que tampoco mentalmente eran iguales a nosotros, porque lo nuestro es un delirio. Nuestra mente es delirante.

El paleontólogo y escritor Juan Luis Arsuaga, en Madrid.

El paleontólogo y escritor Juan Luis Arsuaga, en Madrid. / Alba Vigaray

¿Y ellos eran gente más seria?

Yo digo que eran más prácticos. Suelo decir que los neandertales no tenían bandera. Tener bandera no es ni mejor ni peor, es diferente. Y resulta muy curioso. La gente se identifica con unos colores. Me extrañaría que los neandertales fueran exactamente iguales a nosotros. No digo que sean menos inteligentes. Pero define inteligencia. Porque si tener bandera es ser inteligente, eso es un punto de vista. Son las cosas que hago con Millás [Juan José, con el que ha escrito varios libros], por ejemplo: ver un partido de baloncesto. Cincuenta mil tíos gritando. Esto es muy humano, ¿Pero es inteligente? No lo sé. Pero es lo que hay.

Usted llama en la novela a nuestros antepasados Diez Águilas, Toro que Bosteza, Áspid Enroscado. Parecen más bien sioux. Le falta Toro Sentado.

Por cierto, sioux se pronuncia sú. Yo tenía fascinación desde pequeño por los indios, y en la novela me he inspirado en muchas de sus leyendas y costumbres. Pero me fascinaban sobre todo los aborígenes australianos. Yo quería ser aborigen australiano.

Me temo que en esto ha fracasado ampliamente.

Aún tengo la esperanza. Me falta Australia. Necesito un benefactor, un mecenas, un patrocinador. Sería bonito hacer un documental, algo. Quiero ir allí. Yo de pequeño vivía en un pueblo que se llama Tolosa, en Gipuzkoa, y leí unos libros fantásticos sobre ellos. Me fascinaba su mentalidad, su forma de ser, las lanzas que llevaban. Ya entonces yo era aborigen australiano, el único de todo el País Vasco.

¿Esto de pretender ser prehistórico quiere decir que no se adapta al siglo XXI?

Pues no mucho. Siempre que puedo me escapo. Me escapo físicamente o con la mente, leyendo, pensando y escribiendo. Soy de un club de montaña, el Club Peñalara, con 125 o 130 años de historia. Un club con valores, que tiene que ver con el regeneracionismo, con la Institución Libre de Enseñanza, con el krausismo, con una pedagogía de vuelta a la Naturaleza. Aquí a todos les convendría el krausismo, la regeneración del país.

¿Aceptamos mamut como animal de compañía?

No [ríe], el mamut es muy impresionante. Tenemos una exposición en el Museo de la Evolución Humana, en Burgos, sobre los mamuts, con el esqueleto de uno completo. Los mamuts eran redondos para no perder calor por la superficie. Una bola con las orejas pequeñas.

"En política hemos superado la etapa neandertal".

Dice que los habitantes de Atapuerca, donde lleva 45 años excavando, eran mucho más corpulentos que los humanos actuales. ¿Más Koldos que Almeidas?

Nunca se ha hecho una película o una serie sobre la Prehistoria como Dios manda. Los pintan como unos desgreñados, brutos, y eran top models. Era la edad de oro del ser humano. Eran deportistas de élite, todo el día en el campo corriendo, haciendo deporte y trabajando, todo el día en el gimnasio, ellos y ellas, en plena Naturaleza, con alimentación sana. Estaban de quitar el hipo. Eran guapísimos y altos, y encima, muy coquetos: Se adornaban, se pintaban, se ponían colgantes, bordaban los trajes. Por eso me gustan los sioux, porque en las películas son los únicos a los que se pinta así, guapos. Los prehistóricos de mi novela serían no Koldo, sino Daniel Day-Lewis en El último mohicano. Y de mujeres, Charlize Theron. Eran estupendos, príncipes. Hacían la dieta intermitente. No hay que comer tanta grasa. Y todo esto no es coña. Lo sabemos por los esqueletos.

¿Compartir con los chimpancés el 99 por ciento del genoma le preocupa o explica ciertos comportamientos?

Los explica. En política hemos superado la etapa neandertal. Hemos tenido que reescribir, por ejemplo, el terrorismo, etapa que quiero pensar que ya hemos superado. Y ahora estamos en el show.

Pero nos faltan los guapísimos.

No, no. Sigue habiendo guapísimos. Lo veo en el surf. Cómo están los surferos y las surferas. Y mira, Pedro Sánchez otra cosa no tendrá, pero guapo sí que es. De lo que hay por ahí en Europa, ya me dirás: Macron se lo cree, con aquella foto que se hizo descamisado, con una camisa buena, francesa, y que titularon Lobo-hombre en París, como la canción. Del panorama europeo y americano, Sánchez es el más guapo. Y en cuanto a compartir genoma con los chimpancés, donde mejor se ve es en las canchas deportivas, en el público.

¿Se puede decir sin pestañear que somos sapiens, con la que está cayendo?

Por la que está cayendo somos sapiens. Los animales no tienen bandera, entre ellos no hay fanatismo. Lo que nos distingue de los animales es nuestra capacidad de ser fanáticos, de ser irracionales. Los animales no se lo pueden permitir.