REVELÓ SU HOMOSEXUALIDAD EN 2017

Ryan Atkin, el primer árbitro abiertamente gay en Reino Unido: "Llevar el Mundial a Qatar fue positivo"

"No declaré mi homosexualidad para decir que había un gay en el fútbol, simplemente quería sentirme yo mismo. Me hizo ser mejor árbitro, porque ahora soy más feliz", cuenta el colegiado

"La sororidad del fútbol femenino ha sido un catalizador para la apertura LGTBI", defiende el británico, quien pide a su colectivo que pare los partidos y proteja a las víctimas de racismo y homofobia

El deporte, entre la visibilidad y la normalización del colectivo LGTBI

El colegiado Ryan Atkin, con una bandera a favor de la libertad de los derechos LGBT.

El colegiado Ryan Atkin, con una bandera a favor de la libertad de los derechos LGBT. / EPE / CEDIDA

Denís Iglesias

Denís Iglesias

En agosto de 2017, Ryan Atkin se convirtió en el primer árbitro profesional de Inglaterra en declararse abiertamete homosexual. A sus 32 años, el colegiado, asistente en Championship (segunda) o colegiado principal en la Women's Super League dio el paso para, simplemente "dejar de ocultar mi sexualidad", cuenta en conversación con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA.

Atkin asegura que no sufrió ni padece homofobia o discriminación en los campos: "Mi historia es un potente ejemplo que debe ayudar a que otros den el paso". El colegiado defiende la fuerza de los "mensajes positivos" como los que él puede transmitir en lo que define como "un viaje donde he recibido un montón de apoyo y amor".

Porque, a juicio del trencilla, "claro que hay problemas en las redes sociales, esto es parte de nuestro mundo, pero en mi proceso he vivido que no hay nada de malo en ser gay y formar parte del fútbol profesional. Está lejos de los múltiples episodios negativos que muchas veces se recogen en los medios de comunicación".

Otros que dieron el paso: de Benevenuto a Jankto

En 2017, Neale Barry, jefe de desarrollo de los árbitros de la Football Association, se refería a la declaración de Ryan como un hito con el que se aseguraba que el arbitraje "estaba abierto a todo el mundo, sin discriminación". Para Atkin, aquel paso le hizo ser mejor en su trabajo en el campo, que compatibiliza con un cargo directivo en la industria ferroviaria. "Ser colegiado requiere una fuerte personalidad. Por eso, cuando conseguí ser yo mismo, que no un árbitro gay, pude manejar mejor todas las situaciones del juego. Cuando estás feliz, se elevan las endorfinas", explica.

Durante los seis años transcurridos desde que Atkin salió del armario, que en inglés se traduce como "coming out", se han dado testimonios similares. En el arbitraje, los escoceses Craig Napier o Lloyd Wilson, además de Igor Benevenuto, el primer colegiado internacional de la FIFA en declarar su homosexualidad. Siguieron el mismo camino el australiano Josh Cavallo, el británico Jake Daniels o el checo Jakub Jankto, centrocampista del Cagliari italiano, con pasado en el Getafe.

Así recibió la afición a Jakub Jankto tras hacer pública su homosexualidad

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"Los derechos LGTBI son derechos humanos"

En la estrategia positiva que le caracteriza, para el colegiado inglés fue beneficioso llevar el Mundial a Qatar: "Se consiguió que la diversidad fuera un tema de conversación. El país tuvo que entender que cualquier torneo será mejor recibido si se aceptan las diferencias. Ha tenido mucho más impacto haber ido que renunciar a ello. De otro modo no se habría abierto el debate".

Aunque Atkin marca una diferencia clara: "La defensa de los derechos LGTBI no es política, es una cuestión de derechos humanos". Responde así a Nasser Al Khater, máximo responsable de la cita mundialista, quien criticó que el torneo se estaba convirtiendo "en una plataforma para declaraciones políticas, algo que no está bien en el fútbol". El colegiado remarca que el fútbol debe ser un "deporte neutral", pero con el sentido de libertad.

Pone como ejemplo de acción la iluminación del Allianz Arena con la bandera LGTBI durante el Alemania - Hungría de la Eurocopa 2020 para criticar las políticas del ejecutivo de Viktor Orban. "La UEFA o la FIFA han de seguir esforzándose para que los países anfitriones respeten las reglas", añade Atkin. Figuras como la suya revolucionaron los órganos de gobierno del fútbol mundial.

Ryan Atkin, primer árbitro gay profesional de Reino Unido, saca una tarjeta roja en un vestuario.

Ryan Atkin, primer árbitro gay profesional de Reino Unido, saca una tarjeta roja en un vestuario. / EPE / CEDIDA

"Los árbitros han de parar los partidos"

"Por fin nos hemos sentado a la mesa, porque hasta hace nada todo el mundo hablaba por nosotros. Si tú no has pasado por las experiencias que se debaten, podrás poner ejemplos, pero no con razón de ser. Lo mismo sucedería si me pongo a hablar del racismo que sufren las personas negras. Tener visibilidad real es algo muy poderoso. Es bueno ver a gente heterosexual hablando, pero si nadie declara su homosexualidad habrá cuestionamientos de por qué no lo hacen", asegura Atkin.

El colegiado es consciente de que su colectivo tiene una importante responsabilidad en la gestión de los conflictos racistas y homófobos. "No hay que llegar al punto de que los jugadores quieran abandonar el campo. Son los árbitros los que tienen que parar el encuentro y proteger a los futbolistas. Deben saber que no son culpables de nada. Es preciso avisar a la seguridad de los campos y, si los comportamientos continuan, dar por finalizado el partido", aboga Atkin, desgranando el protocolo que existe, pero que pocas veces se aplica.

Para el árbitro inglés, esto se tiene que acompañar de "sanciones efectivas: para los equipos, jugadores y aficionados. Hay que investigar e identificar a los culpables". Por todo esto, el trencilla británico no se explica determinadas actitudes que se han producido en casos como los de Vinicius, Lukaku, KameniDiakhaby o Iñaki Williams.

El ejemplo de la sororidad del fútbol femenino

"¿Cómo se siente una persona racializada cuando sufre un incidente y su club o el resto de equipos no hacen nada? Yo me sentiría desolado. Pensaría que para mis compañeros el racismo no es un problema importante", reivindica el colegiado, poniendo luz sobre la situación de incomprensión en la que se sumen víctimas a las que se juzga.

Atkin ha dirigido partidos en la FA Women's Super League y considera la sororidad del fútbol femenino como la muestra más potente del deporte para poner en valor la diversidad. "Está totalmente aceptada. Pero no caigamos en el tópico de que por jugar al fútbol femenino tienes que ser lesbiana. Porque estaríamos formulando la transición opuesta. Las jugadoras viven libremente su sexualidad. Hay compañeras que son pareja. Eso es realmente poderoso", defiende el encargado de impartir justicia en partidos diferentes a los de los hombres.

Ashley Sanchez, Megan Rapinoe y Emily Sonnett, jugadoras de la selección femenina de EEUU.

Ashley Sanchez, Megan Rapinoe y Emily Sonnett, jugadoras de la selección femenina de EEUU. / AP

"Los partidos del fútbol femenino son, en muchos sentidos, parecidos al rugby. Cuando los encuentros terminan, ves que no solo se dan la mano o hablan. Después van a comer juntas y tienen relación fuera del campo. Esto nunca lo verás en el fútbol masculino, concebido como un negocio. Tú vas, juegas y regresas a casa. El 'futfem' tiene que ver más con la comunidad. Ha sido un catalizador de la apertura del mundo LGTBI", analiza Atkin.

Henderson y la importancia del apoyo heterosexual

Igualmente, para el colegiado británico es primordial el trabajo con el fútbol base. "Las academias de formación son mucho más que equipos de fútbol. Son instituciones clave para el desarrollo de los niños. Es necesario que los jóvenes participen en las campañas. Son los que mejor conocen Instagram o TikTok", reflexiona el colegiado, aplicando una versión transversal de la lucha contra la discriminación.

De ahí que, más allá de los modelos a seguir, Atkin valore que "jugadores como Jordan Henderson o Jamie Redknapp (exfutbolistas del Liverpool) se levanten contra el racismo o la homofobia. Mucha gente les seguirá, porque son sus estrellas. Ellos no son gays, están casados, tienen hijos, pero son conscientes de lo que sucede y su apoyo refuerza el mensaje".

Para el árbitro, los siguientes pasos en la lucha contra la homofobia y el racismo pasan por reforzar campañas como 'Rainbow Laces' ("cordonres arcoíris") o 'Kick It Out' ("patéalo"), así como desarrollar estrategias conjuntas entre las grandes ligas bajo un mismo propósito.

Jordan Henderson, capitán del Liverpool, con el brazalete LGBT.

Jordan Henderson, excapitán del Liverpool, con el brazalete LGBT. / LIVERPOOL FC

Atkin y el poder de cambio social del fútbol

En segundo lugar, Atkin pide que los clubes, árbitros y órganos de gobierno asuman su responsabilidad y lleven a cabo sanciones efectivas. La tercera pata, para el árbitro, pasa por "mantener la visibilidad del colectivo LGTBI con historias positivas, no negativas, que ayuden a empoderar a la gente". Por eso, para Atkin, "los siguientes pasos no pasan por más declaraciones de homosexualidad, estas han de ser la consecuencia del trabajo que se ha hecho".

La normalidad y la construcción de una realidad en la nadie se sienta excluido. "Cuando decidí revelar mi sexualidad en 2017 no era para decir que había un gay en el fútbol, quería sentirme yo mismo en el fútbol". Un deporte, que tiene "un poder muy grande para cambiar el mundo, porque llega a todos los confines. Si tú pones un balón en cualquier rincón, alguien lo va a patear con fuerza". La misma respuesta que exige el racismo y la homofobia. Porque como sentencia Atkin, "nadie nace odiando al otro".

Ryan Atkin, colegiado inglés que reveló su homosexualidad en 2017.

Ryan Atkin, colegiado inglés que reveló su homosexualidad en 2017. / FA