DO RIBERA DEL DUERO

El 'vino de Dios' se hace en un antiguo convento franciscano del siglo XIII cerca de Valladolid

César Pitarch se mudó a Peñafiel en 1998 para fundar la Bodega Convento San Francisco en el pueblo en el que nació su abuela

Vinos de la Bodega Convento San Francisco, con las paredes de la iglesia del siglo XIII al fondo.

Vinos de la Bodega Convento San Francisco, con las paredes de la iglesia del siglo XIII al fondo. / A. A.

Ana Ayuso

Ana Ayuso

Peñafiel, un pueblo de apenas 5.000 habitantes que se ubica a 56 kilómetros al este de Valladolid, se forjó a lo largo de los años como una villa de nobles, palacios, iglesias y conventos. Ya no goza de la relevancia que le representaba cuando el conde castellano Sancho García la nombró la Peña más fiel de Castilla, pero su evolución ha transcurrido de la mano de su historia, y así lo muestran los escudos nobiliarios que aún permanecen en gran parte de las fachadas de los antiguos edificios de la localidad.

El mayor ejemplo de esa filosofía de conservación del patrimonio histórico de Peñafiel se refleja en una construcción restaurada que se ubica a la entrada del municipio. La Bodega Convento San Francisco es justamente eso: una bodega urbana de tan sólo 25 años que tomó el espacio que en el siglo XIII ocuparon unos frailes franciscanos. De esa edificación dedicada a la orden mendicante sólo se conservan el ábside de la iglesia, algunas columnas, varios lienzos que colgaban de los muros del templo, una parte del antiguo claustro y la zona del jardín, además de las antiguas paredes y caballerizas, que ahora recogen las salas de barricas. El Convento de Santa Clara se conectaba por túneles de unos 300 metros de longitud con el de Santa Clara, de monjas clarisas, que actualmente se ha transformado en un hotel con spa.

La historia de este convento de 1265 se mantiene presente gracias a sus muros de piedra y a una pequeña figura de Francisco de Asís que los trabajadores de la bodega colocaron al final de la principal sala de los toneles. César Pitarch, propietario de la bodega, dice de su pequeño inquilino que "es el franciscano el que bebe de las barricas", aunque en realidad son él y sus trabajadores quienes en las duras vendimias, resultado de un territorio de climatología extrema, apuran alguna que otra copa para comprobar cómo está madurando el vino que conservan desde años anteriores estos cilindros barrigones de madera.

Figura de San Francisco de Asís en la sala de barricas de la bodega.

Figura de San Francisco de Asís en la sala de barricas de la bodega. / A. A.

"Hemos mantenido la estructura y los materiales para que quede en consonancia con el convento del siglo XIII", señala César Pitarch. En este entorno anacrónico y castellano lo único que desentona son unos árboles que también explican la historia de la familia que fundó la bodega. "Son unos olivos traídos de Extremadura", explica, antes de avisar con sorna que "lo mismo choca oírme hablar en extremeño" en medio de la provincia de Valladolid. El dueño de la Bodega Convento de San Francisco nació en esa región, pero tiene un sólido lazo familiar que le une a Peñafiel.

Ida y vuelta a Peñafiel

La abuela de la familia, Cesárea, por la que el dueño de la bodega se llama así, era oriunda de Peñafiel. El abuelo, Eduardo Pitarch, nació en Borriol (Castellón). Él tuvo la oportunidad de estudiar Ingeniería Industrial en la Universidad a Distancia, aunque venía de una familia humilde. En el año 1932, leyó en La Vanguardia que se alquilaba un molino en Padilla de Duero, una pedanía que ahora pertenece al municipio de Peñafiel, y decidió trasladarse a Valladolid con el objetivo de producir electricidad con ese molino.

Electrificó varios municipios, la finca Vega Sicilia y la finca de El Pinar de San Francisco, "que es donde vivía mi abuela", apunta César Pitarch. Ella sí era pudiente. Su padre, el bisabuelo de César Pitarch, también se dedicaba a la electricidad y vio cómo el joven Eduardo Pitarch le hacía competencia con su pequeño negocio. "Le mandó a electrificar el Valle del Jerte, en Extremadura. La familia se quedó en Valladolid y él se fue allí a fundar Eléctricas Pitarch, que es a lo que se dedica mi familia. Tiempo después, se mudaron todos. Para mi abuela fue un disgusto marcharse de Valladolid a Cáceres", relata.

César Pitarch, fundador de la Bodega Convento San Francisco.

César Pitarch, fundador de la Bodega Convento San Francisco. / A. A.

Lo de su familia es un viaje de ida y vuelta a Peñafiel a lo largo de las décadas. César Pitarch emprendió el mismo camino que su abuela, aunque en la dirección contraria y con mejor ánimo. "En el año 1998, se me presenta la oportunidad de adquirir el Convento de San Francisco y nos vinimos", indica. Con los años ha ido adquiriendo más hectáreas en la zona y ha pasado de ser un licenciado en Administración y Dirección de Empresas a estudiar Enología para conocer todos los procesos por los que pasa su vino. Él es el encargado de probarlos y de decir cuándo salen de barrica, pero también coge el tractor o vendimia. Quiere plantar unos alcornoques para cerrar el círculo de su producción y generar él mismo, junto a su equipo, "nuestros propios corchos", confiesa.

DO Ribera del Duero

Sala de barricas de la Bodega Convento San Francisco.

Sala de barricas de la Bodega Convento San Francisco. / A. A.

"Tenemos siempre muy presente el respeto por la gran zona de vinos donde nos encontramos, la Denominación de Origen Ribera del Duero, donde su variedad autóctona, tempranillo, alcanza su gran expresividad por la diversidad de climas, suelos y ubicación de sus viñedos", explican desde el departamento de comunicación de la bodega.

El vino de la bodega de César Pitarch cambia cada año. "La climatología extrema de la zona nos obliga, cada vendimia, a interpretar la añada. Creemos que nunca un año se repetirá, por lo que adecuamos las elaboraciones a las características de las uvas que vendimiamos cada año, persiguiendo en todo momento que nuestros vinos expresen su variedad y origen", concluye.