ECONOMÍA

De la pandemia a la guerra

El optimismo que se respiraba hace un año, tras la fase más dura de la pandemia, ha dado paso a un escenario de incertidumbres con una fuerte inflación, subida de tipos y guerra en suelo europeo

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde / REUTERS

Martí Saballs Pons

Martí Saballs Pons

Un prudente optimismo rodeaba la economía mundial en octubre de 2021. La vacunación de covid 19 iba viento en popa en los países desarrollados. Aún no se había identificado, fue el 26 de noviembre, la variante ómicron, que se uniría a la delta. Sus efectos acabaron siendo menores de los esperados. En aquel mundo que parecía despertar de la pesadilla de confinamientos y pandemias, ya se hablaba de que empezaba una nueva era: los felices años veinte. Las bolsas occidentales estaban batiendo nuevos récords históricos, anticipando unas expectativas de crecimiento ilimitadas de beneficios empresariales para los próximos años. Las grandes empresas tecnológicas parecían dispuestas a alcanzar el cielo. Los tipos de interés en cero, incluso negativos, obligaban a los inversores a comprar todo tipo de activos: desde vivienda, cuyos valores volvían a escalar, hasta las criptomonedas. El bitcoin superaba los 60.000 dólares. Se preveía un boom de consumo para la inmediata campaña de Navidad. En España, potencia mundial turística, el sector empezaba a ver la luz al final del túnel.

El 12 de octubre de 2021, un semidesconocido presidente de un país del Este de Europa, Volodímir Zelenski, ofrecía una rueda de prensa en Kiev con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Se acababa de celebrar la cumbre entre la Unión Europea y Ucrania. Zelenski se felicita de los acuerdos comerciales firmados y del interés ucraniano en mantener su intención de formar parte de la UE. También pide a la Unión que mantenga la presión y las sanciones sobre Rusia, a quien define como país invasor, y que defienda a Ucrania ante próximas tensiones energéticas que pueden generarse con su vecino. Zelenski muestra su preocupación por el desarrollo del gasoducto Nord Stream II que puede perjudicar la oferta de gas ucraniana. 

Aquel mismo día, la plataforma televisiva Netflix anunciaba que uno de sus programas, El Juego del Calamar, había batido el récord mundial en audiencias. En Francia, el presidente de la República, Emmanuel Macron, anunciaba un plan para reindustrializar el país, valorado en 30.000 millones de euros.

En aquellos tiempos, que parecen ya remotos, los países de la UE abordaban, con mayor o menor éxito, la distribución y el reparto de los fondos NextGen, que deberían servir para facilitar una transición hacia un mundo mejor: verde y digital. 

La deuda mundial alcanza el 350% del PIB y el FMI sitúa el crecimiento global en el 3,2% este año

Parecíamos estar en un planeta con una capacidad ilimitada de generar recursos monetarios. Los avisos de diversas instituciones internacionales (Institute of International Finance, por ejemplo) de que el crecimiento de la deuda mundial estaba alcanzando proporciones que podrían descontrolarse caían en saco roto. La deuda alcanza ya el 350% del PIB. ¿Quién la acabará pagando? Patada hacia delante: las nuevas generaciones ya lo resolverán.

Deuda al margen, ¿qué otros nubarrones acontecían en el mundo? La ruptura de la cadena de suministro estaba afectando a la fabricación de determinados productos como el automóvil. Empezaban a escasear productos de primera necesidad. Los precios de algunas materias primas, empezando por el litio, necesario para las baterías de los coches eléctricos, se dirigía hacia las nubes. Primeros avisos ante la posibilidad de un repunte de la inflación, especialmente en productos básicos como la energía y la alimentación. 

El World Economic Outlook, presentado por el FMI hace un año, consideraba que la economía mundial crecería un 5,9% en 2021 y un 4,9% en 2022, una leve revisión a la baja respecto a las previsiones de julio. Textual: «Refleja un deterioro en las economías avanzadas -debido en parte a los trastornos del suministro- y en los países en desarrollo de bajo ingreso, sobre todo debido a la desmejora de la dinámica creada por la pandemia. Esa situación se ve compensada en parte por las mejores perspectivas a corto plazo de algunas economías de mercados emergentes y en desarrollo que exportan materias primas. La veloz propagación de la variante delta y el peligro de nuevas variantes multiplican las dudas sobre la celeridad con la que se podrá superar la pandemia. Se ha complicado la selección de políticas adecuadas y el margen de maniobra es limitado».

Desde aquellas proyecciones hasta la actualidad: el mundo ha dado un giro inesperado. La invasión rusa de Ucrania del 24 de febrero ha generado un terremoto geopolítico, amenaza nuclear incluida, y unos efectos directos sobre el precio de la energía y la evolución de los precios, que se han disparado muy por encima de lo que incluso intuían quienes veían la inflación como una amenaza real antes de la guerra. ¿La pandemia? Semiolvidada. Su efecto colateral es cómo afecta a la recuperación económica en China, que ha optado por mantener su política de ‘tolerancia cero’ para controlarla.

La última proyección del FMI, a la espera de que los datos sean actualizados a lo largo de este mes, sitúa el crecimiento mundial en 3,2% en 2022 y en 2,9% en 2023. La OCDE cree que el crecimiento mundial el año próximo será del 2,2%. Buena noticia: la inflación, señala este organismo, se espera que decaiga en este trimestre, aunque en 2023 seguirá por encima de los objetivos de los bancos centrales, que es mantenerla alrededor del 2%. En agosto, la inflación en la Unión Europea alcanzó una tasa del 9,1%. Supera incluso a la de países endémicamente inflacionistas como Brasil. Las previsiones del Banco Central Europeo están cogidas de los hilos, como explica el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, «sujetas a supuestos dependientes de la evolución de los mercados energéticos». A un IPC del 8,1% en 2022 le seguirá del 5,5% en 2023 y del 2,3% en 2024. La buena noticia: no se observa que la inflación pueda acelerarse al estar controlados los costes salariales. La mala noticia: el factor geopolítico. Los principales mercados de renta variable empiezan a corregirse. Fin a los incesantes récords. Las correcciones en los principales índices bursátiles alcanzan hasta el 25%.

La incertidumbre sobre la evolución de la guerra en Ucrania es absoluta. ¿Qué ocurrirá con la oferta energética este invierno en Europa? La OCDE alerta de disrupciones inimaginables que podrían convertir 2023 en un año de recesión en la UE. Para ello, basta con que haya dos trimestres seguidos de decrecimiento. El BCE considera en su peor escenario una caída del PIB del 0,9% en 2023.

El euro se ha devaluado un 15% respecto al dólar en el último año hasta alcanzar la paridad

Los bancos centrales de las principales economías mundiales ya han puesto en marcha sus antídotos. Tras haber empezado a reducir las compras de deuda que mantuvieron vivo el sistema durante la pandemia, han iniciado un progresivo aumento de los tipos de interés que ya han encarecido el precio del dinero. Ya no quedan recuerdos de cuando la rentabilidad de los bonos del Tesoro de algunos países europeos llegó a estar en negativo. La rentabilidad del Bono a 10 años de Estados Unidos, uno de los activos más seguidos en los mercados financieros, ha pasado del 1,57% al 3,6% en un año. Desde la Reserva Federal, banco central americano, presidido por Jay Powell, ya se anticipa que el aumento no cesará. Los tipos a corto podrían superar el 4% a fin de año. Para Europa, el gobernador del Banco de España, estima que podrían estar entre el 2,25% al 2,5%. «No es un compromiso. Las previsiones cambiarán con el paso del tiempo», ha declarado. En septiembre, el BCE -presidido por Christine Lagarde- subió los tipos un 0,75%, el mayor incremento puntual en su historia, hasta el 1,25%. La última vez que estuvieron en esta tasa fueron en noviembre de 2011. Entonces, la memoria es corta, el euro había entrado en un periodo de fuertes turbulencias que solo se aplacarían aquel famoso e histórico 26 de julio de 2012, cuando el ex gobernador del BCE, Mario Draghi, anunció que haría todo lo necesario para salvar el euro. Hoy, la divisa europea se ha devaluado un 15% respecto al dólar en el último año hasta alcanzar la paridad, algo que no lograba desde sus inicios.

«La política está influyendo en nuestras decisiones mucho más que antes». Son palabras de Antonio Garamendi, presidente de la CEOE. Este avisa ya de las grandes dificultades que tienen las pymes para poder hacer frente a los costes de energía. ¿Qué ha quedado de la tan ansiada transformación verde y digital que se apremiaba con la pandemia y la aplicación de los fondos NextGen? El cortoplacismo se vuelve a imponer. Se reabren centrales de carbón en Europa Central y Francia renueva su apuesta nuclear a la espera de que el parque de renovables sea capaz de garantizar la oferta necesaria en un futuro próximo. Alemania será la prueba de algodón en el invierno que está llegando. El temor a un parón de la capacidad productiva de la industria alemana y los efectos que puede tener sobre el resto del continente es el principal riesgo para la economía europea. Si Alemania tose, el resto estornudará. Dos sectores españoles altamente dependientes de la demanda extranjera: turismo y automóvil, podrían volverse a ver seriamente afectados por esta situación. Para la industria hotelera del litoral y las islas, dependientes del turismo británico, otra incógnita más: cómo evolucionará la economía de ese país tras las medidas y contramedidas anunciadas por el nuevo Gobierno y en medio de la devaluación de la libra.

El siglo XXI empieza ya a estar lleno de fechas históricas. 11 de septiembre de 2001 (ataque terrorista sobre Nueva York y Washington); 15 de septiembre de 2008 (quiebra de Lehman Brothers, crisis financiera y gran recesión); 17 de noviembre de 2019 (fecha aproximada del primer caso descubierto de covid en China), 6 de enero de 2021 (asalto al Congreso de los EEUU) y 24 de febrero de 2022, inicio de la nueva invasión rusa de Ucrania. Entre medias de todo esto: una acelerada revolución tecnológica que afecta a cómo vivimos y a cómo trabajamos. Incertidumbre y progreso en la misma moneda. Como para predecir la situación en octubre de 2023.

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