APROBADO POR UNANIMIDAD

El informe del Senado que alerta de cuánto contamina un selfi y otros riesgos tecnológicos

La Comisión de Asuntos Económicos y Transformación Digital aprobó en septiembre por unanimidad un completo informe sobre los riesgos disruptivos de las nuevas tecnologías; el pleno de la Cámara lo avalará este miércoles

Qué es la dismorfia del selfie, un nuevo trastorno que afecta a los adolescentes

Qué es la dismorfia del selfie, un nuevo trastorno que afecta a los adolescentes

Ángel Alonso Giménez

Con frecuencia, aunque no con visibilidad, sus señorías de las Cortes Generales hacen cosas estupendas. El pleno del Senado debatió este martes por la noche (con razón la invisibilidad) un informe que ha ido pergeñando desde finales de 2020. Un informe sobre los riesgos de las nuevas tecnologías en la sociedad del presente, y sobre todo, en la sociedad del futuro. El documento está plagado de datos interesantes, de conclusiones y de recomendaciones, en lo que la treintena de comparecencias de otros tantos expertos y expertas de muy variados ámbitos ha resultado fundamental. 

Resulta que eso tan común que hacemos ahora, un selfi, contamina tanto como dejar encendida durante una hora tres o cuatro bombillas de bajo consumo. Lo explicó el profesor de la Universidad de Navarra Humberto Bustince Sola el 29 de abril, cuando asistió a la ponencia de la Comisión de Asuntos Económicos y Transformación Digital del Senado, el órgano encargado de redactar este completísimo informe. El hilo de información que desgranó es impresionante y debería llevarnos a una reflexión. 

Hacerse un selfi es tremendamente contaminante, sí. ¿A qué no lo sabían? Verán: un selfi, desde que lo hacemos hasta que lo subimos a una red, recorre miles de kilómetros a través de ondas y fibras hasta el centro de datos de la empresa, y no sólo de ida, desde el móvil hasta dicho centro, sino también de vuelta. Porque esa foto alojada en un inmenso ordenador deberá atravesar la distancia opuesta para que los usuarios de dicha red se la puedan descargar.

Este físico matemático de la Universidad de Navarra recordó aquel día de abril que los centros de datos usan alrededor de 160 millones de toneladas de dióxido de carbono al año, que las redes móviles requieren más o menos 54 millones, las redes ópticas más o menos 83 millones de toneladas y los teléfonos y demás terminales, ojo a la cifra, unos 460 millones de toneladas. Cosas así, en pleno auge de la concienciación climática, conviene saberlas, y gracias a informes como éste del Senado es posible. Basta que lo busquen en su web.

Punto de partida

La creación de la ponencia proviene de una moción del PP registrada hace dos años. El objetivo fue y es la definición de una regulación sobre “las nuevas realidades tecnológicas, disruptivas y sociales”. Así se llamó la ponencia y con este nombre se ha bautizado el informe, aprobado por unanimidad el pasado 22 de septiembre. Como es preceptivo en el trámite parlamentario, el pleno de la Cámara ha de dar su visto bueno. Eso lo hará este miércoles tras debatir el texto durante la noche del día anterior. Lo de los horarios del Senado daría para otro informe.

La incidencia del selfi en el medio ambiente fue uno de los muchos datos que ofreció el profesor Bustince, pero es uno entre los muchísimos que confirieron hasta 30 especialistas. Los ponentes (adscritos a diferentes grupos) los escucharon con atención, y una vez recabados todos los testimonios, se pusieron a redactar. El resultado: más de 50 folios que se van a quedar en el Senado para que los consulte el Gobierno, si quiere, y los ciudadanos, si quieren. El asunto no tiene relevancia política, pero que un grupo de once senadores y senadoras hayan hecho un trabajo así sobre una cuestión de tantísimas incidencias en la rutina es ya encomiable.

El informe parte de este punto: “Hay cierta revuelta popular contra la tecnología por la desconfianza que genera, dando lugar a fenómenos como las protestas ‘antigoogle’, la preocupación con los transgénicos, la desconfianza contra las vacunas, las sospechas sindicales por la automatización del trabajo, entre otros muchos”. Internet, prosiguen los ponentes, “es observada no sólo como creadora de intromisión, sino incluso como el fin de la democracia, y ello porque la sociedad, en vez de entender las tecnologías como fuente de capacitación, las entiende como artefactos para el desempoderamiento”.

Los algoritmos y sus peligros

La primera parte del texto se dedica a la contextualización, que describe desde diversos ángulos. Por ejemplo, “la descomposición de los productos” en una parte digital y en otra que no lo es. “Conducir un coche no es una actuación digital, pero llamar” a la plataforma que lo vende, “reservarlo y pagarlo sí puede serlo”, indican los ponentes.

O cómo las aplicaciones de mensajería “crecen de forma inconmensurable sin necesidad de marketing” debido al “efecto red” que genera, y no sólo por el aumento del número de usuarios, sino también del número de datos. “Y a mayor número de datos, mayor utilidad”.

Un ángulo más: el del control parlamentario. Éste, apunta el informe, “se ha modulado con la introducción de las redes sociales”. El retazo de este paisaje es desolador: “No hay capacidad de medir la fuerza de la crítica de la sociedad en un entorno de desorientación y desorganización informativa”, lo que perjudica a la democracia, porque mientras la democracia es “lenta y geográfica”, las nuevas tecnologías “se caracterizan por la aceleración y la deslocalización”.

Aprobada definitivamente la Ley de Memoria Democrática tras pasar el trámite del Senado

Aprobada definitivamente la Ley de Memoria Democrática tras pasar el trámite del Senado / epe

Un capítulo entero lo ocupan la inteligencia artificial y su gigantesco radio de influencia diaria. Habla el informe de los algoritmos y de sus “sesgos”, lo que ilustra con un ejemplo revelador: refiere estudios que confirman que, si bien la máquina es capaz de reconocer sin problemas una imagen de un hombre con un taladro, es incapaz de hacerlo con la misma imagen de una mujer. En lugar del taladro, pondrá una escoba o algo parecido. Del mismo modo, ha trascendido que una web de empleo suele dar prioridad a los hombres en vez de a las mujeres, a pesar de tener idénticas formación y currículum. Y esto, remarca el informe, se detecta y se denuncia “a posteriori”. El control anterior es una demanda de la ponencia.

Los retos aquí resultan hercúleos, como demuestra este otro dato: un reloj de pulsera digital tiene “más capacidad de computación” que la que desplegó la NASA para que una nave suya aterrizara en la luna.

Las recomendaciones

La inteligencia artificial ha llegado a un punto en el que, como recordó el experto Xabier Uribe-Etxebarría en su comparecencia del 12 de marzo de 2021, un programa desarrollado por Google DeepMind es capaz de jugar contra uno de los mejores jugadores de ping pong del mundo y ganarle.

Así que hay que poner límites; las autoridades, las administraciones públicas en concreto, han de regular este interminable campo de actuación. En Estados Unidos, como se recuerda en el informe, se han puesto manos a la obra para lograr que los datos pertenezcan a la ciudadanía a través de un organismo específico. En la Unión Europea, tras muchas cartas y libros blancos, ha llegado el momento de la legislación.

España, en innovación, dentro de la escala europea, no está muy bien. Invierte el 1,25% del PIB. La idea del Gobierno es el aumento. Se ha aplicado el cuento ya, de hecho, como ha demostrado con el impulso de la nueva Ley de Ciencia. Ahora bien, según el índice DESI, una herramienta analítica que mide el grado de madurez digital de las economías, España ocupa la posición 11. Detrás, gigantes como Alemania, Francia e Italia. Esto no debería obviar que, como se recalca en el documento del Senado, sólo un 34% de la población activa española tiene competencias digitales.

La ponencia enumera las iniciativas del Gobierno de Pedro Sánchez para mejorar, y acto seguido, pone deberes. Son sus recomendaciones. “La capacitación digital de la economía y de la sociedad” se antoja la tarea fundamental de la próxima década, a juicio de los ponentes. Para ello, abogan por “la transformación profunda” del modelo de Formación Profesional y por las ayudas a las pymes. En la digitalización se encuentra un filón laboral para la juventud.

Algoritmos ingeniados desde planteamientos éticos y equitativos (lo que implica la ejecución de auditorías previas), y por tanto, la creación y empoderamiento de agencias públicas al respecto; y la salvaguarda de los datos de los ciudadanos, de manera que puedan saber sin obstáculos ni trabas quién los tiene y quién puede usarlos, conforman otras dos recomendaciones. Sobre esta última, un inciso: “la defensa de la propiedad de los datos”, así como de su privacidad, ha de abordarse como “bien público”.

Urgen cambios profundos en el sistema educativo, sostiene el informe, porque “desde edades tempranas” los niños y niñas deben contar con conocimientos computacionales. El equipamiento en los colegios e institutos es un punto clave. Más mujeres en el sector, y no sólo, sino además una mayor incidencia de su visión, y más concienciación medioambiental. “Debe garantizarse que la transición ecológica y la digitalización, las dos grandes transformaciones de nuestro tiempo, vayan de la mano”, concluye el documento.

Fiscalidad simplificada, más incentivos a I+D+i, menos burocracia, alta inversión en ciberseguridad y atención a la España vaciada… Así hasta 28 recomendaciones. Colofón de un informe completo que los senadores y senadores redactaron en la discreción y que aprobaron igual, a pesar de la calidad del trabajo hecho y de su relevancia social.