CONGRESO DE LOS DIPUTADOS

Vanidades, amistades, recelos y rencores: ese otro material humano que también hace política

Crónica sobre cómo las emociones y los estados de ánimo y desánimo influyen en el día a día del Congreso

Pedro Sanchez, presidente del Gobierno y Pablo Iglesias, Podemos

Pedro Sanchez, presidente del Gobierno y Pablo Iglesias, Podemos / JOSÉ LUIS ROCA

Ángel Alonso Giménez

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que no se llevaban bien, se comprometieron a formar el primer gobierno de coalición a escala nacional dos días después de las elecciones del 10 de noviembre. Mediante una convocatoria con antelación nula o casi nula, el PSOE y Unidas Podemos organizaron en una sala del Congreso de los Diputados, a la que se puede acceder sin que la prensa vea nada, el acto en el que solemnizar el compromiso.

Los mismos que unos meses antes, en julio, protagonizaron un debate árido, el de la investidura fallida, plagado de alusiones personales que delataban desconfianza y recelo, de pronto dijeron a España que formarían una alianza progresista con sede en la Moncloa.

Claro que la política facilita el pragmatismo y esquina emociones, pero no siempre. ¿Hubiera pasado en el PP lo que ha pasado si Teodoro García Egea no hubiera dañado tantas sensibilidades? Probablemente no. ¿Hubiera sido posible el acuerdo entre el PSOE y ERC para aprobar los presupuestos de 2021 sin la amistad que une a Gabriel Rufián y a Adriana Lastra? Probablemente, tampoco. ¿Sería posible la construcción de un espacio electoral de izquierdas en el que quepan Yolanda Díaz, Irene Montero e Íñigo Errejón? Difícil, por no decir imposible. ¿Habría ayudado en la negociación de la reforma laboral una mejor sintonía entre la propia Díaz y el propio Rufián? Seguramente.

En el Congreso, aproximadamente, trabajan 350 diputados y diputadas, otros tantos asistentes, los asesores que contratan los grupos y más de medio millar de funcionarios y empleados públicos, dependientes de la Secretaría General de la Cámara. ¿Cómo no van a forjarse parejas, amistades, rupturas, resquemores, lealtades y traiciones?

A continuación, unos ejemplos de cómo ese otro material humano que no tiene que ver con la obediencia o el pragmatismo puede ser decisivo en la consecución de un pacto político o en el desbloqueo de una negociación enrevesada, o sencillamente en la construcción de un estado de ánimo.

De amigo a enemigo en el PP

Gloria Elizo, vicepresidente tercera del Congreso, conoce bien a Ana Pastor, vicepresidenta segunda. Gloria es de Unidas Podemos y Ana, del Partido Popular. Durante aquellos días en los que Pablo Casado era un funambulista sin red, a punto de ser apartado por su propio partido, la diputada gallega estaba nerviosa y preocupada. Cómo no estarlo. A Pastor, que ha sido altos cargos en varios ministerios, entre ellos titular de Sanidad, y presidenta de la Cámara, no le quedaba más remedio que enseñar la tensión de aquellos días porque debía acudir a las reuniones de la Mesa y de la Junta de Portavoces. Su amiga Gloria preguntaba y ella siempre contestaba.

Estamos a mediados de febrero y el PP es un partido que va a saltar por los aires. Un grupo de amigos, diputados todos, toma entonces una decisión: mover un documento en el que piden la destitución de un viejo allegado llamado Teodoro García Egea. Se lo transmiten a la portavoz, Cuca Gamarra, que no lo rechaza. Lo hacen público un martes, horas antes del comienzo del pleno, aunque el Congreso bulle ya por las comisiones, las ruedas de prensa de los portavoces... La idea era apartar al dos para procurar salvar al uno. Al final, no se salvará ninguno.

Lo más curioso es que la animadversión que los diputados Mario Garcés, Carlos Rojas, Belén Hoyo o Guillermo Mariscal muestran hacia García Egea es la consecuencia de una historia de amistad que se descompone hasta acabar en rencor y resquemor. El mismo diputado por Murcia, enérgico y simpático, que participaba con entusiasmo en las comidas y cenas del Luarqués, el restaurante próximo al Congreso, se convirtió en enemigo tras asumir la Secretaría General. Se sintieron atacados, minusvalorados, en ocasiones humillados. Desde ahí, desde las vísceras, actuaron.

Por una mayoría de izquierdas

Gloria Elizo y Ana Pastor son amigas, así se consideran ambas. Se profesan un gran respeto, y esto demuestra que en el Congreso las complicidades caben incluso si una parte y la otra habitan en las antípodas ideológicas.

Resultan frecuentes estos vínculos, sobre todo, claro, si la música política es similar. Íñigo Errejón y Joan Baldoví, además de admiración mutua, comparten amistad. Es verdad que no forman parte de la misma organización, pero casi. Suelen aparecer juntos en ruedas de prensa, suelen coincidir en las votaciones, se apoyan mutuamente en las iniciativas que emprendan por separado. Si no hubiera sintonía personal, respeto mutuo, una conexión así de fluida sería imposible.

Más influyente, pero también más expuesta, es la conexión que un verano de 2019 labraron Adriana Lastra y Gabriel Rufián. El portavoz de ERC le dijo a la entonces portavoz del PSOE que su cometido fundamental, cara a la nueva legislatura, era el impulso progresista, es decir, apoyar leyes sociales, y en consecuencia, avanzar en derechos civiles. Obviamente no quedaría enmarañada la pugna por el referéndum y por dar a los catalanes la opción de que voten el estatus territorial que más les interesa. Rufián, aquel verano, intentó que hubiera Gobierno de PSOE y Unidas Podemos, e incluso se ofreció como mediador con Iglesias. Todo en balde.

Archivo - La vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra

Archivo - La vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra / Archivo

Desde entonces, Rufián y Lastra crearon una sintonía que, no obstante los sobresaltos y los sustos, como el apartamiento de ERC a determinadas prórrogas del estado de alarma, ha tenido una traducción en la evolución de la legislatura. Durante el año 20 y al cabo del 21, el apoyo que el PSOE encontró en ERC le ha permitido impulsar dos presupuestos generales del Estado y numerosas leyes de índole social. Ahora ya no está Lastra al frente del grupo socialista, sino Héctor Gómez, quien poco a poco va logrando una comunicación fluida con Rufián. Los tiempos que vienen seguramente ratifiquen la distancia que se ha abierto entre socialistas e independentistas, y seguramente vaya cayendo en el olvido cómo la mediación de la diputada asturiana resultó esencial en la manera en la que Esquerra vendió el acuerdo parcial en la ley audiovisual.

Suspicacias que no cesan

De vuelta con Gloria Elizo, cabe recordar que su espacio en el grupo parlamentario de Unidas Podemos es ínfimo. Se descolgó del apoyo a Enrique Arnaldo como nuevo magistrado del Tribunal Constitucional, lo que avanzó a través de una carta adelantada por este medio. En el texto no ahorró las críticas a la forma de actuar de su partido, críticas que no escatima en las entrevistas que concede. Hace unas semanas, por si fuera poco, su voz (tuitera) sonó en defensa de Meri Pita, quien tan sólo unas horas antes anunció su baja de Unidas Podemos.

Entre las filas moradas no aprecian buen ambiente los portavoces de otros grupos, ni en general la mayoría de sus interlocutores. Los rumores sobre las diferencias personales abiertas en el seno de este grupo no cesan. Que si Pablo Echenique y Jaume Asens se llevan bien, mal o regular; que si con el secretario general, Txema Guijarro, se hablan o no se hablan o se hablan a medias... El caso es que un número no menor de representantes de la bancada coinciden, en conversaciones privadas, en la idoneidad de abrir una reflexión sobre el papel del grupo, tanto en la relación con el PSOE como en la corpulencia parlamentaria que podrían exhibir con 33 escaños.

MADRID. 01.12.2021. La vicepresidenta tercera del Congreso, Gloria Elizo, en una sala del edificio del Congreso de los Diputados.

MADRID. 01.12.2021. La vicepresidenta tercera del Congreso, Gloria Elizo, en una sala del edificio del Congreso de los Diputados. / ALBA VIGARAY

Para ello, tendrían que superar una serie de rencillas y aparcar las susceptibilidades. Fuentes de otros grupos detectan que estas fracturas internas, en muchas ocasiones más emocionales que políticas, perjudican la interlocución. "No se saben quién manda, si Yolanda Díaz, Ione Belarra o Irene Montero, y eso a veces ralentiza su toma de decisiones", incide un diputado.

Incluso rencores

La RAE define el rencor como "resentimiento arraigado y tenaz". Algo de eso hay en las bancadas de la mayoría de los partidos. ¿Rencor con García Egea en algunos sectores del PP? Sin duda. ¿Rencor con Montero o Belarra en las filas de Unidas Podemos? Sí. Hasta en el PSOE habrá rencor con Pedro Sánchez por ese puesto que uno/a anheló, e incluso pidió, sin suerte.

Recientemente aparecieron juntos en un acto Yolanda Díaz e Íñigo Errejón. La polvareda sobre lo que podría suponer la foto fue densa. Está en construcción el famoso espacio electoral-político que ambiciona la ministra de Trabajo, en el que podría caber Más País. Es por ahora una hipótesis, para algunos/as un sueño. Uno de los factores que juega en contra de la posibilidad retrocede al pasado, a cuándo un Errejón cada vez más denostado internamente decide abandonar el partido que ayudó a fundar para retirarse un tiempo y reaparecer después. El reguero de enemistad y decepción que hay detrás está más o menos escrito en un libro, de título "Con todo". No cuenta todo lo que pasó, pero sí mucho de lo que pasó.

Y lo que pasó bucea en ese estadio del ser humano que se remueve con emociones y vísceras. ¿Podría Errejón compartir cartel electoral con Pablo Echenique o con Irene Montero?

Las rivalidades

Es sana la que tienen Pedro Quevedo, de Nueva Canarias, y Ana Oramas, de Coalición Canaria, por acaparar el foco político y mediático de las islas. Cada cual quiere vender en su tierra el logro de una votación o el éxito de una enmienda aceptada por la mayoría. Menos sana, o quizá más intensa, es la que tienen el PNV y EH Bildu, las dos formaciones vascas más importantes del momento. Tienen sus grupos parlamentarios propios y una estrategias y tácticas similares. Negociaciones discretas, acuerdos publicitados.

Si Aitor Esteban se desliza entre los pasillos de los ministerios, Mertxe Aizpurua llama a los despachos de determinados gabinetes. Durante la negociación presupuestaria última, el PNV logró una partida para que las ayudas a familias con hijos con cáncer llegara hasta los 23 años y EH Bildu consiguió un compromiso para crear un fondo para las víctimas del amianto. La pelea por que trascendieran sus respectivos éxitos fue interesante.

La portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras, en una rueda de prensa del pasado mes de mayo.

La portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras, en una rueda de prensa del pasado mes de mayo. / EPC

La situación es similar a la que juegan ERC y JxCat, en este caso por el altavoz independentista de Cataluña en el Congreso. Es una batalla desigual porque los de Oriol Junqueras tienen 13 escaños y los de Carles Puigdemont, cuatro. Además, el grupo de Rufián está en todas las negociaciones, no así las siglas que comanda Miriam Nogueras. Por cierto, es también visceral la relación de esta formación con PDeCAT, que se escindieron. Tan enrarecido está el ambiente que hasta ha habido problemas con la recepción de las subvenciones que da el Congreso a los grupos.

Estos son retazos del cuadro humanos que hay en el Congreso, en donde las amistades empuja a tomar decisiones de calado y en donde los resentimientos fuerzan rumbos inesperados. Al fin y al cabo, cuando García Egea intentó repetir la votación del decreto de la reforma laboral, intentó, también, defender a su amigo Alberto Casero.