ELECCIONES EN CASTILLA Y LEÓN

Nervios en el equipo de Casado: un fiasco el 13-F da alas a Ayuso y cuestiona a la cúpula

Un mal resultado pondría en la picota a Casado, reavivando el debate interno

El error de la reforma laboral es visto por muchos en el partido como "el punto de inflexión"

Pablo Casado y Teodoro García Egea en la votación de la reforma laboral.

Pablo Casado y Teodoro García Egea en la votación de la reforma laboral. / KIKO HUESCA.

Paloma Esteban

Paloma Esteban

El escenario que la noche del 13 de febrero puede dejar en el PP era inimaginable hace solo unas semanas. Alfonso Fernández Mañueco peleará las últimas horas de la campaña para movilizar a los suyos y a los que aún dudan entre su papeleta y la de Vox. Rozar la mayoría absoluta ya no forma parte de las opciones encima de la mesa y la prioridad es ya superar la barrera de los 30 procuradores. 

Muchos dirigentes sitúan las opciones en la horquilla de los 30 y los 33, mientras que descuentan un crecimiento del partido de Santiago Abascal, que superará sin dificultades la decena de escaños. Pase lo que pase el domingo, dicen en el partido, las miradas se dirigen a Génova. A pesar de que el propio Mañueco ha dejado claro que es él “quien se la juega”, el adelanto en Castilla y León estaba planteado para consolidar un cambio de ciclo que empezó en Madrid, debía extenderse por las autonomías y culminar con el auge de Casado. No solo eso. También serviría para igualar el liderazgo de otros barones territoriales a los de Isabel Díaz Ayuso y zanjar las dudas internas desatadas en los últimos meses.

La caída de las expectativas y un guión mucho más justo de lo previsto (la hecatombe sería no sumar con Vox) pone en la picota a Casado, refuerza a la madrileña por lo conseguido el 4-M y devuelve el pulso interno a la casilla de salida. Un mal resultado en Castilla y León penaliza al candidato, pero también a la cúpula, al presidente y a su número dos, Teodoro García Egea, a quien toda la formación atribuye parte de la operación política de este adelanto electoral.

El sentimiento generalizado dentro del PP es de desazón. Hay temor a que las cosas vayan incluso peor de lo aceptable, aunque en el partido ven muy difícil, “casi imposible” auguran dirigentes territoriales y diputados, que realmente haya un vuelco y la izquierda se haga con la victoria. No sólo porque Castilla y León es un territorio de naturaleza conservadora, sino porque constituye el feudo, la cuna verdadera de los populares. “Una cosa es subir poco, no cumplir expectativas. Y otra muy distinta es perder la Junta”, zanjan sin esconder el desánimo.

La campaña ha fallado por varios frentes. De eso no hay duda a estas alturas. El debate de la carne tras la polémica de Alberto Garzón dio un impulso pero perdió fuelle durante el camino. Y el PP, consideran algunos de sus dirigentes, siguió “estirando” el asunto, hablando también del campo, con cierto abuso. 

No solo por las fotos en granjas o rodeados de animales, aseguran, sino por el contenido en sí. Exactamente igual que elevar estas elecciones autonómicas al debate nacional, que algunos cuadros de Castilla y León, afirman que tampoco ha tenido un efecto positivo. Mañueco decidió ‘ayusizar’ la campaña desde el primer momento: “El PP debe poner freno al sanchismo en Castilla y León”. Y el mensaje no ha calado.

Como tampoco la explicación del adelanto electoral, que ni siquiera ha sido posible trasladar y el candidato lo ha evitado tantas veces como ha podido. También en los debates electorales. En los últimos días, aseguran distintos dirigentes, la votación de la reforma laboral dio la puntilla a un PP que ya estaba en horas bajas. El error del diputado Alberto Casero evitó el mayor fracaso de la legislatura de Pedro Sánchez. 

Hay dudas sobre cuánto afectará en la campaña castellanoleonesa, aunque distintos cuadros sostienen que los dudosos entre PP y Vox han encontrado “la excusa perfecta” para elegir a los segundos. Y, sobre todo, en el partido cunde la sensación de que la dirección nacional “ha quedado muy tocada”.

De hecho, hay diputados que encuentran lo ocurrido en la reforma laboral como “un punto de inflexión”, igual que en su día lo fue la moción de censura en Murcia. Un error humano (habitual en las votaciones del Congreso, que en esta ocasión afectó a una trascendental) que ha terminado enredando al PP con sus acusaciones de “pucherazo”. Algunos dirigentes reconocen en privado desde hace días que la estrategia “fue un completo error” y que tampoco manejaron bien el fallo de Casero.

Fue Casado quien decidió hacer del rechazo a la reforma laboral una de sus grandes banderas. El coste fue alto durante semanas, sobre todo después de que la CEOE bendijera el acuerdo. El líder del PP argumentó ante sus filas el pasado mes de diciembre que no podían respaldar la legislación laboral de Yolanda Díaz incluso aunque mantuviera la esencia de la reforma de Mariano Rajoy y Fátima Báñez y solo cambiara un diez por ciento de la ley popular. 

Hay dirigentes que insisten en que la cúpula quedó muy afectada después de la votación. García Egea, que además es muy cercano a Casero, capitaneó la escenificación contra la presidenta del Congreso y ordenó al grupo parlamentario llegar hasta el final. Pero otros diputados señalan “el enfado monumental” del propio Casado. “No podía creerse lo que estaba pasando”, zanjan. 

En los últimos días el líder del PP ha tratado de mantener un perfil bajo en la campaña y será este viernes cuando vuelva a participar en un gran mitin con Mañueco. Con ellos estarán algunos presidentes autonómicos como Alberto Núñez Feijóo, Ayuso, Fernando López Miras, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida y otros dirigentes. No acudirá Juanma Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía, por un viaje programado a Dubái. La siguiente mirada electoral está puesta en él con la duda de si se decidirá a un adelanto en primavera o si, en función de lo que los populares consigan finalmente en Castilla y León, decide apurar al otoño.