Opinión | EXTREMADURA DESDE EL FORO
Las líneas y el bidón
El sentimentalismo político cotiza al alza
Para la prensa internacional, naturalmente ajena a las ‘sensibilidades’ internas, el amago de renuncia del presidente Sánchez resulta enigmático. La incredulidad foránea se basa no tanto en las epistolarias formas como en el fondo mismo de la motivación de Sánchez. Las indagaciones sobre su esposa ni siquiera han alcanzado categoría de procesamiento, puesto que la condición de investigado se introdujo en la norma penal precisamente para evitar una condena social previa o paralela al propio proceso. Cabe sólo concluir que es la mera existencia del trámite lo que incomoda.
Las contrariedades de una pareja duelen, faltaría más. Sobre todo cuando existe el convencimiento de que esas adversidades tienen el origen en uno mismo. Convendremos que, cuando afectan a los hijos, la zozobra tiene mayor intensidad. Cuando menos, similar. Algo como esto ya ocurrió, sin trazar paralelismos entre procesos, con la Infanta Cristina. Y, sin embargo, hubiéramos entendido mal que el Rey ‘interrumpiera’ sus funciones o dejase de ejercer su cargo. Probablemente muchos de los que ahora se alinean, sin gradación posible, con el dolor del presidente en pausa, hubiesen atacado al entonces monarca.
Claro está que el sentimentalismo político cotiza al alza. Un factor que no debiera tener peso alguno en las decisiones políticas, incluso las de cariz más personal, lleva tiempo poniéndose en el centro. Lo público no puede ser subjetivo y a la política se llega llorado. Es difícil creer que ambas máximas las desconozca Sánchez, un político que ha demostrado sobradamente una enorme capacidad para oler sangre en sus rivales; dentro y fuera de sus filas.
Cabe la opción de que todo sólo sea un mcguffin, un señuelo.El objetivo es un toque a rebato para defender el fuerte, aún antes de que se atisbe el peligro.Busca una protección, un aclamamiento. Un auto de fe plebiscitario ‘a la búlgara’, un unánime grito liverpuliano de ‘Nunca caminarás solo’.
No dimitirá, no. Porque eso es fallar a los suyos y ceder ante los otros. Busca, cómo no, el fortalecimiento de esas líneas rojas que él mismo diseñacon profunda convicción (electoralmente) quirúrgica. Una vuelta de tuerca a la política frentista, a la abolición de los matices. De paso, culpabilizando a un nuevo grupo: la judicatura. Nada es casual ni súbito.Son los que están firmemente defendiendo la configuración y fuerza de las instituciones frente al fango partidista. Está por ver si será la jugada cierta o no. Rentable o no. En ningún caso será inocua. No se puede pretender llenar los bidones sociales con gasolina y luego blandir cerillas encendidas actuando inocentemente. No, no lo es.
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