Opinión | ÁGORA

Mª Isabel Moya / Marta Vall-Llossera

Vivienda, urbanismo y salud: un cambio de paradigma

La orientación de la vivienda, su diseño, la calidad del aire en su interior, la iluminación, los materiales de construcción y los sistemas de refrigeración o calefacción tienen un impacto determinante en la salud de las personas

vivienda

vivienda / Trabajadores de la Málaga Towers ÁLEX ZEA

El preámbulo del texto constitucional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala: "La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades". La relación entre los determinantes sociales de la salud, las exposiciones ambientales, el comportamiento humano y las políticas urbanas está cada vez más clara. De hecho, un 80% de esos determinantes sociales está fuera del sistema sanitario. Depende de otros factores. Entre ellos, nuestras ciudades. En este contexto, la coordinación entre medidas sanitarias y políticas urbanísticas, especialmente, las relacionadas con la calidad de nuestras viviendas, se convierte en un factor trascendental y que se enmarca en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Históricamente, el ámbito médico solía considerar la vivienda solo en relación con la enfermedad. Diversos factores vinculados al estado de conservación de la vivienda, como humedades, pueden desencadenar síntomas que reflejan el agravamiento de enfermedades preexistentes o incluso ser la causa de nuevos trastornos relacionados con exposiciones específicas. Estos problemas pueden surgir tanto en el hogar como en el lugar de trabajo, con vínculos directos con enfermedades de la piel y respiratorias.

Esta problemática se ha acentuado en los países industrializados, dado que las personas pasan más del 80% de su vida en espacios interiores y más de la mitad de la fuerza laboral desempeña sus tareas en oficinas o entornos no industriales similares.

Hoy en día, estamos siendo testigos de un cambio de paradigma en esta percepción. La ciencia demuestra que la planificación urbana y la vivienda son agentes esenciales para la salud y que principios como la calidad arquitectónica y la accesibilidad resultan clave. Aspectos como la orientación de la vivienda, su diseño, la calidad del aire en su interior, la iluminación, los materiales de construcción utilizados y los sistemas de refrigeración o calefacción tienen un impacto determinante en la salud de las personas, sin olvidar la escala urbana. 

El calentamiento global, la contaminación atmosférica -causante de siete millones de muertes prematuras al año, según la OMS- o el progresivo envejecimiento de la población nos sitúan ante retos acuciantes, con efectos directos sobre la salud, que urgen a una transformación profunda que redefina los entornos en los que vivimos. Y, de nuevo, la Arquitectura y el Urbanismo son esenciales para conseguir sociedades más saludables. 

Este cambio de paradigma, que pone el foco sobre la salud de las personas y la preservación de la biodiversidad, pasa por la renaturalización de los entornos urbanos y su regeneración; la rehabilitación de nuestras viviendas y edificios para que sean más saludables, accesibles, eficientes, desde el punto de vista energético, y funcionales; por el establecimiento de indicadores/medidores de salud colectiva en el espacio público y en el privado; la reactivación de las zonas rurales y la revitalización de entornos urbanos consolidados para promover el reequilibrio territorial, como acciones prioritarias.

Una arquitectura de calidad busca integrar aspectos funcionales, técnicos estéticos y humanísticos para mejorar la calidad de vida de las personas. Es un principio fundamental de la calidad arquitectónica, vinculado a aspectos sociales, medioambientales y económicos, que el ciclo de vida del edificio sea una de las bases del proyecto arquitectónico, contemplando, además, el uso de los materiales constructivos de bajo impacto, el mantenimiento y el fin de su vida útil, aplicando criterios de circularidad. Todo esto son elementos de sostenibilidad, que, además, influyen en la salud de las personas y que cuentan con una base científica sólida. 

La creación de espacios y entornos saludables no solo mejora la calidad de vida de las personas, sino que también contribuye significativamente a la prevención de enfermedades y al bienestar general de la sociedad, un ejemplo claro de esto son los espacios cardioprotegidos. Es esencial que las políticas urbanísticas y de vivienda consideren estos aspectos para garantizar un entorno más saludable para todos. 

* Mª Isabel Moya es vicepresidenta primera del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos y Marta Vall-Llossera es presidenta del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España.