DEL BARRO AL BARRIO

Miseria, chabolas levantadas de noche y una sentencia del Supremo: Orcasitas, el barrio hecho a sí mismo

Las chabolas se multiplicaban en esta barriada del llamado "cinturón negro" de Madrid entre los 50 y los 70 del siglo pasado. Sus habitantes no tenían nada: ni agua, ni luz, ni asfalto ni váter

La lucha vecinal de activistas como Félix López-Rey ha proporcionado al barrio servicios públicos, energía más barata y mejoras en los edificios

Una sentencia del Tribunal Supremo, la conocida como sentencia de la memoria vinculante, cambió la historia de esta zona: exige que, los vecinos chabolistas sean realojados en su propio barrio cuando éste fue urbanizado

Cuatro personas juegan frente a la puerta de la Asociación de Vecinos de Orcasitas, en Madrid.

Cuatro personas juegan frente a la puerta de la Asociación de Vecinos de Orcasitas, en Madrid. / ALBA VIGARAY

Ana Ayuso

Ana Ayuso

A los vecinos más veteranos de Orcasitas les obsesionaban tres cosas cuando llegaron a Madrid a principios de los años 50: el barro, la piqueta y el váter. La arcilla expansiva les atrapaba, condicionaba sus proyectos y les traumatizaba, porque era la marca que les diferenciaba de los ricos. La piqueta era para ellos un símbolo del fracaso, la herramienta del albañil que derribaba las construcciones más pobres. Y el váter lo recuerdan por esos tiempos en los que no lo tuvieron y tenían que tirar sus desechos en latas.

Esta área del sur de Madrid surgió como producto de la inmigración de los años 50. El 36% de los primeros pobladores llegaron de Castilla-La Mancha; el 16%, de Extremadura; un 13%, de otras zonas de Madrid; casi un 11%, de Andalucía Oriental y cerca de un 10% de Andalucía Occidental, según un estudio de la Gerencia Municipal de Urbanismo de 1973. Estos primeros habitantes del barrio querían dejar atrás el campo y abandonaron sus raíces para probar suerte en la ciudad.

Sus casas eran simples chabolas hechas de cascotes y ladrillo. Compraban un terreno y levantaban legalmente, con papeles que lo certificaban, su nuevo hogar. A veces ampliaban esas infraviviendas, pero tenían que construirlas de noche para que no les derribase la obra la Guardia Civil.

Félix López-Rey Gómez, de 73 años, llegó con su familia siendo un niño, en 1956, procedente de Polán, un pueblo de Toledo. En estos años se ha convertido en el líder más reconocido de un barrio que se lo debe todo a la lucha vecinal. "En la vida de Orcasitas hay un antes y un después desde que existe la Asociación de Vecinos, que se fundó en octubre de 1970 en una chabola, que era la mía", expresa.

El activista vecinal de Orcasitas Félix López-Rey, en la Plaza de la Memoria Vinculante de este barrio de Madrid.

El activista vecinal de Orcasitas Félix López-Rey, en la Plaza de la Memoria Vinculante de este barrio de Madrid. / ALBA VIGARAY

Este hombre de pelo canoso recuerda sin casi titubear el nombre y dos apellidos de prácticamente todas las personas que han pasado por su vida, ya fuera durante una conversación o durante años.

Félix López-Rey puede hablar durante más de 20 minutos sobre un mismo tema, o incluso dos horas, como lo hizo con

EL PERIÓDICO DE ESPAÑA

. La charla quedó interrumpida por el granizo y las prisas. "Si te cuento la historia de 52 años, puedo estar hablando durante cuatro horas", dice al comenzar la conversación.

Esa historia es la de Orcasitas, que, en cierto modo, es también la suya propia. Él no puede desligarse de este barrio obrero del sur de Madrid y la Meseta de Orcasitas no sería nada -o al menos casi nada- sin Félix López-Rey.

En la "aureola negra" o "cinturón negro" de Madrid, el Ayuntamiento contabilizó en 1973 un total de 32.733 chabolas, en las que vivía el 3,22% de la población de la capital, es decir, 101.604 personas, según refleja un estudio de la época realizado por la Universidad Autónoma de Madrid.

Todo lo que se ha conseguido en este barrio ha sido a base de lucha"

— Félix López-Rey Gómez

Ese "cinturón de miseria", como lo llama Félix López-Rey, recorría los barrios periféricos de Madrid desde San Blas, al este de la ciudad, hasta Campamento, al suroeste. Estas infraviviendas se extendían en una superficie total de 247 hectáreas (casi la misma que ocuparían 346 campos de fútbol), como recoge el Censo de Infravivienda elaborado en 1973 por la Delegación Provincial del Ministerio de la Vivienda.

Las chabolas se fabricaron entre las décadas de los 50 y los 70 del siglo pasado. La superficie media de esas casas rondaba los 24 metros cuadrados. En ese "ridículo espacio", expresa Félix López-Rey en su libro Memorias vinculantes de un barrio, los inquilinos comían, dormían, se lavaban cuando podían y hacían sus necesidades.

Muchas de esas infraviviendas contaban con un pequeño habitáculo en la entrada en el que "se disimulaba el cubo de la mierda, como si fuera la caseta del perro". Otras estaban dotadas de un orinal alto al que denominaban perico. No había urinarios. Tampoco agua corriente, alumbrado, alcantarillado ni recogida de basuras.

En 2022, Orcasitas, que en la actualidad pertenece al distrito de Usera y antes al antiguo pueblo de Villaverde, acoge a 23.095 personas. Cuenta con una escuela infantil pública, dos colegios concertados y uno público, un instituto de Secundaria también público, un centro de mayores, un centro de salud, complejos deportivos, dos campos de fútbol, uno de ellos "homologado para 2ª B", dice orgulloso López-Rey al pasar por la puerta de entrada. Por tener, tiene hasta Decathlon. Eso sí, no en la zona en la que "se socializa el suelo", sino en la que "se especula".

"En España no existe un colegio público que no haya sido diseñado por los arquitectos del Ministerio de Educación, pero, en la construcción del Colegio Gloria Fuertes, fuimos nosotros quienes impusimos al arquitecto", sostiene.

Orcasitas ha sido una referencia a nivel nacional e internacional para otras áreas que han llevado a cabo movimientos sociales urbanos. "Todo lo que se ha conseguido en este barrio ha sido a base de lucha", resume López-Rey, que fue concejal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento entre 1987 y 1999 y que en la actualidad ejerce ese mismo cargo, pero representando a Más Madrid.

En los primeros meses de la década de los 70, los vecinos de Palomeras y los del Pozo de Tío Raimundo, en Puente de Vallecas, habían formalizado sus asociaciones de vecinos y Orcasitas tomó un resumen de sus estatutos para elaborar el suyo propio. En octubre de 1970, Orcasitas da sus primeros pasos para conformar su asociación. Presentaron en la Dirección General de Seguridad el 16 de febrero de 1971 la documentación necesaria para fundar su Asociación de Vecinos y, gracias a la mediación del párroco Miguel Oltra con la administración, la institución fue legalizada en diciembre de ese mismo año.

Desde entonces, la Asociación Vecinal de Orcasitas no ha parado hasta conquistar todos los objetivos que se proponía. Sus movilizaciones y el protagonismo permanente en la prensa, que llega a molestar a "determinados personajes que nunca llegué a conocer", afirma López-Rey en su libro, provocaron que se instalase en el barrio un abrevadero de caballerías, para que las personas no bebiesen la misma agua que los animales, y que se pavimentasen las tres primeras calles con hormigón.

Fueron los vecinos los que decidieron qué calles debían ser asfaltadas y serían bastante tiempo después los mismos habitantes del barrio los que pondrían nombre a las vías en las que desarrollaban su vida diaria: así nacieron las plazas de Solidaridad, Asambleas o Promesas, y las calles Encierros, Retrasos o Expropiación, que relatan adoquín a adoquín la historia del barrio.

Gracias a los vecinos y a sus protestas, se colocaron dos semáforos para frenar los atropellos mortales que se venían produciendo: uno en la N-401 y otro en la avenida de los Poblados, carretera que cortaron las mujeres de Orcasitas para facilitar el cruce entre Pradolongo y su Meseta.

Mucho después, en 2009, los vecinos arrojaron miles cucarachas a las puertas de la Junta Municipal de Usera para que el Ayuntamiento adoptase medidas urgentes para acabar con la plaga de insectos que padecía el barrio cuando llegaban las altas temperaturas. Han conseguido incluso que la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre "desfilara como modelo" en un acto benéfico para recaudar dinero para pagar telas para hacer los vestidos que las mujeres del barrio habían confeccionado en los cursos de patronaje. "Salimos hasta en Pronto", dice López-Rey.

La lucha vecinal de Orcasitas ha servido de modelo para otras que han llegado después. "Aquí han venido de todas partes, hasta del diario de los sindicatos soviéticos en su día, para interesarse por los nombres de nuestras calles", incide López-Rey. En El Prat de Llobregat, en el barrio de San Cosme, homenajearon a la Meseta con la plaza del Barrio de Orcasitas porque los vecinos participaron en la remodelación de la localidad catalana, que también se encontraba atestada por barracas (chabolas).

"Hemos estado en los barrios de chabolas de Valladolid, Salamanca, Córdoba o Huelva para contar nuestra experiencia", dice el concejal. También en Madrid, contribuyeron a que Leganés, donde hay una calle en honor a Félix López-Rey, arreglase una carbonería que estaba allí instalada; y, en el Pozo del Tío Raimundo, "levantaron un local en la Asociación de Vecinos a imagen y semejanza del nuestro".

Tejados libres de amianto en un edificio de Orcasitas.

Tejados libres de amianto en un edificio de Orcasitas. / ALBA VIGARAY

El municipalismo de Orcasitas es un municipalismo moderno. Ha sido un barrio pionero en la eliminación del amianto de sus tejados y de los cables de alta tensión en sus fachadas. Y, en tiempos en los que los españoles miran al reloj para poner la lavadora, ellos cuentan con una central térmica que distribuye energía a la Meseta.

"Ahorramos 1.450 toneladas de CO2 que no lanzamos a la atmósfera y tenemos placas solares para vender nosotros energía a las eléctricas y abaratar nuestros costes". En definitiva, el suyo es el único "barrio de pobres de España que tiene calefacción de ricos", expresa el activista vecinal.

La sentencia de la memoria vinculante

Placa de la Plaza de la Memoria Vinculante de Orcasitas.

Placa de la Plaza de la Memoria Vinculante de Orcasitas. / ALBA VIGARAY

Las chabolas no desaparecieron de un día para otro. Las autoridades elaboraron un Plan Parcial para cambiar la estructura urbanística del barrio, pero lo hicieron a espaldas de los vecinos.

Agustín Sánchez, un barrendero local, encontró por casualidad un boletín de la provincia que hablaba de una estrategia específica para Orcasitas. En el papel aparecían términos que los vecinos no comprendían, como expropiación, área metropolitana o plan parcial de ordenación urbanística, por lo que buscaron a alguien para que se lo traduzca.

Cuando conocieron el significado de esos conceptos, cayeron en la cuenta de que iban a cambiar el barrio y les iban a dejar fuera de sus hogares. "El objetivo primordial de este Plan Parcial es la limpieza del chabolismo, y el sistema de actuación aprobado, el de expropiación. Firmado: Gerencia Municipal de Urbanismo", rezaba la nota.

Los afectados no tardaron en dirigirse a la institución para reclamar una aclaración. Nadie queríadar la cara. Después de acudir en varias ocasiones, el entonces gerente de Urbanismo, el coronel Valentín Barriga, les atendió y les dijo que en su ánimo y en el de la Administración estaba que las viviendas que se iban a construir en Orcasitas "sean para ustedes". "Pero no puedo afirmar nada", reculó.

Todo en el plan eran "privilegios para la clase rica y desprecio para los pobres". "La especulación llamaba a la puerta de los suburbios", asevera López-Rey en el libro.

Para luchar contra el futuro que habían ideado para ellos, la Asociación Vecinal acudió al abogado Eduardo García de Enterría, uno de los juristas más prestigiosos del siglo XX, que fue quien les representó en su batalla ante el Tribunal Supremo. En octubre de 1973, un alto cargo de la Administración firmó finalmente para los vecinos un documento que asegura que no les iban a echar de Orcasitas y que tenían derecho a quedarse mientras durasen los trabajos de construcción de las nuevas viviendas.

Ese documento es el que tendría en cuenta el alto tribunal para emitir su fallo años después, en 1977. En la conocida como la sentencia de la memoria vinculante, que también da nombre a una plaza de Orcasitas, dio la razón a los chabolistas, a quienes les corresponden las viviendas ya construidas.

"Hasta entonces, la memoria de los planes de urbanismo era un documento meramente literario. Aquella sentencia ha sido el cauce por el que el TS ha exigido no sólo el cumplimiento, sino las motivaciones de las decisiones del planeamiento urbanístico", explicaba Javier Delgado, expresidente del Supremo y del CGPJ.

Orcasitas ha hecho historia a base de ruido.