FLAMENCO

Eva Yerbabuena: la mirada a una maestra del presente para abrir la Bienal de Sevilla

La veterana bailaora inaugura el festival con una propuesta que reflexiona sobre la identidad una cita llamada a ser un espacio de creación libre

Eva Yerbabuena inaugura la XXII Bienal de Flamenco de Sevilla

Eva Yerbabuena inaugura la XXII Bienal de Flamenco de Sevilla / EFE/ Julio Muñoz

Ángeles Castellano

Ángeles Castellano

A estas alturas de carrera, no se puede discutir la solidez de Eva Yerbabuena (nacida Eva Garrido, Francfort, 1970) en el flamenco. De hecho, con este espectáculo celebra 20 años de su compañía. Y sin embargo, ella ha elegido, justo ahora, reflexionar sobre su identidad y hacerlo con su baile más fresco. ¿Quiénes somos? ¿Somos quienes creemos que somos o quienes los demás creen que somos? ¿O acaso es precisamente esa mirada del otro la que nos hace avanzar, la que nos lleva al límite, la que determina nuestras decisiones?

Lo que no puede dudarse, después de asistir este sábado al estreno de Re-fracción (Desde mis ojos), es que la Yerbabuena es una maestra. Una maestra del presente. Que se muestra contemporánea de las bailaoras que han llegado detrás y de las que es referente. Que se mira y que reflexiona sobre la mirada de los demás, sobre quién es ella. Sus preguntas están en el aire del Teatro de la Maestranza de Sevilla en el estreno principal de la jornada inaugural de la XXII Bienal de Flamenco de Sevilla.

Y ante sus reflexiones, una certeza: en plena madurez, la Yerbabuena está distinta. Su baile tiene fuerza, es más libre. Lo desarrolla, en esta ocasión, de la mano de Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola, director escénico, bailarín y coreógrafo -que ya ha trabajado con otros flamencos, pero nunca con Eva-, que adopta el papel del otro. Un otro que en ocasiones nos lleva al límite y que podemos terminar siendo nosotros mismos. Tiene un papel disruptivo. En momentos la acompaña (delicioso el paso a dos), pero sobre todo, la para. La mueve como quien mueve a una muñeca. La sacude. La interpela. La lleva hasta sus límites ("Ya no puedo más" repite ella en una escena). La hace brillar. Con una escenografía en permanente movimiento -elementos que van mutando, arrastrados por músicos y bailaores para modificar el espacio y servir al desarrollo de la obra- y un excelente juego de luces y sombras, de espejos y proyecciones, ambos -junto con el elenco de músicos encabezado por un superlativo Paco Jarana, eterno compañero de la bailaora- llevan al espectador por la reflexión en un camino de emoción.

Porque sobre todas las cosas, está el baile de Eva. Sobre todo por soleá, que la bailaora acomete casi en el arranque, creando un clima de emoción que logra mantener en el paso a dos con Juan Kruz pero se difumina quizás demasiado conforme avanza la obra hacia el final. Sea por soleá, sea por tangos o seguiriyas, sea en el paso a dos, la Yerbabuena domina la técnica, eso ya es sabido, pero aquí lo que sobra esta vez es energía, entrega y libertad.

Tiene un papel fundamental Merche Esmeralda, maestra de su generación a la que Eva acude a buscar al patio de butacas y que, en el escenario la peina con mimo, con amor y esmero, y la besa en la cabeza en lo que parece un momento de transmisión, de maestra a maestra.

La bailaora Eva Yerbabuena estrena Re-fracción (Desde mis ojos) en la Bienal de Flamenco de Sevilla

Carolina Ruiz Caro / Bienal de Flamenco de Sevilla

Y es eso precisamente lo que quiere ofrecer esta edición de la Bienal de Sevilla. Es ese el empeño de su director, Chema Blanco, que propone como hilo conductor mostrar el flamenco del presente para pensar el futuro. "Eva Yerbabuena es receptora de un legado que a la vez está transmitiendo a las que vienen detrás y dando la mano", explicaba a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA este viernes en una videoconferencia. "Ese vector es el interesante para mí, es el que recorre la programación", añade.

Un arranque triple

El espectáculo de Eva Yerbabuena ha sido el estreno principal de la jornada del sábado. Pero el director ha querido, precisamente, que esta edición tenga varios focos de atención en su arranque. Por un lado, el cambio en la entrega de los Giraldillos. Son unos premios que, hasta ahora, se entregaban a modo concurso, por un jurado profesional. Este año, Blanco ha querido hacer una categoría única, el Giraldillo Internacional, con una dotación económica de 10.000 euros, y cuya entrega fuese el primer acto de la Bienal. Este año el premio ha sido precisamente para la bailaora que ha abierto el festival: Eva Yerbabuena, que recibió su reconocimiento de manos del rey Felipe VI el pasado jueves.

El Rey Felipe VI entrega el premio Giraldillo Internacional a la bailadora Eva Yerbabuena. De izquierda a derecha: el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno Bonilla, Eva Yerbabuena, Felipe VI, y Antonio Muñoz, alcalde de Sevilla.

El Rey Felipe VI entrega el premio Giraldillo Internacional a la bailadora Eva Yerbabuena. De izquierda a derecha: el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno Bonilla, Eva Yerbabuena, Felipe VI, y Antonio Muñoz, alcalde de Sevilla. / Eduardo Briones / Europa Press

Después, el viernes, el tradicional pregón que anuncia las tres semanas de festival, este año encargado a Laura García Lorca, como guiño al centenario del Concurso de Cante de Granada de 1922.

Y por último, un triple estreno, este sábado: un concierto matinal de apadrinamiento, en el que un artista consagrado (en este caso, Dani de Morón) cede el testigo a un guitarrista novel (Benito Bernal) que participa en Factoría Cultural, un centro socio cultural ubicado en el Polígono Sur, que pretende trabajar con jóvenes que viven realidades complicadas a través del arte y la cultura, principalmente, del flamenco. Como cabeza de cartel, el estreno de Eva Yerbabuena y su Re-fracción (Desde mis ojos) junto a Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola. Y por último, otra apuesta clara del director, el cantaor Álvaro Romero junto al músico de electrónica portugués Pedro Dalinha, con el estreno de Yeli, yeli. "Creo que una inauguración en tres partes hace a la Bienal más festival, le quita solemnidad y lo hace más muestra, que es lo que debe ser", explicaba el viernes el director.

La XXII Bienal se desarrollará en diferentes espacios escénicos de la capital andaluza hasta el 1 de octubre. En total, serán 68 espectáculos de cante, baile y guitarra flamenca. Habrá una gran presencia de mujeres liderando las propuestas, pero ninguna de ellas en el ciclo dedicado a la guitarra flamenca, el espacio justamente más necesitado de presencia artística femenina por ser territorio tradicionalmente vedado a éstas.

Rocío Molina, que estrenará en España el espectáculo que presentó en la Bienal de Venecia y que le hizo ser la segunda española en recibir el León de Plata de la Danza 2022 -la primera fue La Ribot-, la vuelta al flamenco de El Niño de Elche, o los estrenos de artistas que buscan su consagración definitiva como Paula Comitre, Ana Morales, Patricia Guerrero o Lucía la Piñona, son algunos de los espectáculos que se desarrollarán en las próximas tres semanas, además del primer ciclo de guitarra sola que se programa en una Bienal.

Chema Blanco: "He luchado por que la Bienal sea un espacio de creación libre"

El director de la XXII Bienal de Flamenco de Sevilla, Chema Blanco (Madrid, 1965) es un viejo conocido de la Bienal. A ella llegóo desde Anegro, la oficina de representación y producción que fundó junto a Cisco Casado y catapultó las carreras de Miguel Poveda, Rocío Molina y, en un periodo mucho más prolongado en el tiempo, del bailaor Israel Galván. Después, como director de Programas Culturales del Instituto de Cultura y las Artes (ICAS) de Sevilla. Desde su nombramiento como director en 2021, ha dejado clara su intención de programar una Bienal que ofrezca un mapa del flamenco actual, pero con la mirada puesta en el futuro de este arte.

-Me consta que en esta programación hay una intención de acercar a los artistas flamencos a otras disciplinas o a colocarlos al menos fuera de lo que se espera de ellos para que exploren y arriesguen en el arte. ¿Cómo ha resultado ese empeño?

Bueno, en esta Bienal hay flamenco tradicional, lo que yo llamo el anclaje. Pero ha sido una obsesión para mí construir el relato del presente. Pero cuando presenté la programación de la Bienal y leí todos los nombres que van a estar, dije: ya está. Gustará más o gustará menos, pero mi relato, lo que yo quería contar, está. Y es el presente y es esa mirada que implica aceptar sin complejos ya el futuro, a inundar esto de relacionarnos con otras disciplinas sin ningún complejo.

-De todas las ausencias que se han comentado, la que más me llama la atención es la de Rocío Márquez. ¿Qué ha pasado?

No hemos encontrado el proyecto adecuado. Yo la llamé para para que presentara Tercer Cielo, pero ella tenía un compromiso ya con la Junta de Andalucía para para presentarlo antes del verano. Después había otro espectáculo que podía haber sido, pero no nos pusimos de acuerdo. Estas cosas también pasan. Hay un proyecto que ella hace en Francia, con un coro de voces contemporánea que me parece precioso y ella lo quería hacer en el Teatro Lope de Vega y yo quería que lo hicieran en el Teatro de la Maestranza, porque es el templo de la voz en Sevilla, el teatro de la ópera de la ciudad, y ella no se sentía protegida en este espacio. Era un proyecto también muy caro, porque tienes que traer a 30 personas de Francia... A mí me hubiera encantado tenerla, porque yo siempre he contado con ellañ. Pero bueno, mira, yo qué sé. Estoy contento con la programación, pero la echo de menos. La sigo echando de menos.

-¿Y con Rosalía?

Pues lo de Rosalía ha sido una faena, porque estaba. Y el proyecto era precioso. No quiero contar mucho por si se da la ocasión en otro momento, pero estuvimos un mes ahí hablando del proyecto hasta que encontramos la fórmula. Y de repente me llaman de la casa de discos y me dicen que le han cambiado la gira y que le iba a coincidir con los conciertos en América. Al principio iba a ser al contrario, primero América y después Europa y la casa de discos le cambió el plan. A Rocío y Rosalía las echo mucho de menos.

-La Bienal ofrece este año un ciclo de guitarra desnuda. Sin acompañamiento. Pero no hay mujeres guitarristas en este ciclo....

He llegado muy tarde. La Junta de Andalucía había programado un ciclo de mujeres guitarristas en junio en el Teatro Central y los nombres que se nos ocurrían eran los mismos, porque han sido como siete conciertos. No ha podido ser, ha sido como lo de Rocío. Los tiempos en los que te nombran director de la Bienal para trabajar el proyecto son lo que son.

-La burocracia y las dificultades administrativas parecen ser definitivas. ¿Qué papel juegan en la organización y puesta en marcha de la Bienal?

Llegas a la Bienal con toda la ilusión del mundo y te das cuenta de que lo que tienes que hacer es montar una Bienal. Es que la Bienal no existe. La Bienal tiene un nombre, tiene una marca pero no tiene equipo, ni presupuesto independiente. Yo lo diré siempre, la Bienal tiene que estar fuera de los procesos administrativos. Yo no sé qué fórmula administrativa debe tener, pero tiene que ser un patronato, una fundación, algo que no tenga que estar sometida a esa doble intervención previa. Eso es una barbaridad, es una batalla que no te puedes hacer una idea. De verdad.

-Me imagino que vivir también esa cosa de que no voy a traer espectáculos que no van a ser estrenos absolutos porque no puedo apoyarlos económicamente. Debe ser muy frustrante, ¿no?

Para mí ha sido así. En un festival importante tienen que pasar cosas y las cosas pasan en los estrenos. Eso es así. Y un estreno pasa si tú tienes un programa de residencias que tú puedas poner en la mano del artista y lo encargas con tiempo. En la administración municipal, la palabra coproducción no está contemplada. Para mí la Bienal tiene que estar al lado de los teatros importantes, de los festivales importantes. No puedes estar todo el día pidiendo favores personales a otros teatros para coproducir como si estuviéramos pidiendo limosna. La Bienal habría que sacarla, darle un presupuesto independiente, que haya una gestión independiente, es que si no, esto se muere. Yo lo que no voy a hacer es meterme en otra Bienal en la mismas condiciones, porque me voy a reventar el hígado. Esto tiene mucho desgaste.

-Entre lo que planeabas para esta Bienal y lo que finalmente va a ocurrir, ¿qué sensación te queda?

Yo estoy contento con la programación. Y los artistas están muy contentos. No he parado de repetirles que sean libres, que hagan lo que les dé la gana. Yo soy el responsable último de lo que ocurre en el escenario. Esto es un espacio de creación y un espacio libre. Habrá mucha gente que no le gusta. No puede estar pensando en eso. Pero yo a los artistas los veo contentos y a mí eso me hace muy feliz. Y veo mucho interés de mucha gente de fuera que va a venir. Yo creo que la Bienal tiene que ser la referencia de la factoría del flamenco, el laboratorio flamenco. Porque de aquí de donde tienen que salir las cosas. Yo eso es lo que he intentado. No me he guardado nada.