PREESTRENO EN MADRID

Lucía Álvarez 'la Piñona': "En el flamenco hay menos vanguardistas de lo que se dice"

La bailaora presenta en los Teatros del Canal 'Insaciable', una obra que surge de una crisis personal y artística que después se estrenará en la Bienal de Flamenco de Sevilla

Lucía Álvarez, la Piñona, en una imagen promocional de su espectáculo 'Insaciable'.

Lucía Álvarez, la Piñona, en una imagen promocional de su espectáculo 'Insaciable'. / Juan De la Fuente

Ángeles Castellano

Ángeles Castellano

Es curioso cómo los flamencos llegan a este arte en el que luego hacen carrera. Algunos nacen inmersos en él y dicen haber zapateado desde la cuna. Otros lo hacen en estirpes flamencas y se ven abocados a continuar el legado que han heredado o luchan por desvincularse de él. También hay otros que, si bien rodeados de afición, acceden desde la periferia. Ese es el caso de Lucía Álvarez, la Piñona (Jimena de la Frontera, Cádiz, 1985). Su pueblo, enclavado en la sierra de Cádiz y cercano al Campo de Gibraltar, no es cuna de grandes nombres del baile. Y su familia -es hija de padres hippies gaditano e inglesa- tampoco tiene una conexión fuerte con este arte, aunque en su casa había cierta afición a lo jondo. "Me he criado y he vivido así, entre periferias. Me gusta ese lugar", reconoce.

Sin embargo, su baile no es periférico. La Piñona es una bailaora hija de su tiempo que conoce perfectamente las tendencias actuales, pero que no explora en otros estilos como lo hacen tantos de sus contemporáneos. De ella se suelen destacar su sensualidad y su fuerza. Es una creadora que no recurre a los alardes técnicos y es extremadamente expresiva, especialmente en el braceo, algo que contrasta con su timidez en la conversación. Pero sobre todo, y principalmente como resultado de una crisis personal y artística que dice haber vivido hace aproximadamente un año, en este momento de su vida se considera una persona insaciable. Y es precisamente esta palabra, Insaciable, el título de su nueva obra, que este martes se muestra por primera vez en los Teatros del Canal de Madrid. El estreno será el próximo 21 de septiembre, en la

Bienal de Flamenco de Sevilla

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"Es un término que me representa, en muchos sentidos", explica. "El año pasado hubo muchos cambios en mi vida y ahí surgieron un poco las ganas de mostrarme más. Ser más yo que nunca, con un ejercicio de aceptación, de luces y de sombras". El resultado, una obra que es como "un destape, una celebración, una explosión de mi baile".

De la dirección artística se ocupan los bailaores y coreógrafos Rafael Estévez y Valeriano Paños, cuya compañía Estévez y Paños logró el Premio Nacional de Danza en 2019 en la modalidad de creación. Estos dos creadores singulares, siempre en la vanguardia, fueron el vehículo necesario para lograr ese destape que anuncia la bailaora. "Tenía muchas ganas de hacer un trabajo corporal y coreográfico, de afianzar mi lenguaje y enriquecerlo también, reforzarlo", explica. "Y ellos hacen un tándem maravilloso para lograrlo, para sacarte partido con los elementos que tienes a nivel expresivo". Además de los directores artísticos, en Insaciable también están el bailaor Jonatan Miró y los cantaores Jesús Corbacho, José el Pechuguita y Matías López el Mati, además de la guitarra de Ramón Amador.

Entre dos mundos

Lucía Álvarez Howard empezó a bailar con 10 años en su pueblo. De allí es originario un dulce muy popular en Andalucía hecho a base de almendras, piñones, ajonjolí, canela y clavo, el piñonate, que terminó adoptando como nombre artístico a sugerencia de una amiga. Tuvo una infancia peculiar: su madre, inglesa, visitó Tarifa a finales de los 70, se enamoró del lugar y de su padre, se casó con él y se quedó para siempre. "Yo vivía en medio de dos mundos", explica. "A ratos en la cuadra con los mulos, o por los barrancos del pueblo, pero también tuve bastante contacto con un mundo de mucha cultura y mucho protocolo de la alta sociedad inglesa".

El flamenco siempre estuvo presente. Tanto, que con 18 años decidió trasladarse a Sevilla para seguir formándose e intentar dedicarse profesionalmente al baile. Allí pasó por una escuela muy reconocida, la Fundación de Arte Flamenco Cristina Heeren, y comenzó a actuar en tablaos. En 2011 logró el principal premio de baile en el Festival de Cante de Las Minas de La Unión, el 'Desplante' y, además de comenzar a ser requerida por las compañías de artistas como Manuel Liñán, Arcángel o Esperanza Fernández, llegó a ser primera bailaora del Ballet Flamenco de Andalucía.

Un año después, en 2012, decidió dar el salto y comenzar a montar sus propios espectáculos. Con el tercero, Emovere, estrenado en el Festival de Jerez en 2018, comenzaron las nominaciones a premios como los Max o los Lorca. Después llegaría Recital, que presentó en el Teatro Real en 2019, y Abril, que debutó en la Bienal de Flamenco de Sevilla en 2020 bajo la dirección artística de Pedro G. Romero y con el guitarrista Alfredo Lagos como director musical.

La búsqueda de una identidad

Probablemente Insaciable, que cuenta con el apoyo del ayuntamiento de su localidad natal ("por favor, menciónalo, es importante para mí porque es la primera vez que hacen algo así"), sea la obra que marque su trayectoria, y que suponga su consagración definitiva como creadora.

La Piñona reconoce que le ha costado encontrar quién es como artista. La crisis que vivió el año pasado tuvo que ver, precisamente, con no quedar del todo contenta con el estreno de su anterior propuesta, Abril. Después de pasar siete meses pandémicos sin subirse a un escenario, algo se torció en un espectáculo especial para ella, porque en él trataba cuestiones tan personales como su infancia o la difícil relación con la vida de sus padres, llena de excesos. "Pero Abril fue un gran maestro", aclara. "Al final, todos los trabajos son sanadores. Aunque decidas hacer La Cenicienta, la obra no puede estar despegada de ti, así que siempre hay un proceso de autoconocimiento, y quizá de aceptarte más y de hacerte más amigo tuyo". 

En ese proceso de búsqueda, sí sabe que no quiere ser considerada una bailaora vanguardista, pero tampoco rehúye el término. Ella defiende a los creadores más atrevidos, pero advierte: "Para mí la vanguardia es súper necesaria, pero creo que en el flamenco hay muchos menos vanguardistas de lo que se dice". Su ejemplo es Israel Galván, del que reconoce que, siendo un creador audaz, a menudo los aficionados pasan por alto que utiliza muchos elementos de Vicente Escudero o Antonio el Bailarín. "Está todo en su baile. Lo que pasa es que hay que estudiar un poquito y no quedarse en decir que Israel baila muy raro".

La Piñona vive con naturalidad ese mundo de contrastes, evidente cuando habla de sus fuentes de inspiración: de Patti Smith a Manuela Carrasco, de Arianna Puello a Lola Flores. Menciona además a su contemporánea Ana Morales, amiga cercana. O a Susana Casas, compañera de tablao y "una de las mejores bailaoras que hay en Sevilla". Ella misma no ha dejado nunca de trabajar en esos escenarios, que le permiten manetenerse activa en el baile y que son un terreno para expresarse con libertad. "Hay muy buenos artistas y muy buenos bailaores y bailaoras que no están en los festivales ni en las grandes programaciones. Tú vas a un tablao y da vértigo la calidad que hay. Es muy inspirador compartir con estos artistas el día a día".