LA ENTREVISTA

Sergio del Molino: "No contrataría al profesor de baile de Almeida. Siento mucha empatía por los torpes"

"Creo que el lector me lee en pijama, porque generalmente leemos en casa y en lugares íntimos. También se lee en el metro y en muchos sitios. Pero la lectura es un acto íntimo y la literatura es una comunicación íntima"

El escritor Sergio del Molino, galardonado con el Premio Alfaguara 2024 por su obra 'Los alemanes'.

El escritor Sergio del Molino, galardonado con el Premio Alfaguara 2024 por su obra 'Los alemanes'. / JOSÉ LUIS ROCA

Sergio del Molino, premio Alfaguara de novela 2024 con Los alemanes, prepara un ensayo y una novela para cuando le deje libre la promoción del libro galardonado. El autor de La España vacía percibe que España se sigue vaciando, porque asegura que es muy difícil que las comunidades pequeñas sean viables. 

Yo sé que usted ha venido a hablar de su libro. Pero antes cuénteme qué eso de que escribe en gallumbos.

Pues que escribo en casa, y en casa estoy muy cómodo. Y creo que el lector me lee en pijama, porque generalmente leemos en casa y en lugares íntimos. También se lee en el metro y en muchos sitios. Pero la lectura es un acto íntimo y la literatura es una comunicación íntima.

¿Los gallumbos le aportan inspiración?

No. Me aporta inspiración estar cómodo en mi casa [risas].

Quería hacer una novela convencional, “sea lo que sea eso”. ¿Lo ha conseguido con Los alemanes?

He conseguido una novela que se percibe como una novela. Creo que no va a haber un solo lector que pueda decir que no es una novela.

De una migración de alemanes de Camerún que se instalan en Zaragoza sale una historia de culpa, corrupción, poder y familia.

Es que esta historia lo tiene todo. Puedes hablar de un montón de cuestiones que me preocupan y obsesionan partiendo de la historia más mínima, más marginal. Esta en concreto arrastra todos los discursos del siglo XX. A mí me interesa que las historias tengan posibilidad de digresión, y que de un tronco te pueda llevar a un montón de sitios. Y esta tiene un tronco con ramas por todas partes.

Dice que este libro se diferencia de los anteriores en que no hay un yo evidente, que no se le ve manejando los hilos. ¿Quiere decir que ha dejado de mirarse el ombligo?

Yo nunca me he mirado el ombligo. De hecho, no tengo capacidad, porque las vértebras no me dan. Tengo espondilitis y fusión vertebral y no llego a verme el ombligo.

Si no maneja los hilos, ¿quiere decir que los personajes vuelan a su aire?

No. Pero no hay un narrador identificado conmigo. El hecho de que yo escriba en primera persona no quiere decir que escriba ensimismado. Mis novelas siempre se proyectan hacia fuera.

Siempre concibo la estructura de la novela como una obra musical”. Lee mucho sobre música. ¿A qué son baila?

A ninguno. Soy muy torpe. Soy el típico que ha estado siempre en la barra sentado con un cubata. Nunca he sacado a bailar a nadie ni sé bailar.

¿Contrataría al profesor de baile del alcalde Almeida?

[Risas] No, porque siento mucha simpatía por los torpes y me veo: Yo soy ese torpe de Almeida. Quizá por eso no he montado nunca un bodorrio, para no tener que pasar por ese trago.

La música y el judaísmo son sus descubrimientos de adulto, aunque dice que su mujer le puso el límite en la circuncisión. ¿Esto no le pillaría un poco tarde, en cualquier caso?

Bueno, la circuncisión se puede hacer en cualquier momento, incluso post mortem, si quieres [ríe]. Mi mujer me ha puesto el límite porque no quiere que pase por un quirófano, que me transforme físicamente ni haga un rito de conversión.

Es columnista de televisión en El País. ¿Le da igual ir en esa página porque usted va a su bola, al margen de la pequeña pantalla?

Me divierte especialmente. Hago esa columna y tengo los miércoles una columna de opinión de mayores.

La de la tele es la de niños.

De hecho, la pedí yo. Me postulé a ella cuando hubo un hueco con otra dirección de El País, porque me gusta mucho escribir de televisión y de cultura pop. Me parece que da mucho pie para poder hablar de cualquier cosa. Y ese género en concreto ha sido muy cultivado por El País, viene de Haro Tecglen, creo que es un género periodístico muy propio. En otros periódicos hay columnistas excelentes, pero usar la televisión para irte por peteneras es algo propio de El País. Me parecía que esa tradición se estaba perdiendo y me apetecía recuperarla. Me enorgullezco de haberla mantenido.

Sergio del Molino, escritor galardonado con el Premio Alfaguara de novela 2024.

Sergio del Molino, escritor galardonado con el Premio Alfaguara de novela 2024. / JOSÉ LUIS ROCA

En 2016 publicó La España vacía. En 2021, Contra la España vacía. ¿En qué quedamos?

Pues esa es la confusión que yo quería provocar [ríe]. Y forzarles a leer los libros para que determinen en qué quedamos.

La España vacía es ya como una marca registrada. ¿Cobra royalties?

Nada. Más allá de la venta de los libros, no.

¿Nota que España se sigue vaciando?

Sí, claro. Lo percibo con las cifras del INE. Es un proceso irreversible. Vivimos en un mundo hiperurbanizado y es muy difícil que sean viables las comunidades pequeñas. Vamos a un espacio rural cada vez menos relevante, con menos gente y más envejecido.

¿Cómo ve este país?

Con un futuro incierto como comunidad política. Igual yo me muero en España, pero no sé si mi hijo va a morir en España. Sin movernos de aquí. Igual esta comunidad política se transforma en otra cosa, se diluye en otra cosa.

La culpa de todo en España la tiene la contrarreforma”. ¿Algunos están todavía con las ideas del Concilio de Trento?

Creo que la contrarreforma y el catolicismo influyen muchísimo en las formas que tenemos de ver la cultura y de entender muchas cosas de manera probablemente inconsciente. Creo que tenemos un respeto exagerado hacia la autoridad, creo que tenemos una vocación sermoneadora y moralista muy acusada y creo que todo eso viene por siglos y siglos de machaque católico. Y creo que eso es muy difícil quitarlo.

En 2022 publicó Un tal González, sobre Felipe y la transformación que hizo de España. ¿Para cuándo Un tal Sánchez? ¿O le interesa menos?

No me interesa nada, en absoluto. Me interesa Felipe González porque me parece una figura histórica de mucho calado, y además hay una controversia activa sobre él, que yo creo que se desactivará con el tiempo, no mientras viva. Se desactivará cuando ya sea historia y no haya opiniones fuertes de gente que haya vivido el felipismo. Y con Sánchez no creo que vaya a pasar eso.

Hay quien piensa que Felipe ya no es el que era.

Pero es que eso es irrelevante. Ahora es un señor que opina, que podrá ser más o menos influyente y se le podrá hacer más o menos caso, pero no es un político que haya tomado las decisiones de España, como lo fue en su momento.

¿Y Sánchez?

Bueno, Sánchez es otro político para este tiempo, tiene también sus problemas y está protagonizando una etapa frágil y convulsa. Pero como político, como figura, como personaje literario me interesa muchísimo menos que Felipe González.

¿Se puede vivir sin sentido del humor?

No. Se puede vivir de un modo biológico. Sí, hay gente que puede llegar a los cien años sin reírse, pero es como llevar una vida de alga o de ameba, no humana.

Y si no se puede vivir sin sentido del humor, ¿por qué no se muere nadie en el Parlamento?

Porque respiran [ríe]. Están vivos de forma vegetal, pero no tienen una vida real, lo que entendemos por vida, por sociabilidad y por disfrute.

¿Usted lo tiene todo claro?

No, en absoluto. No tengo nada claro. Si lo tuviera claro no escribiría. Lo hago para saber qué pienso.

¿Qué lleva en la mochila?

Suelo llevar un ordenador y una muda. Poco más.

¿Y en la mochila metafórica?

No gasto mochila metafórica. Voy ligero de equipaje.

¿En qué tiene fe?

Tengo fe en mi familia, y poquito más. En la familia que he construido.

Usted que vive allí, ¿cree que la Virgen del Pilar se apareció en Zaragoza?

Yo no. Pero hay mucha gente que lo cree, y lo relevante es lo que creen, y no el hecho histórico.

Usted no lo cree. No se lo habrá desmentido el apóstol Santiago.

No necesito desmentidos. Sé que no ha sucedido.