ENTREVISTA

Joaquim Bosch: "La inviolabilidad del Rey es una invitación a delinquir"

El juez explica en un ensayo que estos delitos, casi siempre cometidos por políticos, son una prolongación de las prácticas corruptas habituales en el Franquismo

El magistrado y portavoz territorial de Juezas y Jueces para la Democracia, Joaquim Bosch.

El magistrado y portavoz territorial de Juezas y Jueces para la Democracia, Joaquim Bosch. / Miguel Lorenzo

Juan Fernández

Juan Guerra, Filesa, Naseiro, Roldán, 3%, Palma Arena, Brugal, ERE, Pretoria, Pujol, Gürtel… La historia reciente de España se podría relatar saltando de caso en caso de corrupción política sin solución de continuidad. Ninguno de estos expedientes ha pasado por el Juzgado de Primera Instancia de Moncada (Valencia) donde Joaquim Bosch (Cullera, Valencia, 1965) ejerce de juez, pero el magistrado encuentra tan llamativo el peso que la corrupción tiene en este país que ha querido analizar sus motivos. Como el forense que desentraña las causas de un deceso, en ‘La patria en la cartera’ (Ariel) explica qué mueve a tanto cargo público a querer meter la mano en la caja del dinero.

¿Los españoles somos especialmente corruptos?

La corrupción suele ser transversal y, donde se da, acostumbra a afectar a políticos, jueces, militares, policías y funcionarios por igual. La particularidad española es su insólita concentración en el ámbito político. Nuestros índices de cargos públicos implicados en casos son similares a los de Honduras o Guatemala. España es el país con más políticos corruptos de Europa, un dato que debería hacernos reflexionar.

En su libro encuentra razones históricas a esta anomalía y apela a tics heredados del Franquismo.

Los problemas de corrupción de la España de hoy son responsabilidad de nuestros gobernantes, no del Franquismo, pero no es posible explicar por qué han prosperado tanto estos delitos en la etapa democrática sin observar cómo esas prácticas se consolidaron durante la dictadura entre alcaldes, gobernadores, ministros y el propio dictador. El hilo de la corrupción política española conduce al Franquismo. 

Franco murió hace 46 años. ¿No hemos tenido tiempo de cortar ese hilo como se cortaron otros?

El problema es que la Transición dejó la política en manos de partidos muy jerarquizados con nulo control por parte de los militantes y gestión económica opaca. Esto impidió romper con las prácticas corruptas heredadas del Franquismo. Hemos permitido que los partidos colonizaran las instituciones de control, desde al CGPJ al Tribunal de Cuentas. Hoy tenemos 100.000 cargos de confianza puestos a dedo, una anomalía que no se da en otros países. Esos empleados públicos deberían supervisar al gobernante, pero tienen conflictos de intereses con quienes les nombraron.

"Si los partidos hubieran querido, la corrupción se habría erradicado hace décadas, pero no les ha interesado porque eso implicaba perder poder"

Llevamos 30 años viendo a los políticos darse golpes en el pecho y jurar que la corrupción se ha terminado, pero los casos se suceden. ¿Ha faltado voluntad política?

Sin duda. Si los partidos hubieran querido, la corrupción se habría erradicado hace décadas, pero no les ha interesado porque eso implicaba perder poder. Piense que hemos tenido que esperar a 2015 para que la financiación ilegal de los partidos sea considerada delito, pero el Código Penal de la democracia es de los años 90. 

Somos el país de la picaresca y del ‘¿con IVA o sin IVA?’. ¿Este factor cultural cuenta?

Esas picarescas se dan en zonas donde hay concepciones éticas poco desarrolladas, pero no existe el gen hispánico corrupto. Nuestro problema con la corrupción se debe a un fallo en la configuración de nuestras instituciones. La prueba nos la ofrecen los países que hace años tenían muchos casos de este tipo y ahora no. ¿Qué hicieron? Crearon instituciones sólidas, fijaron claramente la separación de poderes y se dotaron de una Administración independiente. El día que tengamos unos mecanismos de control similares a los de Alemania, Dinamarca o Suecia, podremos echar la culpa a la sangría, la siesta o la paella si seguimos teniendo niveles altos de corrupción. Mientras tanto, yo apostaría por corregir los fallos que presentan nuestras instituciones y por ponérselo difícil a los corruptos. 

El título de su ensayo conecta el patriotismo con la corrupción. ¿Esos ámbitos mantienen vasos comunicantes?

En nuestro país ha sido una constante que grandes próceres exaltaran a la patria al tiempo que desviaban dinero a su cartera. Así fue desde el siglo XIX, en el Franquismo alcanzó su máxima expresión, y en democracia hemos seguido viendo a políticos apelando a las esencias de España, Cataluña o Valencia mientras robaban. Ojo con las sobreactuaciones patrióticas, porque a menudo esconden conductas corruptas.

¿Qué mensaje traslada a la población que uno de los que se ha podido corromper ha sido el anterior Jefe del Estado?

Es demoledor, porque la ejemplaridad funciona de arriba abajo. Pero esto ya lo habíamos vivido. Alfonso XIII fue acusado de corrupción por intelectuales de su tiempo y la reina regente, María Cristina de Borbón, fue expulsada de España en el siglo XIX por ese mismo motivo. En este país tenemos un problema con la Jefatura del Estado. La inviolabilidad del rey debe revisarse porque es una invitación a delinquir. 

"Hay estudios que calculan que si hubiéramos roto con la corrupción de la dictadura tras la muerte de Franco, hoy tendríamos una de las rentas per cápita más elevadas de Europa"

A su yerno le hemos visto en la cárcel. ¿Sería edificante para la salud democrática del país ver al rey emérito sentado en el banquillo?

Si hay indicios de delito, sí. Lo que seguro que no es edificante es que existan esos indicios y la Justicia no actúe con él como haría con cualquier ciudadano o que reciba algún trato de favor.

¿Qué le parece que corruptos confesos como Julián Muñoz dispongan de espacios en la tele para tratar de exculparse públicamente después de haber sido condenados?

Los medios no deberían frivolizar con este problema, que es más serio de lo que parece porque afecta a la credibilidad de los organismos públicos y a la propia democracia. También al bolsillo. Hay estudios que calculan que si hubiéramos roto con la corrupción de la dictadura tras la muerte de Franco, hoy tendríamos una de las rentas per cápita más elevadas de Europa. Conviene recordarle a la gente que si somos un país pobre, en parte es por la corrupción que padecemos.

Hemos visto a municipios enteros votar a alcaldes con fama de desviar dinero público. ¿Hay demasiada tolerancia con la corrupción en este país?

A finales de los años 80, un estudio europeo constató con sorpresa que España era el único país donde la población no asignaba a los políticos la honradez como primera virtud y se veía normal que pudieran robar. Creo que, en gran parte, eso ya se ha corregido y hoy la corrupción no se tolera tanto, pero queda mucho camino por recorrer. 

Proponga algún paso.

Está todo inventado, hay que imitar a los países que más avanzaron en este tema. La clave es la prevención. Hay que mejorar los controles internos en de las administraciones, promover infraestructuras éticas que generen rutinas contrarias a la corrupción y desbloquear las listas electorales para que la ciudadanía pueda castigar a los corruptos en las urnas. Y reforzar la separación de poderes y los órganos de control para evitar que estén tan vinculados a los partidos políticos. Hay mucho por hacer, pero el Gobierno ya lleva un año de retraso en responder a la directiva europea que le exige una ley para proteger a los denunciantes de casos de corrupción. Falta voluntad política para afrontar este problema como lo que es: un asunto de Estado.