Opinión | UN MILLÓN

Todo es circular

Cuando atañe al campo, en Europa no queremos acuerdos comerciales que hacen deficitaria nuestra tierra y arruinan nuestros precios, pero los tenemos para pescar en África

Menores migrantes sentados en unas sillas tras su llegada a Canarias.

Menores migrantes sentados en unas sillas tras su llegada a Canarias. / EFE

Todo es tan perseverantemente circular... Las relaciones imitan al globo en el que somos muchos a disputarnos recursos limitados, susceptibles de usos alternativos, en manos de los más fuertes y sin más control que la contraposición de fuerzas.

Cuando atañe al campo en Europa no queremos acuerdos comerciales que hacen deficitaria nuestra tierra y arruinan nuestros precios, pero los tenemos para pescar en África, donde esquilman sus aguas territoriales y producen hambrunas. Pongamos que Fadou no pudo ser pescador en su Senegal, porque la pesca no es rentable para los locales, y que embarca hacia Europa para ganarse la vida, paga una fortuna para subir a una patera fletada por la mafia, naufragan y muere en el mar. Circularmente, Fadou, el pescador pescado, alimenta a los peces de los que no se pudo alimentar. Los peces se comen al chico.

Porque la circular pescadilla se muerde la cola, Europa tiene acuerdos económicos con terceros países para comprarles alimentos que compiten con los de nuestros campesinos. Van dopados de combustible para recorrer medio globo con más seguridad que Fadou unas cuantas millas marinas, y aun así son más baratos que los alimentos de proximidad y alimentan a los consumidores más preocupados por los precios. Hay círculos viciosos concéntricos. En la gran rueda posterior del tractor europeo va escrito en círculo que España es el Marruecos de Francia como Marruecos es el Marruecos de España. Ese argumento circular gira conforme rueda la protesta.

De los emigrantes que llegan a Canarias, pongamos que uno, llamado Mamadou, fue rescatado del naufragio en el que se ahogó Fadou. Mamadou camina por el paseo de la playa donde un turista europeo almuerza en una terraza. El turista charla con la boca llena y lo señala como uno que viene a quitarnos el trabajo, la comida de la mesa. Por circularidad perversa perseverante, come un pescado que se alimentó de Fadou.

El problema circular de la humanidad siempre es la dieta.