Opinión | EL CUERPO EN GUERRA

Igualdad al fin en la Cofradía de la Virgen de Luna

Que se haya dado carácter noticiable a la incorporación de las primeras chicas cofrades deja entrever un matiz de "anomalía", por aquello de que vaya a haber mujeres portando armas 

Cientos de fieles acuden a la primera romería que se celebró en Andalucía tras la pandemia, la de La Divina Pastora de la localidad sevillana de Cantillana.

Cientos de fieles acuden a la primera romería que se celebró en Andalucía tras la pandemia, la de La Divina Pastora de la localidad sevillana de Cantillana. / DAVID ARJONA / EFE

El ritual siempre es el mismo, aunque lleve años sin poder asistir a la romería. Los días previos siempre recibo en casa el paquete de la madrina con el hornazo y los bollos de aceite, dulces típicos en Pozoblanco de la celebración de la romería de traída de la Virgen de Luna, la patrona del pueblo, que se comparte con Villanueva de Córdoba. Más allá de ese "Virgen de Luna, ¿quieres mi hornazo, o si no me lo zampo? ¿Quieres mi bollo, o si no me lo como?", inculcado en mi cabeza desde pequeña y que recito antes de dar el primer bocado a este dulce (aunque no esté en la dehesa), este año hay algo más que festejar: la consecución de la plena igualdad en la cofradía.

Tradicionalmente, la cofradía que guarda y lleva a la Virgen --con cierto carácter militar, no sólo por su estratificación (capitán, sargento, alférez, cabo...) sino por usar armas en su desfile-- ha estado formada siempre por hombres, sin que en los estatutos se estableciera ninguna condición que impidiera a la mujer formar parte de ella. Este año por fin se suman las dos primeras cofrades chicas, algo que se ha recibido en la hermandad con entusiasmo y naturalidad. Eso sí, para ello han tenido que hacerse con el permiso de armas. Quizás este requisito sea lo que ha echado para atrás a las mujeres a la hora de formar parte de la misma hasta ahora o, simplemente, la tradición.

Sin embargo, sí que la mujer ha guardado siempre un papel fundamental en el rito con la figura de la Camarera de la Virgen, la encargada de vestirla y cuidarla, poner las flores en el paso..., junto al grupo de la camaradería, designado por ella y formado tradicionalmente también por mujeres (actualmente también hay hombres en ella). Observamos en esta celebración popular, más allá de lo religioso, la plasmación de los roles predominantes en la sociedad patriarcal tan anticuados y criticados en los últimos tiempos, que reservan los cuidados a la mujer y la labor de "protección y defensa" al hombre.

Todo ello podría pasarse por alto y quedar legitimado por la "tradición". Pero que se haya dado carácter noticiable a la incorporación de las primeras chicas cofrades deja entrever un matiz de "anomalía", por aquello de que vaya a haber mujeres portando armas y salvaguardando a la Virgen. Más allá del carácter anecdótico, yo --sin ser una gran devota de la Virgen-- me quedo más tranquila sabiendo que no sólo la "ponemos guapa", sino que también la protegemos. Este año me tomaré el hornazo con un regusto especial a "conquista".