PERFIL

La génesis del campeón: así configuró un camaleónico Ancelotti este 'Real Madrid mutante'

"No somos un equipo reconocible, no tenemos un estilo definido porque podemos adaptarnos a cualquier contexto de juego en un partido y competir en cualquier escenario", resume el italiano

Primero cambió el esquema para dar vuelo a Bellingham y luego lo retocó para entregar los galones a Vinicius

Ha reformulado la portería y la pareja de centrales hasta convertir al equipo en el menos goleado de la Liga

Carlo Ancelotti, entrenador del Real Madrid.

Carlo Ancelotti, entrenador del Real Madrid. / J.J.Guillen

Fermín de la Calle

Fermín de la Calle

Nadie duda en el vestuario del Real Madrid ya campeón de LaLiga 2023-24 de que Davide Ancelotti será un gran entrenador. El hijo de Carlo es su alumno más aventajado, pero también es la persona que alimenta el espíritu y la curiosidad de su padre. Davide ha aprendido muchas cosas de él, pero Carletto también ha aprendido unas cuántas de su vástago.

Davide, que habla italiano, inglés, alemán y “sevillano” fluidamente, lleva años insistiendo a su padre en anticipar los cambios para aguantar la exigencia física del nuevo fútbol. Carlo, como los técnicos de la vieja escuela, siempre fue reticente a tocar su once inicial, pero ahora ha pasado de mover ficha en el minuto 70 a refrescar el mediocampo a la hora de partido. Una evolución en la que además ha aumentado progresivamente el número de cambios, agotando cada vez más las cinco sustituciones.

Un entrenador "que no hace nada"

Carletto es un técnico de referencia, especialmente en lo referente a la gestión emocional del grupo. Un entrenador que no eleva el tono para hacerse escuchar y que utiliza la sorna para enviar mensajes a rivales, jugadores y prensa. “Hay dos tipos de entrenadores: los que no hacen nada y los que hacen mucho daño. Yo espero ser de los primeros”, disparó antes de la ida de la semifinal de Champions ante el Bayern al ser preguntado por el intervencionismo táctico de los banquillos. Nadie maneja mejor la cabeza de sus jugadores, les implica y les compromete tanto con su idea.

Decía el pasado martes Thomas Tuchel que “lo importante no es saber que podemos ganar en el Bernabéu porque yo lo haya logrado antes con el Chelsea. Lo importante es hacer creer a los jugadores que se puede”. Y es ahí dónde Ancelotti roza la excelencia. “Si tuviese que destacar algo de Carlo sería el trato casi paternal que tiene con sus jugadores. Le escuchan, le respetan y le creen”, apuntaba Tuchel, que se deshacía en elogios hacia el de Reggio Emilia. “Es la hostia lo que ha hecho en el fútbol”, concluía.

Ancelotti conversa con su hijo Davide.

Ancelotti conversa con su hijo Davide. / EFE

Pero esta temporada Carlo Ancelotti ha demostrado que también lo es en lo táctico, si existía alguna duda sobre ello, al reinventarse en la pizarra hasta convertir un déficit en una virtud. “No somos un equipo reconocible, no tenemos un estilo definido porque podemos adaptarnos a cualquier contexto de juego en un partido y sabemos competir en cualquier escenario. Estoy especialmente orgulloso del ejercicio de resistencia y compromiso que hizo el equipo en Manchester”, recordaba el italiano antes del partido con el Bayern. En el Etihad, el Real Madrid defendió numantinamente al ser sometido como nunca antes. Los jugadores tuvieron la paciencia y la fe necesarias para no desfallecer y lograron llevar el partido a los penaltis. “Por eso es el Real Madrid, nunca se rinden”, sentenciaba resignado Guardiola.

Este ‘Real Madrid mutante’ comenzó a fraguarse en Canadá, allá por el mes de junio. Ancelotti, de vacaciones en su casa de Montreal, fue informado de que el club no ficharía a ningún delantero porque Florentino Pérez había decidido esperar a Kylian Mbappé este verano y no iba a gastar dinero para relevar a Benzema. Así que, una vez más, convirtió la dificultad en oportunidad. Se sentó ante la pizarra y comenzó a darle vueltas buscando un esquema que optimizase las virtudes de la plantilla que tenía.

Vinicius, Rodrygo y Bellingham

Desde el principio él y Davide tuvieron claro que el equipo debía atacar llegando a los espacios, en lugar de ocuparlos. La explosividad de Vinicius, las apariciones de Rodrygo y las incorporaciones de un Bellingham inédito en el club serían los argumentos ofensivos. En lo defensivo la goleada en el Etihad le ratificó en la idea de ‘robustizar’ el mediocampo con más músculo, para lo que decidió rodear a Kroos de jugadores físicos como Camavinga y Tchouameni, además de cambiar el ‘set up’ de juego a Valverde. Después de pedirle una decena de goles la temporada anterior (marcó 12), este año le tocaba ser escudero de Kroos y Modric.

Carlo Ancelotti, en un entrenamiento del Real Madrid.

Carlo Ancelotti, en un entrenamiento del Real Madrid. / Chema Moya

Exprimió la pizarra hasta decidirse por un 4-4-2 en rombo donde Bellingham se descolgaba para llegar con su elegancia ‘zidanesca’ al área. El equipo agradeció la insospechada explosión goleadora del inglés, especialmente porque los brasileños comenzaron de forma perezosa la temporada. En ataque todo eran buenas noticias, los laterales volaban desde atrás, Bellingham era implacable en el área y la sintonía entre el inglés y los brasileños convertían al Madrid en un rival tan rocoso como afilado. "El fútbol es equilibrio. ¿Qué es jugar bien? Jugar bien es atacar bien y defender bien", advirtió Carletto un día preguntado por su oremus futbolístico. Hasta a nivel de egos el vestuario mantenía un sano equilibrio porque todo fluía con Jude, joven y con mucho carisma.

Las malas noticias se agolparon en defensa. Los tres baluartes defensivos más importantes, el portero y los centrales titulares, se rompieron los cruzados y se despidieron de la temporada muy rápido. Sin Courtois, Militao y Alaba la tarea de sustituirlos no fue sencilla. Lo más espinoso fue la portería, donde Kepa era el portero del entrenador. En verano Lunin sondeó su salida y el técnico le abrió la puerta, pero al final se quedó y luego llegó Kepa. El portero vasco comenzó bien, pero algunas actuaciones irregulares confirmaron que se trataba de un meta de enormes aptitudes, pero con una cabeza un poco débil. Lunin, frío como el hielo, aprovechó su oportunidad y Carletto no tuvo reparos en recular y dar la titularidad al ucraniano, que se la había ganado. Hoy, Andrey, que tiene contrato hasta 2025, sopesa si aprovechar el tren de su titularidad y marcharse a ser titular en alguno de los buenos equipos que le pretende.

La jerarquía de Rudiger en defensa

En la zaga emergió la figura de Antonio Rudiger, un tipo peculiar y divertido que demostró oficio y unas condiciones atléticas descomunales. La otra plaza parecía obvia, el capitán Nacho. Pero cuando dispuso de los minutos que llevaba años esperando, el madrileño mostró una irregularidad que inquietó a Ancelotti. El italiano decidió generar competencia atrás para elevar la exigencia retrasando a Tchouameni, al que veía condiciones defensivas, sumando a ello salida de balón. Y el francés, no sin cierta pereza, se convirtió en pareja de Rudiger alternando con Nacho. El resultado fue incuestionable: el equipo menos goleado en Liga, recibiendo solo 22 goles en 33 jornadas y con 18 porterías a cero.

Carlo Ancelotti y Antonio Rudiger en un entrenamiento.

Carlo Ancelotti y Antonio Rudiger en un entrenamiento. / Juan Carlos Cárdenas

El nuevo Madrid de Ancelotti superó con sobresaliente el ecuador de la temporada: líder en Liga y clasificado primero de grupo de Champions ganando todos los partidos de la liguilla. En la segunda parte, Carletto y Davide decidieron dar pequeños retoques tácticos en la pizarra para mantener las excelentes prestaciones del equipo y solventar algunos contratiempos propios del desgaste del equipo.

La sequía de Bellingham, que solo ha marcado cuatro goles en 2024 y se perdió siete partidos entre su lesión de tobillo y la expulsión en Mestalla, invitaban a buscar soluciones en la pizarra. Y Carlo volvió a sacarse un conejo de la chistera colocando a Vinicius en el frente de ataque desplazando a la izquierda a Rodrygo. Lo probó en algunos partidos de Liga, pero fue en las eliminatorias ante el Manchester City y Bayern donde le afianzó en su nuevo rol. En contra de lo que se pueda pensar, el Real Madrid ha generado más goles por la derecha (25) que por la izquierda (15), la banda en la que Vinicius monopolizó el juego durante la primera parte de la temporada. Así que los Ancelotti tampoco perdían nada por intentarlo. Y la apuesta, una vez más, fue un acierto.

El primer gol ante el Bayern define exactamente lo que Carletto le pidió a Vinicius. Ese desmarque sin balón engañando al surcoreano Kim, que se tragó el señuelo y vino a presionar a la corta cuando el brasileño ya se la pedía a Kroos a la espalda, donde llegó la pelota telegrafiada por el alemán para dejar a Vini solo ante Neuer. “Vinicius está aprendiendo a jugar sin balón, a sacar provecho de los espacios y su velocidad. Estoy muy contento de su evolución porque ahora es un delantero más completo”, apuntaba Carlo en la sala de prensa del Allianz. La desaparición de Bellingham ha coincidido en el tiempo con la explosión de Vinicius (21 goles y 11 asistencias) y Rodrygo (17 y 6). Esto ha permitido a Carletto mantener la competitividad del sin notar la pérdida de la aportación goleadora del inglés en este tramo decisivo de la temporada.

Carlo Ancelotti se abraza a Vinicius, con Bellingham al fondo.

Carlo Ancelotti se abraza a Vinicius, con Bellingham al fondo. / Jose Breton

Del 4-4-2 al 4-2-3-1

Además, Carletto ha matizado también el dibujo del mediocampo, que ha mutado del 4-4-2 en rombo a un 4-2-3-1 en el que le pone un escudero a Kroos en el pivote, normalmente Valverde o Tchouameni, y ocupa mejor el ancho del campo utilizando normalmente futbolistas a pie cambiado para facilitar las diagonales y las llegadas al área del zurdo Brahim, desde la derecha, y del diestro Rodrygo, desde la izquierda. Sin hombres de área, Ancelotti ha fabricado un ataque con ‘merodeadores’ que han verticalizado su fútbol para afilar el colmillo del equipo.

Toda esta evolución táctica hasta convertir al equipo en un ‘Real Madrid mutante’, es obra de un Carlo Ancelotti que escucha los consejos, a veces demasiado audaces, de su hijo Davide y de su ayudante Francesco Mauri, hijo del que fuera su preparador físico en su primera etapa en el Real Madrid, Giovanni. También oye con atención lo que le dice el preparador físico, Antonio Pintus, y a Luis Llopis, el preparador de porteros. Y se reúne con Simone Montanaro, analista de los rivales, Mino Fulco, analista técnico y físico, o el readaptador José Carlos García Parrales para conocer todos los detalles antes de tomar una decisión.

La última palabra siempre la tiene Carletto, que además asume como suyos los errores y hace partícipe de los aciertos a su staff. La temporada no ha acabado y aún hay alguna decisión importante por tomar. No se extrañen, si los blancos llegan a la ansiada final de Wembley, que Courtois y Militao aparezcan en el once titular del Real Madrid. Avisados quedan.