Opinión | CRISIS HÍDRICA

Kalgoorlie, pesadilla climática en el lugar más seco del mundo

Nuestros meses de calor con aire acondicionado a tope y piscinas necesitan una revisión urgente, y solo si nos obsesionamos con buscar ideas en otros lugares que ya viven en condiciones climáticas más extremas podremos ser más eficaces

La sequía es una de  las conseciencias del calentamiento global.

La sequía es una de las conseciencias del calentamiento global. / Pixabay

Las palabras van preñadas de significados, más allá de lo que cuentan los diccionarios y el saber común. También de historias y emociones íntimas, cada palabra es una explosión de los sentidos diferente según quien la escucha o la lee. Barcelona es muchas cosas también, pero en el 2008 de la sequía, si la pronunciabas en la Australia que se acercaba a su verano era sinónimo de Juegos Olímpicos, sí, pero también de barcos cargados de agua. Fue en 2008 cuando hasta dos buques contratados por la Generalitat suministraron agua por la histórica sequía que azotó Catalunya, aún en shock por los primeros grandes azotes de la crisis climática que se iban materializando en todo el mundo. 

Han pasado más de 15 años de aquella medida extrema que admiró y asustó a la vez al continente habitado más seco del mundo, Australia. Siempre buscas en los otros aquello que te une, y si algo nos une con las Antípodas es ese horizonte de futuro climático, con una población gentrificada por el clima, que vacía zonas forestales por miedo a los incendios, que abandona la costa más calurosa porque la temperatura no deja de subir. El país siempre creció por los bordes, como Islandia: donde en la isla de fuego crecen los volcanes y los macizos montañosos, en las Antípodas se desenrolla el desierto más sofocante y temido, la nada roja.   

Esta semana es la mayor ciudad del outback, el interior árido, Kalgoorlie, la que tiene en ascuas al continente mientras se aproxima a los cincuenta grados de temperatura. No es solo el calor: los incendios y las tormentas eléctricas del verano mantienen sin electricidad a más de 20.000 almas, lo que significa que llevan días sin aire acondicionado, sin neveras, sin internet o teléfono en muchos casos, incomunicados y a su suerte. Centros hospitalarios y tiendas han cerrado sus puertas, y el suministro alternativo de gas apenas llega para mantener abiertos dos supermercados que suministran comida enlatada. Por no poder, no pueden ni marcharse del infierno: las gasolineras atrapan en sus colas liométricas a los coches. El llamamiento a la calma de la policía no puede ser más descorazonador: pide a los habitantes de Kalgoorlie que cuiden de sus vecinos, la forma más amable de anunciarles que están solos ante el desastre.

Ranas de agua en el desierto

¿A quién se le ocurrió irse a vivir allí?. Los primeros pobladores no nativos de la zona ya sabían que no había agua, tampoco, pero la fiebre del oro y de la exploración pudo más que en sentido común. Necesitaron de la ayuda de los aborígenes para encontrar agua potable, que a veces solo se adivinaba por la presencia de enormes ranas polvorientas semiocultas en la arena que, como los camellos, almacenan reservas de agua en su interior. Garantizar el agua en la zona se convirtió en un negocio en sí mismo en el siglo XIX en un entorno así, y el líquido se convirtió enseguida en más valioso que el oro que iban a buscar. Pero ahí siguen. Kalgoorlie, sinónimo tradicional de aventuras mochileras, es ahora una pesadilla.

Mientras, en nuestras latitudes, vivimos instalados en una borrasca que ha dejado nevadas y lluvias, sí, pero que sigue sin proveer de las reservas que necesitamos de verdad en los embalses y las montañas. El tiempo transcurre de forma inexorable hacia nuestro verano, que no tiene que ser tan apocalíptico como el de Kalgoorlie, pero que nos ha de hacer ver, como un catalejo, lo que está por llegar si no nos esforzamos más en cambiar de rumbo. 

Nuestros meses de calor con aire acondicionado a tope y piscinas necesitan una revisión urgente, y solo si nos obsesionamos con buscar ideas en otros lugares que ya viven en condiciones climáticas más extremas que las que hemos experimentado podremos mejorar nuestra respuesta. El recurso, con medida, de las aguas freáticas, la mejor explotación del agua salada, el acondicionamiento de los hogares, no son soluciones que se puedan aplicar de la noche a la mañana.