Opinión | LA CARTILLA DE LA DIRECTORA

PSOE y PP pactan: ¡sí se puede!

El aplauso casi unánime a la reforma de la Constitución que entierra definitivamente el término «disminuidos» y repara una ofensa social merece un homenaje, mientras Vox se retrata una vez más

Personas aplauden desde la tribuna de invitados en el pleno del Congreso que debate la toma en consideración de la iniciativa impulsada por el PP y el PSOE para reformar el artículo 49 de la Constitución y eliminar el término "disminuidos".

Personas aplauden desde la tribuna de invitados en el pleno del Congreso que debate la toma en consideración de la iniciativa impulsada por el PP y el PSOE para reformar el artículo 49 de la Constitución y eliminar el término "disminuidos". / EP

Habemus reforma de la Constitución. Los coleccionistas de fechas históricas procedan a anotar en sus libretas. Actualizar la Carga Magna en este país no es cosa sencilla. Esta es su tercera modificación desde que fuera aprobada en 1978 y ha costado lo suyo, pese a que en este caso se ha diseñado para corregir una ofensa nacional al colectivo de personas con discapacidad, al que durante 45 años nos hemos permitido calificar como «disminuidos» sin reflexionar lo suficiente sobre el daño que hacen las palabras y sobre el rastro social y emocional que dejan.

Por fin hemos retirado ese vocablo de nuestra ley fundamental y la hemos hecho más digna. Y ha sido casi entre todos, porque ha faltado Vox para que la votación fuera unánime. El partido de ultraderecha ha preferido poner por delante su rechazo a que se refleje la realidad de las mujeres, en este caso con discapacidad (que sufren en demasiadas ocasiones una doble discriminación), a avalar junto al resto de grupos parlamentarios de las Cortes una reforma de justicia. Para hacer justicia. Se han retratado (para bien) los que la han apoyado y ha quedado claro también qué es lo que importa a Vox, que ha buscado el foco que los populares le están quitando en el día a día al convertirse en una penosa excepción. 

Relevante sí es que socialistas y populares hayan logrado salir por un ratito de sus trincheras políticas para en pro de un bien común acercarse al otro, al adversario, sumando sus escaños en busca de la potente mayoría que abre la puerta a esta reforma constitucional. Señorías de PP y PSOE, nos lo han demostrado en esta ocasión... ¡sí se puede!. Esta excepción propiciando un pacto de Estado tan relevante, y no la de Vox saliendo del apoyo unánime del arco parlamentario, merece ser destacada. Por el fondo, por la forma y porque parece responder a un anhelo de la mayoría de los ciudadanos: nueve de cada diez españoles ven mucha crispación en España, les preocupa la situación y demandan acuerdos entre los políticos. No lo digo yo, lo dice la última encuesta de hábitos democráticos que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), ha hecho pública este jueves, coincidiendo con la aprobación de la mencionada reforma constitucional. El sondeo hecho a más de seis mil peronas en el mes de diciembre apunta a que casi el 60 por ciento le interesa "mucho" o "bastante" la política y que casi el 90 por ciento de los que han sido preguntados entiende que hay demasiada crispación. Tomen nota ahora ustedes, señorías: de-ma-sia-da-cris-pa-ción.

Según el CIS tampoco es el pacto que más se exige en los últimos tiempos, el del Consejo General del Poder Judicial, el que más reivindica la ciudadanía: colocan por orden de importancia la necesidad de que se llegue a un consenso sobre la fiscalidad, las condiciones laborales o la lucha contra la violencia de género, además de la gestión de fondos europeos. Aunque pueda ponerse en duda que los posibles acuerdos sobre los que se podía elegir los haya definido el CIS del siempre cuestionado José Félix Tezanos, lo que es indudable por los porcentajes es que una mayoría en este país quiere más acuerdos y menos ruido. Ya saben: de-ma-sia-da-cris-pa-ción.

En todo caso los diputados han demostrado este jueves que se puede. PSOE y PP han evidenciado que se puede, aunque generalmente no quieren. El aplauso casi unánime a la reforma que entierra definitivamente el término «disminuidos» merece un homenaje, aunque algunos grupos se hayan quejado de la fórmula impuesta por los mayoritarios, socialistas y populares, para propiciar por lectura única una votación donde no ha habido espacio para las enmiendas. No es bueno el abuso de la ingeniería parlamentaria para silenciar voces, pero tampoco es loable aprovechar una propuesta de reforma como esta para intentar colar debates que nada tenían que ver con las garantías para los derechos de las personas con discapacidad. Hagánselo mirar, porque no todo vale para que ustedes vendan su libro. 

Acabamos la semana con una mejor Carta Magna y una deuda saldada. Con un pacto entre populares y socialistas. Con Vox intentado reposicionarse en vísperas de un cónclave interno con el que tratan de recuperar aire. Y con crispación. De-ma-sia-da-cris-pa-ción.