Opinión | LA CARTILLA DE LA DIRECTORA

Las conversaciones de Waterloo PNV-Junts

Aunque todavía la amnistía siga llenándolo todo, llegará el inevitable momento en que haya que poner sobre la mesa las cuentas para 2024 y ahí empezaremos a ver una guerra de guerrillas interesante

Pleno del Congreso. Toma en consideración de proposiciones de ley (amnistía). Patxi López.

Pleno del Congreso. Toma en consideración de proposiciones de ley (amnistía). Patxi López. / José Luis Roca

La amnistía. La amnistía (aún sin cocer) como protagonista en las instituciones españolas. La amnistía como protagonista en las instituciones europeas. La amnistía en todas las preguntas que se dirigen a los políticos nacionales en estos días. La amnistía en los titulares, en las ondas, en las tertulias, en algunas conversaciones familiares... la amnistía (insisto, aún sin cocer) se ha colado en nuestras vidas por obra y gracia de los acuerdos de investidura rubricados por Pedro Sánchez. Pero la legislatura que poco a poco se va abriendo paso esconde muchas más incógnitas y retos que el ‘perdón’ al ‘procès’, por polémico que pueda resultar para una parte de la sociedad y por esperanzador que pueda sonarle a otra que vislumbra una posible "reconciliación" con Cataluña. Si Sánchez debe cuadrar círculos con el independentismo catalán para poder tener oxígeno legislativo, no es menos cierto que debe triangular después esos cuadrados previamente circulares para que le salgan los números que necesita en el Congreso para alcanzar mayorías. Y para sacar adelante proyectos legislativos de todo tipo, también económicos.

Es precisamente en ese tipo de iniciativas, las que tienen que ver con el dinero (además de asuntos sociales espinosos), donde el círculo, el cuadrado y el triángulo con los que va a ir a jugando el presidente empezarán a tocarse, cuando no a repelerse. Conviene recordar que a Waterloo o a Suiza no solo acudieron de visita socialistas o mediadores/mediadoras a tejer con Carles Puigdemont unos acuerdos para darle a este país gobernabilidad: también hubo encuentros con el PNV, de los que se contó poco pero cuyos resultados prácticos darán de qué hablar mucho, seguramente, en meses venideros. Junts y PNV tienen un origen nacionalista, en el primer caso más evolucionado hacia un independentismo heterodoxo que en el segundo, y una esencia conservadora que se ha ido tiñendo, con mucho pragmatismo, de tonalidades progresistas a conveniencia. Pero ambos tienen como principal adversario, cada cual en su territorio de influencia, una organización situada ideológicamente a su izquierda que les hace sombra o directamente les ha ganado el terreno en el poder, como le ha sucedido a Junts con ERC, que gobierna la Generalitat. En lo que concierne a PNV y Bildu, el asunto es muchísimo más complejo, dada la mochila que arrastran los abertzales por el rastro que ETA dejó en la historia de España, que aún duele y dolerá para siempre.

Pero la realidad es que PNV y Junts comparten parte de su ADN y el interés por frenar a los partidos que les enseñan los dientes desde su lado izquierdo, ERC y Bildu y que, cosas del destino, son tan socios de Sánchez como ellos e igual de necesarios para que los proyectos legislativos del Ejecutivo de coalición pasen de la teoría a la práctica. Por tanto, no sería raro que los ejércitos parlamentarios de Puigdemont y Ortuzar trabajen en el medio plazo de forma más o menos coordinada, lo expliquen públicamente o no, para limar proyectos económicos y sociales en los que puedan dejar su impronta eclipsando, hasta donde les dejen, las de sus adversarios locales (las elecciones autonómicas no están tan lejos...). Porque aunque todavía la amnistía siga llenándolo todo -y sirviendo para mantener unidos en un objetivo común a los socios de Sánchez- llegará el inevitable momento en que haya que poner sobre la mesa las cuentas para 2024 y todas sus derivadas. Y ahí empezaremos a ver una guerra de guerrillas interesante.

Mientras ese momento llega, todos se miran de reojo y el PP trata de chutar los balones de oposición que le llegan al pie, aunque a veces Vox le cambie el balón por una piedra, como hizo recientemente el jefe de los ultras declarando en Argentina que el pueblo acabará queriendo "colgar por los pies" al presidente Sánchez. Con desconfianza observa el PNV cómo el PSOE le acaba de poner en bandeja a Bildu la alcaldía de Pamplona. Con resquemor apunta en su libreta Junts que ya hay día, hora y lugar para una entrevista del presidente socialista con Aragonès, de ERC, mientras que desde Moncloa se aleja ese extraño anuncio hecho por los cercanos a Puigdemont de que también habrá encuentro presidencial con él, en el extranjero... y esto no ha hecho más que empezar.  

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