Opinión | LA CARTILLA DE LA DIRECTORA

El ejército autonómico del PP

España es Madrid y es Cataluña, con sus ruidos incluidos, pero también lo es el silencio del vacío que amenaza algunos territorios del país. Y la falta de servicios que sufren. Y de recursos

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, rodeado de sus presidentes autonómicos

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, rodeado de sus presidentes autonómicos / Jaime Galindo / EPA

Cuando el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, se despedía con un apretón de manos de Pedro Sánchez minutos después de haber sido éste reelegido presidente en el Congreso, le espetó: «Esto es una equivocación y tú eres el responsable». A Sánchez, a quien aún debían durarle las agujetas en la mandíbula tras reirse sin freno del mantra del presidente popular ‘yo no soy presidente porque no quiero’, pareció afectarle poco el gesto de su adversario. En ese momento estaba centrado en disfrutar los aplausos y rebajar tensión al comprobar que Junts, junto al resto de sus socios y pese a haber amagado con dar un susto de última hora, le habían renovado el contrato de alquiler en la Moncloa.

Una semana después de aquella escena, Sánchez cuenta ya con un nutrido gobierno recién nombrado; con las exministras de Podemos Irene Montero e Ione Belarra fuera de su gabinete pero con el puño en alto avisando que no le harán la vida fácil; una polémica ley de amnistía dando sus primeros pasos en las Cortes; unos presupuestos por elaborar y su primer viaje oficial de la legislatura (a Israel y Palestina) hecho. Pero también tiene ya a los populares tocando los tambores de guerra (política) en los despachos de su sede de Génova, en las calles y en las instituciones europeas. Ya no es que no haya cien días de cortesía: es que no hay ni habrá piedad en la oposición con un Ejecutivo de coalición que, según los de Feijóo, ha «vendido» España a los independentistas con tal de conservar el poder. Y vista la arquitectura de pactos de investidura de unos y la declaración de intenciones de otros, olvídense de pactos de Estado recostados sobre el bipartidismo

Los socialistas están centrados en ordenar sus filas gubernamentales y en demostrar a sus socios que cumplirán con la palabra dada -ahí están registradas ya algunas comisiones de investigación ligadas a las sugerencias de lawfare-por mucha manifestación que les convoquen. Los populares, por su lado, preparan en sus cuarteles la dura batalla de la legislatura: hace apenas unas horas que la secretaria general del partido, Cuca Gamarra, citó a todos sus consejeros autonómicos de presidencia para diseñar una estrategia conjunta de defensa, según el PP. De ataque e intento de derribo, según la izquierda. El caso es que Feijóo y Gamarra se disponen a apretar pero pretenden hacerlo sin ningún verso propio suelto que eclipse la estrategia oficial. Todos los consejeros que se vieron con Gamarra firmaron y remitieron al Gobierno una petición conjunta para exigir la convocatoria de la Conferencia de Presidentes. Repito: la de presidentes.

Tan solo 24 horas antes, la madrileña Isabel Díaz Ayuso había considerado pertinente insistir en que lo que debía convocarse era el Consejo de Política Fiscal, a fin de frenar una financiación ‘a la carta’ para Cataluña. Algo debía olerse Ayuso, porque el president Pere Aragonès acaba de confirmar que llevará una propuesta de financición «singular» al presidente Sánchez... El caso es que el ‘ejército autonómico del PP’ ha optado por demandar en primer lugar y a coro la Conferencia de Presidentes para hablar de financiación -inevitable-, pero también para discutir de forma global los acuerdos firmados por el PSOE con el resto de grupos que le han garantizado el Ejecutivo.

Sin duda, es pertinente solicitar una Conferencia de Presidentes. Y un Consejo de Política Fiscal. Y saber si Aragonès se sumará o no a esos órganos multilaterales, además de acudir a las mesas bilaterales ya comprometidas. Tampoco es discutible que la amnistía es un tema que interesa a los ciudadanos, tanto a los que la apoyan como a los que la rechazan. Sin embargo, conviene no olvidar que hay cuestiones de calado que afectan a las cosas del comer y del Estado de bienestar por resolver. Y que deberían estar en las listas de prioridades de unos y en el documento de exigencias de los otros. Señorías: hagan política, pero no se olviden de para quién la hacen. España es Madrid y es Cataluña, con sus ruidos incluidos, pero también lo es el silencio del vacío que amenaza algunos territorios del país. Y la falta de servicios que sufren. Y de recursos. Piensen enla economía, el empleo y la inversión, y no sólo en los mítines y lasconvocatorias en las calle. Recuerden que España es plural.