Opinión | LA CARTILLA DE LA DIRECTORA

Los efectos del 'huracán Sánchez'

Sánchez busca pasar de los terremotos que tratan de moverle las piernas a ser él un huracán. Opciones tiene. Aquí y allá: ha logrado que Israel llame a consultas a su embajadora e Italia le dé un toque por sus palabras sobre los ultras

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una comparecencia en Moncloa.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una comparecencia en Moncloa. / Archivo

Que esta iba a ser una de las legislaturas más complicadas de los últimos tiempos lo evidenciaron los resultados de las generales de julio. El PP ganó en votos, pero perdió en apoyos parlamentarios por su asociación autonómica y local con Vox. El PSOE salió derrotado en número de sufragios, aunque supo hacer «de la necesidad, virtud» y fue capaz de tejer una gobernabilidad y unos pactos con múltiples partidos, incluidos independentistas como Junts, cuyas consecuencias han provocado ya varios terremotos políticos que marcan, a fuego, el día a día de la política española.

Esos terremotos están dejando grietas en todos los poderes del Estado, sin excepción. Y eso que apenas han pasado unos días desde que Pedro Sánchez logró su investidura y pudo elegir un nuevo Gabinete. En el terreno judicial la sacudida ha propiciado que su hipercaducado Consejo General esté mandando serios avisos (unos más cuestionables que otros) del calvario que tiene por delante el presidente. Después de haber tomado posición frente a una potencial amnistía que aún no ha adquirido forma jurídica, este jueves el poder judicial hizo historia al declarar por primera vez en democracia que el fiscal general del Estado propuesto por el Gobierno no es idóneo. La cercanía de Álvaro García a su antecesora en el cargo, la siempre polémica Dolores Delgado, le ha pasado factura. Tampoco le ha ayudado su propia reacción ante el anuncio de que llegará un perdón global al procès ni la falta de respuesta a la siembra de sospechas de lawfare en el sistema judicial español.

El Supremo, por su lado, también le dedicó un varapalo al Ejecutivo socialista en este largo y tenso jueves: anuló la elección de Magdalena Valerio como presidenta del Consejo de Estado, de quien dijo que resultaba idónea por su conocimiento profundo de la Administración, pero que le faltaba ser «reconocida jurista», un segundo requisito imprescindible para poder ejercer el cargo que ahora ocupa. Otra sacudida de carácter judicial por los nombramientos o medidas gubernamentales en los primeros días de legislatura. Hay más. Y esto no ha hecho más que empezar. 

En el seno del Ejecutivo la vicepresidenta Calviño (que ya tiene apoyos fundamentales para presidir el Banco Europeo de Inversiones) y la vicepresidenta Yolanda Díaz, a la sazón lideresa de Sumar, ya han vuelto a exhibir sus diferencias. No es la primera vez, ni seguramente será la última, que ambas dejan ver algún rayo de tensión -en este caso por la reforma del subsidio de desempleo- mientras sus equipos, entre bambalinas, luchan en la batalla de la comunicación interna y externa. Y si de lo que hablamos es del campo legislativo, que también ahí los temblores son de intensidad máxima…, el PSOE se prepara para la incomodidad de su primera cita con Junts fuera de España. Puigdemont y Cerdán cara a cara, en Ginebra. Ya no es que se internacionalice o no un supuesto conflicto, es que se lavan los trapos de casa en ríos europeos. Y parece que con verificadores que certifiquen que todo queda limpio al final de la cita. ¿Cómo no nos va a mirar Europa con la vidilla que les estamos dando en el arranque de esta etapa política? Lo extraño es que no coman palomitas mientras esperan explicaciones del ministro Bolaños sobre una amnistía que no ha pasado aún el trámite pertinente en las Cámaras. O mientras siguen las aventuras y desventuras de su europarlamentario expresident, tan pronto señalado judicialmente y desdeñado desde España como requerido para concederle la gracia de un Gobierno. Por cierto: puede pensar el PP que se ha apuntado un tanto en la UE generando ruido sobre el pacto y la medida estrella de la legislatura española. Quizás. Pero no puede obviar Feijóo que pesa sobre sus hombros la responsabilidad de no renovar el poder judicial como también exige Bruselas y dicta la Constitución. Que foco hay para todos...

En este contexto Sánchez busca pasar de los terremotos que tratan de moverle las piernas a ser él un huracán. Opciones tiene. Aquí y allá. Además de lo ya relatado, ha logrado que Israel llame a consultas e a su embajadora e Italia le dé un toque por sus declaraciones sobre los ultras. Vidilla política huracanada.