Opinión | REHABILITACIÓN DEL BESÒS

La Barcelona que se cae a trozos

Cuando la ciudad necesita más que nunca consolidar su perímetro y cohesionar barrios, el Besòs se manifiesta como esa gran patata caliente que se atraganta

Viviendas del Besòs i el Maresme, con los balcones envueltos con redes para evitar desprendimientos.

Viviendas del Besòs i el Maresme, con los balcones envueltos con redes para evitar desprendimientos. / RICARD CUGAT

Hay una Barcelona que cae a trozos. Bueno, caer no cae del todo: los cascotes quedan muchas veces suspendidos en el aire, atrapados en una malla verde colocada estratégicamente bajo el balcón o la cornisa. Los salientes de los edificios son la estructura que a ojos vista, desde la calle, visualiza mejor la ruina y deterioro de las fachadas. Luego está lo que no se ve, que es lo que duele de verdad.

Puertas adentro, en el mismo portal de la finca o en las casas, las vigas que hacen de muleta para que las familias que viven allí sigan haciendo su vida con la aluminosis en el cuerpo. Igual que hay listas de espera para prótesis de cadera, en el Besòs siguen abonados a la cola para la normalidad ansiada desde hace demasiado tiempo. Tienen el diagnóstico hace décadas, un tratamiento médico certificado en un plan de rehabilitación municipal, pero esperan, siguen esperando su turno que nunca llega para la obra prometida. 

Esta semana supimos que nuevamente se aplaza, ahora por un mandato, la rehabilitación de 204 pisos ya anunciada en 2020, se pospone la rehabilitación de otros 693 prioritarios al menos hasta 2027 y se deja la remodelación de otros 354 pisos sin fecha. La aluminosis infiltrada en el cemento de construcción es un mal que recorre el barrio desde hace décadas, pero cuando la ciudad necesita más que nunca consolidar su perímetro y cohesionar barrios, el Besòs se manifiesta como esa gran patata caliente que se atraganta. 

La complejidad del plan

Es cierto que una rehabilitación integral es compleja cuando hay fincas ocupadas o con problemas vecinales que dificultan la toma de decisiones. Es cierto que la vulnerabilidad de buena parte de los vecinos implica trámites y burocracias para salvar técnicamente el plan. Es cierto que toda obra y rehabilitación implica tiempo, arquitectos, permisos, y que como en todo quirófano dirán, hasta que no se abre el cuerpo no se revela la magnitud del problema a erradicar. Pero también es cierto que si un problema es tan recurrente, quizá deberíamos ponernos las pilas para agilizar su resolución: hasta la Justicia se inventó los juicios inmediatos cuando vio recurrencia en determinados ilícitos a los que no encontraba respuesta eficaz por la lentitud de trámites que conlleva la Administración de Justicia.

En el Besòs saben bien lo que es luchar contra los elementos, sus victorias son contadas, porque siempre aparece una letra pequeña al final de un documento oficial o un giro inesperado del destino que dilata los parches, porque son parches, a sus problemas. Los triunfos encadenados de la lucha vecinal del bloque Venus, en Sant Adrià del Besòs, son un ejemplo palmario.

El Consorcio del barrio de la Mina echó a andar hace casi un año el último plan de expropiación del edificio maltrecho que lleva en lucha 20 años ¡20 años! para conseguir primero reparaciones, luego directamente realojamientos en condiciones. La Justicia les ha dado la razón, pero la maquinaria de la Administración es lenta y ha de sortear burocracias sucesivas que mantienen en un limbo a los afectados.

Un edificio de protección oficial no debería estar inmerso en un calvario como el que cristalizó en el nacimiento de la plataforma Objectiu Venus, un proyecto comunitario para reivindicar su situación y que en 80 días de recolecta a través de un crowdfunding logró tirar adelante un libro que reconstruye su historia a partir de los relatos de vecinos y periodistas, antropólogos y pedagogos que han seguido sus vicisitudes a lo largo de los años.

'Objectiu Venus' es el espejo de las victorias vecinales amargas, del caer para volver a levantarse. De una dinámica que va por el camino de multiplicarse por un reguero de fincas en la Barcelona de los extremos.