Opinión | POLÍTICA Y MODA

El jersey feo de Ayuso

Como buena sucesora de las habilidades estéticocorporativas de Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, la presidenta se ha decantado por promocionar los colores de la bandera madrileña (yo soy Madrid)

Ayuso inaugura el Belén de la Casa de Correos

Ayuso inaugura el Belén de la Casa de Correos / MARTA FERNÁNDEZ JARA / EUROPA PRESS

Isabel Díaz Ayuso ha inaugurado el tradicional pesebre de la Real Casa de Correos con un "jersey feo". No crean que soy yo la que considera y etiqueta el outfit de la presidenta madrileña de "feo" (aunque también); pero es así como se conoce a este tipo de prenda. Fue en la década de los 80 (malos tiempos para la estética), cuando los presentadores británicos consideraron que era una forma molona y moderna de aparecer antes sus espectadores y, por lo que sea, los americanos copiaron la idea. Por suerte, Bridget Jones aclaró unos años después el rechazo que provoca un adulto con un jersey de un reno, por muy desesperada que estés.

En principio, hoy esta tendencia de lucir un ugly sweater por Navidad sería más propia de una gobernadora republicana estadounidense que de una conservadora española, pero no hay que subestimar a Díaz Ayuso (por lo menos, no como estratega estética). Si bien el uso actual de este jersey es muy americano y casaría tanto con el Belén clásico como incorporar la figura de Papá Noel o a un Elvis de caganer: el que lucía la líder popular es un diseño del Metro de Madrid y se puede adquirir desde hace unos días por 24.95 euros en las tiendas que el suburbano tiene en las estaciones de Sol y Plaza de Castilla, así como en la web. Hay dos modelos distintos: en azul o en rojo. Como buena sucesora de las habilidades estéticocorporativas de Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, la presidenta se ha decantado por promocionar los colores de la bandera madrileña (yo soy Madrid). Y aunque se ha adelantado unas semanas a la celebración del día del jersey feo (que se celebra oficialmente el tercer viernes de diciembre), la prenda estaba magníficamente conjuntada con los tonos del cartel escogido para promocionar este año la Navidad en Sol.

Como en cada edición, la líder popular ha recitado un discurso que ni la Mesías de los Javis (dentro del frikismo en el que ya estamos políticamente inmersos, me ha defraudado que no haya tenido un guiño con el gesto de la Montserrat). Con el pesebre a sus espaldas y el sermón que ha soltado; el atril se ha convertido en un púlpito. Además de enlazar la libertad, la cultura judeocristiana, Occidente, recordar a los cuidadores de las residencias y a los familiares que ya no están (ojito, eh) y explicar cómo Herodes degollaba a los niños y a sus madres en clara referencia (he entendido yo) al terrorismo de Hamas; la autora del "me gusta la fruta" ha predicado sobre la obligación de amar y perdonar... Pero aunque el mensaje pudiera provocar un poquito/muchito de miedo; el jersey feo lograba rebajar cualquier sensación de peligro. Lo mismo se dio con los aparentemente simpáticos disfraces en el asalto del Capitolio o algunas escenas vistas en las protestas de Ferraz. Es precisamente lo que genera lo hortera y excéntrico en nuestro cerebro: un absoluto desconcierto. E igual que te puede llevar a confundir la fealdad (lo que causa disgusto) con la belleza (armonía visual); la amenaza del populismo pasa a antojarse algo divertido y gracioso (inofensivo).

No por casualidad, Steve Bannon, el padre del populismo moderno, se interesó en aprender y explotar el comercio de la fealdad. Si miles de personas llegaron a considerar "bonitos" y hasta "saludables" unos horrorosos e incómodos crocs; ¿por qué no importar el marketing de la moda fea a la política?