Opinión | POLÍTICA Y MODA

Los otros "me gusta la fruta" de la investidura

Aunque Isabel Díaz Ayuso sea capaz hasta de reivindicar y reafirmarse en su “me gusta la fruta”; ¿qué pasaría si a alguno de nosotros se nos ocurriera recurrir a una descalificación de este nivel en mitad de una reunión de negocios?

Madrid 15/11/2023 Isabel Díaz Ayuso junto a otros presidentes autonómicos del PP durante la primera sesión del debate de Investidura que se celebra estos días en el Congreso de los Diputados Imagen DAVID CASTRO

Madrid 15/11/2023 Isabel Díaz Ayuso junto a otros presidentes autonómicos del PP durante la primera sesión del debate de Investidura que se celebra estos días en el Congreso de los Diputados Imagen DAVID CASTRO

Con una mano en el bolsillo, como quien no quiere la cosa, Alberto Núñez Feijóo se acercó hasta el escaño de Pedro Sánchez para felicitarlo (reconocerlo) como presidente. Pero hasta que el líder socialista no alargó su brazo, el popular no sacó el apretón de manos de cortesía del bolsillo. La reticencia del gallego a reconocerle la victoria al adversario se hacía patente hasta en el gesto. Al acabar, rápidamente devolvió su mano derecha al fondo de su traje como si la tregua no hubiera existido. Minutos más tarde, Feijóo explicaba lo que le había advertido a Sánchez mientras lo saludaba: “Esto es una equivocación y usted será el responsable”. Ante tal augurio, el presidente optó por dar las gracias y levantar la cabeza (“lo que tú digas”). Por suerte, no se le escapó ningún “me gusta la fruta”. No puedo asegurar que no lo pensara, pero entre pensar y decirlo (aunque sea por lo bajini) va un trecho de educación y ejemplaridad. Porque aunque Isabel Díaz Ayuso sea capaz hasta de reivindicar y reafirmarse en su “me gusta la fruta”; ¿qué pasaría si a alguno de nosotros se nos ocurriera recurrir a una descalificación de este nivel en mitad de una reunión de negocios?

A muchos de estos hombres y mujeres que hoy se dedican a la diplomacia sin saber en qué consiste tal arte —convencer y seducir, en vez de imponer y descalificar— les faltan horas en la empresa privada. A los de Vox, abandonar el hemiciclo (su jornada laboral) cuando se les antoja les debe parecer lo más normal del mundo. Pero como jefes que somos de la empresa pública, los ciudadanos deberíamos tener la posibilidad de amonestarlos sin sueldo o despedirlos por ausentismo. Fuera de la política, quien le coló la letra de Ismael Serrano por una cita de Antonio Machado a Feijóo y consideró buena idea imprimir la foto de las urnas del 1 de octubre como portada de su discurso, no renovaría contrato.

Sin embargo, el líder popular fue hábil al sacarle sutilmente un “me gusta la fruta” gestual a Irene Montero contra Pedro Sánchez. “¿Es usted el gobierno más feminista de la historia y va a cesar a la ministra de igualdad?”, le reprochó al presidente en funciones. La de Podemos, se mordió el labio (si yo hablara), asintió (le dio la razón), miró (reclamó) de reojo al del PSOE, levantó las cejas y dejó caer los ojos (evidencia). Como Ione Belarra, Montero rodeó su cuello con un pañuelo palestino. Misma reclama, pero en distinto formato empleó Yolanda Díaz prendiendo una sandía en su solapa. Por sus colores, esa fruta ha servido de representación de la bandera palestina cuando la enseña ha sido perseguida o prohibida.

Otro ejemplo de que no hace falta decir “me gusta la fruta” para dejar patente la disconformidad, el enfado o incluso la ira es la intervención de Míriam Nogueras. Molestos los de Junts con el discurso de Sánchez; su portavoz en el Congreso salió a la tribuna con gesto serio, frío y distante. Apoyándose con un brazo sobre el atril (postura desafiante), Nogueras miraba al socialista de reojo (con desconfianza).

Como Ayuso, estos días a las afueras del Congreso y de Ferraz, los concentrados no eran tan delicados con el “me gusta la fruta”. Pero es justo decir que las manifestaciones para “putodefender” España y en contra de Sánchez, Puigdemont y la amnistía estaban conformadas por perfiles con distintas sensibilidades. Desde unos que portaban a la virgen y parecían haberse escapado de un casting de los Javis hasta los que apostaban por la bandera con el pollo, pasando por los que sacaron a las muñecas hinchables con las que consuelan su soledad por la noche. Contemplando tales fachas por televisión, reconozco que a veces también peco con algún que otro “me gusta la fruta”.