Opinión | APUNTE

Vox es un lastre para el PP

Alberto Núñez Feijóo tiene el reto de hacer una oposición implacable, pero sin perder las formas

Alberto Nuñez Feijóo y Santiago Abascal en el Congreso

Alberto Nuñez Feijóo y Santiago Abascal en el Congreso / EFE

El PP debería huir de las faldas de Vox. En coalición con el partido de Abascal jamás volverá a gobernar España. Pueden coincidir con algunos análisis rápidos, es cierto. El de la ley de Amnistía, el de los migrantes irregulares y también estar hasta la coronilla de un feminismo radical muy presente. Sin embargo, el perfume exagerado en las fragancias que desprende la formación de extrema derecha cuando se moviliza por las calles está lejos del que utiliza Feijóo cuando va al Congreso.

Hay lociones que abofetean. Olores que dejan sin respiración y uno querría salir corriendo y el estómago se revuelve. Aromas que animan a los disparatados a dibujar esvásticas en una librería de Madrid, como ocurrió la pasada semana en la Alberti. Pero eso no está en el imaginario de los populares.

En Barcelona, cuando era niño, vivía cerca de la librería Internacional. Durante los últimos años de Franco se convirtió en una habitual de los compradores de libros que llegaban de México y que estaban prohibidos en España. Por ello recibían sabotajes continuos. Individuos cercanos a aquel franquismo ya tardío y cansado (aunque estuviera lleno de jóvenes) pintaban o incendiaban su escaparate provocándoles pérdidas cuantiosas.

Estos últimos días hemos vuelto a 50 años atrás. Hablo de principios de los 70. Algunos en Madrid (son pocos, pero tocan las narices) deben creer que aquello molaba. El PP tiene la oportunidad de huir de esos olores contaminantes y hacerlo con urgencia. El temor a perder parte de su electorado los paraliza. ¿De verdad es su votante? De hecho, desde Galicia están alertando a Feijóo que tiene el síndrome del recién llegado a Madrid.

Ya compuesto el nuevo consejo de ministros, Feijóo tiene el reto de hacer una oposición implacable, pero sin perder las formas. Erosionar a Pedro Sánchez por su forzada ley de amnistía para investirlo presidente, pero desmarcándose de las revueltas callejeras y anodinas huelgas generales de Vox. La finura que le conocí en Barcelona hace 17 años parece que se la ha dejado en Os Peares, allí en su Ribeira Sacra.