Opinión | EL CUERPO EN GUERRA

Vaya semanas las de aquel año

Qué irónico y cuánta incoherencia, ¿no? Como lo de la dictadura, que es que ellos se lían y al final lo único que les importa es que sea lo suyo

Primera foto de familia del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez.

Primera foto de familia del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez. / EFE

Por fin hay Gobierno. Y, sí, con amnistía. De hecho, se confirma días más tarde de la toma de posesión del cargo que, pese a las expectativas y declaraciones vertidas por muchos, las placas tectónicas no se han movido lo suficiente como para quebrar España. Ay, Rufián, qué claro lo tenías.

Y es que en las últimas semanas se han sucedido hechos que rozan el absurdo: aquellos que nunca se han manifestado a favor de los derechos -ya no «sociales»- humanos ni de la subida de las pensiones han demostrado que saben salir a la calle (deben tener dolor de conciencia de que no fueron a votar los suficientes) si lo que está en juego es que haya un Gobierno progresista. Incluso, llegan a llamar a la sublevación a las fuerzas del orden, esas mismas a las que despedían con cánticos de «¡A por ellos!» años atrás, pero de las que ahora no comparten sus métodos de disuasión (si es que no aprenden ni en carne propia). Qué irónico y cuánta incoherencia, ¿no? Como lo de la dictadura, que es que ellos se lían y al final lo único que les importa es que sea lo suyo y si no se enfadan, se van del hemiciclo y ya no te ajuntan.

Pero lo más triste de esto no es que buena parte de nosotros estemos aliviados porque vaya a gobernar la opción menos mala, supuestamente progresista (demuéstrenlo con nombramientos y acciones). No, es por aquello que hasta sabe citar el mismísimo Alberto Feijóo: lo que llevó al Gobierno anterior a ser el más progresista de España, el trabajo de Irene Montero, Ione Belarra y todo el equipo del Ministerio de Igualdad, se lo van a cargar precisamente por eso, por haber funcionado. Y que hasta Feijóo pueda tirarle esa pullita a un Sánchez «progresista»... Precisamente por eso Yolanda Díaz no está a la altura de constituir un gobierno feminista, porque una mujer que le hace eso a otra (y encima conociendo su trabajo), nunca será feminista. Y, sin feminismo, ¿qué es progreso?

Después de risas desbordantes en el Congreso (que ya no nos cortamos ni un ápice, Pedro), en las calles, en Twitter y en todas nuestras conversaciones de Whatsapp, y las que nos quedan para al menos un par de semanas más, tras lo visto. Puede pasar cualquier cosa. Pero ojo con la derecha derrotada enfadada crispada humillada... y con pasta. Es capaz de lo peor. ¿Mantendrán el orden público ahora que han votado otra vez más? ¿Les habrá quedado lo suficientemente claro que estamos en democracia?