Opinión | EL CUERPO EN GUERRA
Querido Chandler
De todos, siempre me quedaría contigo porque esta Mónica tremendamente desordenada tan sólo quería un Chandler
Sé que la vida de Matthew Perry, tu yo real, no ha sido nada fácil, que ha tenido sus idas y venidas, que la droga y la muerte demasiado cerca porque la fama demasiado pronto puede llegar a destruirte y darte subidones y bajones impresionantes y que todos arrastramos nuestra mierda y nuestros monstruos. En realidad, los seguidores de Friends, todos aquellos para los que siempre serás eterno, poco sabemos de todo ello. Sí, te hemos visto con cambios de peso y de imagen, se han hecho públicas historias pero... Sólo Matthew sabe lo duro que debió ser Chandler y el después, como si no tuviera suficiente con ser Matthew (de hecho, ¿sabía quién era realmente?).
Continuó. Volvió al teatro, más series de televisión, el cine, incluso sus propios proyectos producidos y escritos por él mismo. Nominaciones. Y continuó creciendo profesionalmente mientras la vida seguía haciéndose cuesta arriba y también acompañada de problemas de salud y del abuso de sustancias que conozco demasiado bien (en mi caso por prescripción médica). Aprovechó sus intervenciones en los medios para dirigirse a otras personas que atravesaban el mismo infierno que él y planeaba montar una fundación. Por otra parte, el amor no acompañaba. Había tenido varias novias pero no daba con una mujer con la que tener una relación estable. Su Mónica nunca llegaba. Y, de repente, todo se acabó.
Cuánto me duele saber cuánto sufrió Matthew (algunas de las drogas de las que abusó las he tomado yo durante años y, claro, cómo no iba a resentirse el cuerpo...). Me afecta tanto (sí, semanas después), querido Chandler, porque siempre serás el amigo y el novio ideal. Formas parte de mi vida, de mi educación sentimental, de mi juventud. He crecido contigo. Te he visto y he hablado sobre ti mucho más que sobre muchas personas de mi familia. Siempre termino volviendo a ti porque pollito y patito y la butaca reclinable y el futbolín, las pizzas, la tarta de queso que se cayó al suelo, tus traumas de la infancia y los chistes malos.
De todos, siempre me quedaría contigo porque esta Mónica tremendamente desordenada tan sólo quería un Chandler. No concebía una forma de relación más perfecta. Quién va a quererte más y mejor que tu mejor amigo, esa persona que ha presenciado todas tus miserias y sigue ahí, en la puerta de al lado, intentando alegrarte el día con su sentido del humor, porque el mío también es peculiar. Ay, Chandler, menos mal que tú vas a ser eterno, que has quedado inmortalizado para siempre. Y que te tengo cerca, en el comedor, esperándome en la butaca de tu piso para sacarme una sonrisa.
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