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Los votantes del PSC

La asunción de ciertos relatos por parte del PSOE obliga a los socialistas catalanes a modular de nuevo su voz

El expresidente de la Generalitat y eurodiputado de Junts, Carles Puigdemont, a su llegada para comparecer en una rueda de prensa

El expresidente de la Generalitat y eurodiputado de Junts, Carles Puigdemont, a su llegada para comparecer en una rueda de prensa / Europa Press

En ocasiones, la vida se acelera. Después de las elecciones autonómicas y municipales de mayo de este año, Pedro Sánchez era la imagen de la derrota. Apenas medio año después, ha sido investido como presidente del Gobierno en primera votación con más apoyo que hace cuatro años. En septiembre, la Audiencia de Barcelona condenó a cuatro años y medio de cárcel y 20 años de inhabilitación al exconseller de Interior Miquel Buch por haber facilitado un servicio de escolta a Carles Puigdemont en Bélgica y crear una plaza de asesor para financiar con dinero público este trabajo. Esta semana, Félix Bolaños declaró que el Gobierno dará curso a la petición del expresidente catalán para tener un equipo de escolta policial permanente en Waterloo y Bruselas. Desde 2017, Sánchez describía la crisis política e institucional en Catalunya como un problema en esencia de convivencia entre catalanes. El texto del pacto entre el PSOE y Junts habla de los decretos de Nueva Planta y abraza un relato que contribuyó a la escisión del PSC.

Finiquitado el asunto de la investidura a cambio no solo de la amnistía, sino de la rehabilitación, resurrección y legitimación de un cierto relato sobre Catalunya, la política española afronta una legislatura con los peores mimbres: polarización máxima, consensos rotos, protestas en la calle, enfrentamiento entre poderes e instituciones, el vía crucis judicial de la amnistía y una relación muy volátil entre el Gobierno y los independentistas. La formación del Gobierno puede acarrear otra fuente de tensión (el divorcio de Sumar y Podemos) y una contienda electoral (las europeas del año que viene) enrarecerá aún más si cabe el ambiente.

En Catalunya se vivirá (se vive ya) una larga (pre)campaña electoral que empalmará las elecciones europeas con las autonómicas. Una campaña marcada por la amnistía y las negociaciones con el PSOE y por el regreso (o así se presenta) de Junts a la política institucional en Madrid. Rehabilitado su relato, nada hace indicar que el independentismo no vuelva a enfrascarse en la habitual competición entre sus dos grandes fuerzas (ERC y Junts) en busca de la hegemonía en Catalunya. Polarización máxima en Madrid, algarabía en la calle, competición en Catalunya, Gobierno débil... ¿Qué puede salir mal?

Como suele suceder cuando Catalunya pasa a ser el tema más importante en el tablero político de Madrid, conviene seguir el papel del PSC los próximos meses. Partido mayoritario en Catalunya (detalle que demasiado a menudo se olvida), la asunción del PSOE de parte de la cosmovisión independentista obliga a los socialistas catalanes a ejercitar su cintura. Por un lado, el PSC aspira con toda legitimidad a volver a ganar las elecciones autonómicas y, esta vez, a gobernar. El desarrollo de la legislatura en Catalunya (la ruptura ERC y Junts) y el hecho de que los dos partidos negocien con el PSOE en Madrid hacen que no sea tabú pensar en un pacto de Gobierno del PSC con alguna formación independentista, impensable en 2021.

En este sentido, la pantalla de la política de bloques se ha superado. Pero sería muy aventurado dar por muertos y enterrados a los bloques. Hasta ahora las consecuencias de la amnistía se han visibilizado en la política española, pero están por ver sus efectos en la catalana. De entrada, es obvio que Junts, menos votado que nunca en julio, es más importante que en los últimos años. ERC, único interlocutor posible, vuelve a tener una competencia feroz. Del pulso entre los dos no es previsible esperar políticas de moderación.

Además, el PSC debe encontrar su voz en la realidad post-investidura. No suele ser positivo ni para los socialistas ni para Catalunya cuando el PSOE eclipsa al PSC. Entre amnistía y el PP-Vox, por citar a Aitor Esteban, los votantes catalanes socialistas seguramente elegirán amnistía, muchos como mal menor. Pero más difícil de asumir serán según qué relatos, sobre todo los implícitos: por ejemplo, que los independentistas representan a Catalunya entera o que el 6 y el 7 de septiembre de 2017 o bien ni pasó, o es una exageración de los no independentistas o que estuvo justificado.

Sí, a veces la vida y la política se aceleran, tanto como para que el Estado decrete una medida de gracia que se presenta como un perdón. Pero conviene no olvidar que si una mitad de catalanes piensan que lo volverían a hacer, buena parte de la otra mitad cree que quienes merecen disculpas son ellos.

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