Opinión | EL TRIÁNGULO

Te faltan siete votos, buscas siete votos

No será un vía crucis de lamentaciones, ni mea culpas sobre la responsabilidad de los acontecimientos de 2017, pero guarden las palabras conflicto, salida, situación insostenible, y futuro porque por ahí irá la dirección de los discursos independentistas

Pedro Sánchez y Miriam Nogueras, portavoz parlamentaria de Junts, el pasado 13 de octubre en el Congreso.

Pedro Sánchez y Miriam Nogueras, portavoz parlamentaria de Junts, el pasado 13 de octubre en el Congreso. / David Castro

Pedro Sánchez lo llama hacer de la necesidad virtud, así de frente en el Comité Federal de su partido, y es que no hay más justificación. Pocos esperaban ese resultado el 23 de julio, sólo hay que ver el desconcierto del líder nacional del PP, pasados ya tres meses, repitiendo que él no ha querido ser presidente del Gobierno. Ni, aunque estamos ya habituados, que la aritmética fuera a ser tan endiablada. En el caso de Puigdemont el alcance de este resultado se ha ido haciendo patente a medida que ha ido bajando el tono de sus declaraciones, signo inequívoco de que el acuerdo estaba cercano.

No estaríamos hablando de esto, o no en este momento procesal, si entre todos los posibles partidos del acuerdo hubiera siete votos más. La conversación pública iría contra el apoyo de Bildu, las cesiones a socios como el PNV o ERC, o el riesgo del social comunismo. Pero la ley d´Hondt o la voluntad de los votantes es caprichosa y este es el resultado que está costando digerir. A unos más que a otros. Para aquellos que quieren un gobierno progresista, incluso diría más, aquellos que lo que no quieren de ninguna manera es un gobierno PP-Vox, asumir la negociación por la amnistía es ya algo amortizado.

Lo importante ahora es si se conseguirá la virtud partiendo de una situación que el propio diccionario define como aceptar de buena gana y voluntariamente lo que por precisión se había de hacer. Además de ponerle buena cara a la amnistía de todos aquellos que todavía no han sido juzgados por los acontecimientos del 1-O, y que la pongan aquellos que, aunque indultados cumplieron gran parte de la condena, habrá que enmarcarla en un plan más ambicioso que haga comprensible por qué es tan conveniente para la convivencia en España. Rebajar el suflé catalán se entiende muy bien en Cataluña, lo entienden hasta en el Círculo de Economía, y en la patronal catalana la normalización política es un respiro para el retorno de la inversión extranjera.

En el resto del país, se necesita de un gesto mínimo de los independentistas, de buscar caminos concertados para las reivindicaciones de parte de la población catalana, que conociendo la trayectoria de Pedro Sánchez algo debe estar acordado para tirarse a la piscina el sábado sin titubeos. No será un vía crucis de lamentaciones, ni mea culpas sobre la responsabilidad de los acontecimientos de 2017, pero guarden las palabras conflicto, salida, situación insostenible, y futuro porque por ahí irá la dirección de los discursos independentistas. Cuanto antes empiece a andar la legislatura, antes veremos si el refranero español sigue siendo útil.