Opinión

Salud mental: ¿hablamos ya de epidemia?

Tenemos que luchar contra nosotros mismos para ser capaces de levantarnos de la cama y el desayuno y la cena van acompañados de un puñado de pastillas, que tragamos, sin pensar siquiera

Por qué no puedo hablar de México, el suicidio...

El último chapuzón

Sufrir depresión incrementa en un 60% las posibilidades de sufrir enfermedades cardiacas.

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De la pandemia no salimos mejores, qué va. Al menos, tomamos conciencia de que estábamos verdaderamente mal psicológicamente y que la salud mental existe e importa, que es esencial para nuestro funcionamiento y nos condiciona tanto como la física. De hecho, ambas están estrechamente unidas y se retroalimentan. No basta con mantener una dieta equilibrada y hacer algo de deporte, que nuestro cuerpo no estará «sano» si nuestra psique y emociones no lo acompañan.

Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada ocho personas padece algún problema de salud mental. En lo relativo a nuestro país, una de cada cuatro personas asegura que tiene problemas de este tipo, el 60% se siente temeroso, preocupado o triste y el 15% ha pensado en el suicidio, según el estudio de Fundación Mutua Madrileña y la Confederación de Salud Mental, el primero en intentar «mapear» esta cuestión en nuestro país. Los problemas económicos y familiares, la incertidumbre ante el futuro, la presión y el estrés cotidiano se alzan como las principales causas de su deterioro.

El 42,1% ha padecido depresión alguna vez, el 47,6% ha experimentado ataques de ansiedad y el 36,9% refiere ansiedad prolongada en el tiempo. No sorprende, ¿verdad? ¿Los colectivos más vulnerables? Las mujeres (61,3%) y los más jóvenes, por no hablar de los que ya arrastramos problemas físicos de larga duración, como el dolor crónico. Sí, gran parte de la población sobrevive en piloto automático como puede y un gran porcentaje toma ansiolíticos y antidepresivos desde hace años. ¿Toca ya hablar de epidemia? Puede.

El martes 10 de octubre es el Día Mundial de la Salud Mental. Para muchos lo es cada día, porque tenemos que luchar contra nosotros mismos para ser capaces de levantarnos de la cama y el desayuno y la cena van acompañados de un puñado de pastillas, que tragamos, sin pensar siquiera, para intentar ser lo más «funcionales» posible, que es lo que nos reclama la sociedad. Pero, ¿están la salud pública o la sociedad a la altura a la hora de intentar «cuidarnos»? No. Tampoco en términos de prevención. Y necesitamos con urgencia políticos que sepan que es una asignatura pendiente que no puede esperar y pongan en marcha iniciativas para tratar de controlar esta plaga que atenta contra uno de nuestros derechos humanos universales.