Opinión | EL CUERPO EN GUERRA
Por qué no puedo hablar de México, el suicidio...
No estoy ausente o ajena a lo que sucede en el mundo, es que apenas me las apaño para subsistir
O cualquier cosa que haya pasado en las últimas dos semanas: por el dolor. Llevo sumida en una horrible crisis de dolor desde el martes 5 de septiembre que me tiene en la cama, sobremedicada, con náuseas, dificultades para dormir y para hacer el resto de mis funciones básicas como comer, defecar u orinar (éstas incrementan el dolor). Por eso no hubo columna la semana pasada.
Entonces me propuse en los ratos de pseudolucidez ponerme frente al teclado, anque después empeorase, y escribir unas cuantas palabras dando cuentas de mi ausencia. Aprovechar para visibilizar la incapacitacitación del dolor crónico y las enfermedades raras en este espacio que me brinda Prensa Ibérica para alzar la voz por todas las que nos vemos acalladas en estos momentos.
Tengo la sensación de que este año está siendo un gran puñado de nada, dolor, malestar interior, ansiedad, depresión... y más complicaciones de salud con las que no quiero alertar a aquellas personas a las que les importo.
No estoy ausente o ajena a lo que sucede en el mundo, es que apenas me las apaño para subsistir. No puedo con más. Gracias a Manu y mis amigos por ayudarme. Sin ellos sería imposible, porque hay veces que no me puedo sostener en pie o recordar por qué continuar. Y a Toffee, por rescatarme de mí misma cada vez que la miro. Veo pasar la belleza en instagram y me digo que dónde está para mí, la mayor parte de los días apenas puedo leer... Al otro lado de la ventana, un borrón enorme de nada. En el fondo, la poesía no salva. No puedo escribir ni leer poesía así. En estos terrenos pantanosos la supervivencia prima y eclipsa lo demás y sin lo demás, ¿para qué hacer el enorme esfuerzo de levantarse un día y otro? El tiempo se me va... Yo no decido, el cuerpo manda.
Tengo la sensación de que este año está siendo un gran puñado de nada, dolor, malestar interior, ansiedad, depresión...
Me siento impotente, sola, aislada, débil, hundida... ¿Cedo y voy a Urgencias a que me pinchen morfina? ¿Funcionaría? La doctora me dijo que aguantara. Aguanto. Maldita la hora en la que dije sí al neuroestimulador medular para intentar aminorar el dolor. Sólo lo ha «complicado» todo. Estoy harta de ser un experimento, de la imprevisibilidad de las reacciones corporales. De la inexistencia de horizonte.
Que sí, que la realidad de cada uno también es dura, difícil y dolorosa. Quejáos. Protestad. Que no os roben la palabra en ningún aspecto de la vida. Por eso, pese... Por eso escribo (cuando me deja el cuerpo), porque debe quedar testimonio de toda esta mierda, para ver si en algún sitio encuentro luz.
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