Opinión | INDEPENDENTISMO

Québec como modelo

El parangón aproximado con Cataluña es fácil de establecer: Canadá es una de las grandes democracias del planeta y siempre ha padecido el chirrido interno de Quebec

El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, durante la primera sesión del debate de investidura del líder del PP, en el Congreso de los Diputados, a 26 de septiembre de 2023, en Madrid (España).

El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, durante la primera sesión del debate de investidura del líder del PP, en el Congreso de los Diputados, a 26 de septiembre de 2023, en Madrid (España). / EUROPA PRES / Carlos Luján

Gabriel Rufián, portavoz de ERC en el Congreso de los Diputados, mencionó en la sesión de investidura de Feijóo el caso de Québec, la provincia francófona de Canadá, que ha sido referente para el nacionalismo catalán. Quebec, inmersa en un contexto anglófono, padeció etapas represivas en que los territorios de lengua inglesa trataron de asimilar a los quebequeses.

El parangón aproximado con Cataluña es fácil de establecer: Canadá es una de las grandes democracias del planeta, a pesar de su juventud (el Acta de Constitución de Canadá es de 1982), y siempre ha padecido el chirrido interno de Quebec. En sus inicios, se registró algún disturbio (octubre de 1970, con un único muerto) pero en su conjunto el proceso identitario ha sido plenamente político y pacífico. Y registra algunos hitos singulares: en 1980, los secesionistas, con apoyo explícito de Francia, convocaron un referéndum de autodeterminación, en el que lograron el 40,5% de los sufragios emitidos. En 1995, estuvieron a punto de conseguir su objetivo, puesto que obtuvieron el 49,4% de los votos… En ambos casos, la pregunta estaba cargada de ambigüedad. Ante aquella pertinacia y la amenaza de un tercer referéndum, el primer ministro de Canadá, el liberal Jean Chrétien, sometió el asunto al Tribunal Supremo (en funciones de Tribunal Constitucional), que emitió su dictamen en agosto de 1998. Dicho dictamen, muy elogiado, contiene tres elementos: a).-Québec no disfruta del derecho a la autodeterminación. b).-La secesión solo sería posible si "una clara mayoría" declarara "de forma inequívoca" su deseo de no pertenecer al Canadá. Entre otras razones, porque "democracia... significa mucho más que el simple gobierno de la mayoría". Y c).-La secesión de una provincia "bajo la Constitución" no puede ser adoptada unilateralmente, esto es, sin una negociación con los otros miembros de la Confederación dentro del marco constitucional. Aquellas tesis fueron recogidas en la Clarity Act (en francés: Loi sur la clarté référendaire), la Ley sobre la Claridad Referendaria, en el 2000.

Desde entonces, los soberanistas han declinado, aunque han tratado de mantener la llama del referéndum… mientras sus adversarios tomaban medidas de distensión. El 27 de noviembre de 2006, el Parlamento de Canadá reconoció a Québec como una nación, que empezó a disfrutar de un estatus especial en lo cultural y social. En 2012, hubo una nueva tentativa independentista a cargo del PQ, que formó un gobierno minoritario en Québec, encabezado por Pauline Marois, quien planteó el deseo de convocar un nuevo referéndum. Para poner en marcha aquella pertinaz estrategia, convocó elecciones legislativas anticipadas para reformar la Asamblea Nacional en abril de 2014, pero los resultados fueron tan catastróficos que no solo fracasó la iniciativa sino que Marois se retiró de la política.

El lector sacará sin duda sus propias conclusiones, pero he aquí dos muy evidentes: Una: la tensión separatista de Québec tropieza con la negativa de una democracia moderna a reconocer el derecho de autodeterminación, y por tanto también cualquier unilateralismo. Y dos: la distensión y pacificación se han logrado sin judicialización alguna, por vías políticas, y reconociendo en la media de lo posible la singularidad —con los derechos anejos— de la ‘nación’ cultural y étnicamente diferenciada. Qué duda cabe de que Québec nos puede servir de pauta.