Opinión | EL CUERPO EN GUERRA
Nuestra Revolución
El desnudo femenino ha sido considerado objeto de belleza durante toda la historia del arte y ahora, en pleno siglo XXI, nos echamos las manos a la cabeza
La sociedad se ha pasado años viendo (y hasta admirando) el pecho de David Beckham y Cristiano Ronaldo de forma totalmente normalizada pero si la que se descubre es una mujer mostrando sus tetas... puede hasta acabar arrestada, como le pasó a la cantante Rocío Saiz en Murcia. ¿Qué tienen nuestros pechos que molestan tanto al heteropatriarcado como para criticar a toda artista o activista que se atreve a mostrarlos? Si las mujeres somos capaces de no cosificar los cuerpos masculinos, ¿por qué no los hombres?
La hipersexualización y la censura aún vigentes nos demuestran una vez más que nuestro cuerpo sigue siendo un arma política, nuestro mejor instrumento revolucionario. Sí, «llegó nuestra hora»: «esta es nuestra Revolución», como cantaba Eva Amaral mientras mostraba sus pechos el pasado fin de semana en el Festival Sonorama para reivindicar nuestros derechos, como han hecho en los últimos años artistas como Rigoberta Bandini, Zahara, Bebe o la citada Rocío Saiz. «Nadie nos puede arrebatar la dignidad de nuestra desnudez», nos recordaba.
He leído todo tipo de críticas en relación a ella estos días, que si lo hacía porque ahora vendía menos, que si se estaba sumando al juego del patriarcado, que si buscaba mayor protagonismo... ¿Por qué no puede verse simplemente como lo que es: un gesto reivindicativo -cuando debería ser simplemente algo natural-? El desnudo femenino ha sido considerado objeto de belleza durante toda la historia del arte y ahora, en pleno siglo XXI, nos echamos las manos a la cabeza como cuando la tenista Mrs. Beamish en 1884 mostró sus tobillos al acortar algo su falda para jugar mejor, considerado obsceno entonces, lo que le supuso la expulsión de Wimbledon.
Como recalca la película ‘Te estoy amando locamente’ (Alejandro Marín, 2023), muy recomendable por diversos motivos, «Las cosas están cambiando, pero aún no han cambiado lo suficiente». Hay que tener bien presente esta afirmación. La Revolución debe continuar. A todos los colectivos vulnerables nos esperan tiempos difíciles con una sociedad tan fragmentada y en la que el pensamiento de derechas, retrógrado, se extiende como la pólvora. Debemos estar preparades para esta ola de retroceso, que puede traernos incluso más violencia. Seguiremos luchando con nuestro cuerpo y nuestra voz por nuestro derecho a la desnudez y a la igualdad plena. No podrán con nosotres: «Somos una luz cegadora, fuerte, más brillante que el sol».
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