Opinión | ANÁLISIS POLÍTICO

Que el PNV presida el Congreso de los Diputados

Los partidos nacionalistas han apoyado gobiernos en este país durante toda la democracia, pero nunca se les ha dado la oportunidad de compartir el poder

Aitor Esteban, portavoz del PNV, en la tribuna del Congreso

Aitor Esteban, portavoz del PNV, en la tribuna del Congreso / JOSE LUIS ROCA

Vengo con una propuesta hoy. No es una ocurrencia, es una necesidad democrática urgente. Propongo que la Presidencia del Congreso de los Diputados y de las Cortes, la tercera autoridad del estado español según la Constitución, recaiga en un representante del Partido Nacionalista Vasco.

Normalmente, salvo excepciones en los últimos años, la presidencia del Congreso recae en un miembro del partido que gobierna. Si, además, esta persona ejerce una estricta obediencia a su jefe de filas, como ha ocurrido en los últimos tiempos, la separación de poderes digamos que sufre una alta tensión.

Cuando la presidencia de la Cámara y la mayoría de la Mesa pertenece a los miembros de los partidos que gobiernan, suele ocurrir que, aunque indirectamente, muchas decisiones que debería tomar la Mesa del Congreso se acaban tomando en los ministerios. De facto, la única manera de saber cuándo iba a terminar un plazo de enmiendas en el Congreso esta legislatura, era preguntándolo al ministerio correspondiente. O se acaban tomando decisiones desde la Mesa o la Presidencia para facilitar la labor de gobierno o relajar la labor de control que el parlamento debe ejercer sobre el ejecutivo.

En esta legislatura hemos visto innumerables ejemplos de este uso excesivo. Así por ejemplo la primera ley que se registró en la legislatura por parte de un grupo de diputados y diputadas de Más País y ERC fue la de Lucha contra la corrupción, pero en casi cuatro años ni siquiera ha habido opción a que aparezca en el orden del día del pleno. Se aparcó sin más. El gobierno tenía previsto hacer una ley anticorrupción, pero incluso con las multas de Bruselas por no trasponer una directiva, sin ninguna prisa. Tardó tres años en llevar el borrador al Congreso y, durante todo ese tiempo, la propuesta de la oposición estuvo bloqueada sin poderse debatir.

La misma suerte ha corrido la reforma de la Ley de Secretos Oficiales que propuso el PNV al inicio de la legislatura y que se ha impedido, de todas las formas posibles, que se debata, como se ha tardado mucho en poder debatir sobre la prometida derogación de la ley mordaza que nunca se derogó.

El mismo destino para la ley de ELA de Ciudadanos, a la que se le ha prorrogado el periodo de enmiendas casi 50 veces para dejarla morir en el trámite, como ha pasado con la regulación de los lobbies o tantas otras propuestas que nunca verán la luz. Así de las prácticamente 250 leyes que se han aprobado esta legislatura, una o ninguna han sido a propuesta de otra fuerza política que no sea del gobierno. Muchas cosas sobre las que se ha legislado han tenido propuestas previas de otros grupos, que el gobierno y la mesa han ignorado y aparcado hasta que el gobierno ha traído su propuesta propia sin permitir debatir la de otros.

Parece una obviedad decir que la función del poder legislativo es legislar. Pero lo cierto es que, así, no se puede. La otra función del legislativo (parlamento) es la de control al gobierno pero, con la práctica habitual, tampoco se puede. Así ha sido imposible en toda la legislatura aprobar una comisión de investigación sobre el Rey emérito. Como sorprende ver que el gobierno o el Presidente casi siempre comparece ante la Cámara “a petición propia”, porque no hay manera de que una petición de comparecencia por parte de la oposición prospere. Las preguntas parlamentarias por escrito al gobierno, o no se contestan, o se devuelven con una respuesta evasiva que pocas veces aporta información.

Así que hay dos motivos que me llevan a proponer que el PNV presida el Congreso de los Diputados esta legislatura. El primer motivo es por higiene democrática, por todo lo argumentado más arriba. El segundo motivo es por apertura. Los resultados de las urnas el 23J nos dicen que ninguno de los dos bloques puede gobernar solo, y ya llevamos años en que las negociaciones se basan en apoyos más que en repartos. Los partidos nacionalistas han apoyado gobiernos en este país durante toda la democracia, pero nunca se les ha dado la oportunidad de compartir el poder. No digo que no hayan sacado contrapartidas en las negociaciones, claro, nadie da su voto a cambio de nada, pero, hasta ahora, no se les ha sentado a la mesa.

Además de hablar de aeropuertos y trenes, de haciendas y carreteras, es el momento de hablar de referéndums legales y de compartir el poder institucional. Hay que pasar a la siguiente etapa, pasar de ceder a compartir. El PNV ya ha presidido comisiones en el Congreso. Joseba Aguirretxea tiene experiencia en este sentido, habiendo sido presidente de la Comisión de Agricultura en la XIV Legislatura. Si queremos avanzar, si queremos demostrar que entendemos el país plural que somos, es momento de sentarlos a la mesa y compartir el poder del estado. Ya toca.