Opinión | MAL PERDEDOR, PEOR DEMÓCRATA

La propuesta de la lista más votada es inconstitucional, extemporánea y poco democrática

Es de muy mal perdedor querer cambiar las reglas del juego cuando la mano no te da y de muy mal demócrata poner en cuestión el sistema solo cuando no te es favorable

Debate entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo

Debate entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo / JUANJO MARTIN

Pues aquí me dispongo, quién me lo iba a decir a mí, a escribir una lección de primero de democracia para el Sr. Feijóo, porque su propuesta de que gobierne la lista más votada es, directamente, inconstitucional. De hecho, es totalmente contraria al artículo 99 de la Constitución. Y uno no puede ser muy constitucionalista solo para las partes que le gustan de la Constitución y saltarse las que no le vienen bien. De hecho, el PP gobierna en muchos ayuntamientos y CCAA precisamente por mayoría parlamentaria, aunque no haya ganado las elecciones. Es más, en Madrid ni Almeida ni Ayuso habrían llegado al Gobierno si no fuese por sus acuerdos con otros pese a haber perdido las elecciones.

Vamos con la explicación técnica. La democracia española tiene un sistema parlamentario en el que, como en todos los sistemas parlamentarios, gobierna quien más apoyos tiene. Es muy fácil de entender porque la pretensión de las democracias es que la soberanía resida en el pueblo y que la voluntad del pueblo se vea reflejada lo mejor posible en los gobiernos. Así que, quien tiene los apoyos que representan a un mayor número de ciudadanos, puede gobernar.

En los sistemas democráticos hay dos formas de elegir la presidencia de un país: el sistema presidencial (sufragio directo) o el sistema parlamentario (sufragio indirecto). Sufragio indirecto significa que la ciudadanía no vota quién es el presidente, sino que lo elige indirectamente, es decir, se elige a los miembros del parlamento y los miembros del parlamento, por mayoría, eligen a quien va a ostentar la presidencia. Por ser más precisa, también existe un sistema semipresidencial, como el francés, que elige la presidencia de la república por sufragio directo y la jefatura del estado, como en España, Alemania, Bélgica, y todos los sistemas parlamentarios, por sufragio indirecto.

En el sistema parlamentario, el pueblo soberano delega en el parlamento la capacidad de elegir al presidente porque es la forma de representar mejor a la mayoría del país. Los representantes de la ciudadanía tendrán que llegar a acuerdos para lograr una mayoría, y solo así se podrá elegir un presidente. Lo cual, garantiza de forma escrupulosamente democrática una representación más fiel del voto.

En el sistema parlamentario, el pueblo soberano delega en el parlamento la capacidad de elegir al presidente porque es la forma de representar mejor a la mayoría del país

Vamos con un ejemplo. Si tomamos los datos de la predicción de El Periódico de España de esta semana, los resultados en porcentaje de votos serían los siguientes: PP 34,43%, PSOE 28,94%, SUMAR 13,26%, Vox 13,10%, ERC 2,44%, Junts 2,39%, PNV 1,48%, Bildu 1,44%, resto 2,53%. Con estos resultados, si gobernase la lista más votada, ese Gobierno representaría solo a un tercio de los españoles. Es decir, se premiaría directamente con el Gobierno a quien tiene el respaldo de solo 1 de cada 3 españoles frente a alternativas que representarían mejor la voluntad del país. De hecho, si comparamos el apoyo del partido más votado (34,43%) con la suma de los dos siguientes (PSOE+SUMAR 42,2%) vemos claramente quien tiene más representación. Si a los votos del PP unimos los de Vox, ya nos iríamos al 47,53%, que representa más que la suma anterior y, en este caso, tendríamos que ver cuál de las dos coaliciones es más capaz de integrar a más fuerzas políticas -acordar con la representación de más españoles- para alcanzar la mayoría absoluta. De esta forma, logramos que el Gobierno represente de manera amplia la voluntad del pueblo expresada en las urnas y se hace a través de la negociación de sus representantes.

Es cierto que nuestro sistema tiene premio para el ganador de las elecciones. La proporcionalidad de los escaños no es pura y eso quiere decir que, si tienes un 34,43% de los votos, no te tocan el 34,43% de los escaños, porque hay premio. Así, como vemos en la predicción, al PP le corresponderían 136 escaños, que es el 38,86% de los escaños. El premio son 16 escaños más de los que le tocarían en proporción, precisamente para facilitarle al Sr. Feijóo la formación de Gobierno, pero el resto hay que ganárselo. Y se gana teniendo capacidad de acuerdo, de diálogo y de conseguir que otros te apoyen. Si no lo logras, incluso con el plus de escaños, no puedes ni debes ostentar el cargo.

Feijóo propone un sistema no solo inconstitucional, sino extemporáneo y contrario a lo que ocurre en todos los sistemas parlamentarios. Pero además es que pretende retrotraernos al bipartidismo que se fue y nunca volverá, porque España ya no es así. Es de muy mal perdedor querer cambiar las reglas del juego cuando la mano no te da y de muy mal demócrata poner en cuestión el sistema solo cuando no te es favorable.

Solo hay que recordar las imágenes del lamentable cara a cara entre el PSOE y el PP para darse cuenta de que eso ya no representa la España que somos ahora. Ni el bipartidismo refleja la pluralidad de nuestro país, ni dos señores con corbata representan las aspiraciones de buena parte de la ciudadanía. No pueden plantearse sistemas de representación que partan de la base de dejar fuera a gran parte de la población. Si a alguien le sobra toda la población que no se ve reflejada ahí, si no está dispuesto a llegar a acuerdos para representarla, no debería aspirar a presidir este país plural, diverso y dialogante que es la España de 2023.