Opinión | LA ESPAÑA POSIBLE

Y Txapote votó

Uno de los muchos detalles por los que Feijóo tiene imposible la investidura pese a su victoria electoral es no haber condenado ese lema que nació de las Nuevas Generaciones

Alberto Núñez Feijóo, el pasado 27 de junio, en una sesión del Senado.

Alberto Núñez Feijóo, el pasado 27 de junio, en una sesión del Senado. / José Luis Roca

Uno de los muchos detalles por los que Alberto Núñez Feijóo tiene imposible la investidura pese a su victoria electoral es no haber condenado ese lema que nació de las Nuevas Generaciones del PP para competir en antisanchismo en las redes con el estilo del trumpismo cazalla de Vox: "Que te vote Txapote". Una ocurrencia que fue condenada por la mismísima Consuelo Ordóñez, la hermana del concejal asesinado por ETA. Pero el grito tuvo el apoyo incondicional de un cierto Madrid, no el de la calle ni el de los emprendedores, que desde los años 90 del siglo pasado se ha autoproclamado guardián de las esencias de España. Está formado por un 'pool' de periodistas y medios de comunicación que dictan en cada momento quién es un buen español. Están financiados por grandes empresas que antaño fueron públicas o que de una u otra manera tienen negocios vinculados a las disposiciones que se publican en el BOE porque son concesiones de servicios públicos o proveedores del Estado. Y tienen buena relación con algunos cuerpos de funcionarios como los abogados del Estado y algunos miembros de la judicatura.

Ese conglomerado se jactó durante años de haber echado a Felipe González por los GAL y más tarde de haber acabado con Zapatero antes de lo que le tocaba. Siempre que un socialista ocupa el poder, para este entramado, es el resultado de alguna forma de usurpación. Su última creación ha sido el "sanchismo" que, como antes el zapaterismo, es una alianza de rojos y separatistas que en este momento ya abraza en su discurso desde el PNV hasta Sumar. Este enjambre dio alas a Vox cuando vio peligrar al PP por lo de Bárcenas y ahora ha hecho creer demoscópicamente a Feijóo que tenía la mayoría asegurada y, tras el 23J, lejos de asumir responsabilidades, trata de desestabilizar al líder del PP. Tienen prisa por quemar su nueva baza: Isabel Díaz Ayuso que, mucho más inteligente que sus palmeros, sabe que ahora no es el momento.

Metafóricamente hablando, Txapote votó a Sánchez y ahora se ha convertido en la argamasa de una hipotética mayoría de gobierno que, descartada cualquier forma de entendimiento entre PP y PSOE, se presenta como la única posibilidad de que no se repitan las elecciones en Navidad en base a una investidura apoyada por las seis caras de Txapote: PSOE, Sumar, Esquerra, Bildu, PNV y JuntsLos inventores y palmeros del lema de Txapote serían los auténticos responsables de esa repetición electoral. Con el marco mental que instalan en los centros del poder de Madrid, consiguen que el PP no tenga otros aliados posibles que los escindidos de Vox a los que Feijóo consiguió ningunear en Galicia y a los que en un año les ha restado 20 diputados aunque ha pagado el precio de compartir gobierno con sus extravagantes dirigentes autonómicos. Lisa y llanamente, como se demuestra desde el año 2016, esa España que sueñan en los despachos de un cierto Madrid es imposible porque no acepta la más mínima pluralidad y diversidad. El último ejemplo fueron los furibundos ataques a la presidenta de Extremadura, María Guardiola, cuando quiso parar los pies a los de Abascal.

Feijóo no será nunca presidente del Gobierno si no se emancipa de los que vociferaban lo de Txapote. Ese conglomerado ha aprovechado desde la transición cualquier oportunidad de desestabilización para impedir cualquier forma de mínimo reparto de poder entre el centro y la periferia, han utilizado de igual forma para sus intereses la violencia de ETA, el golpe de Tejero, el drama de los GAL, el pujolismo, los tripartitos, el 11M, el 15M, Villarejo, Ciudadanos, Podemos o Puigdemont. Se trata de inventar un peligro contra el Estado y la nación para proponer su solución como la única viable. No son, como defiende irresponsablemente el independentismo unilateralismo, la esencia de España, pero tienen secuestrada la idea de Estado y la adhesión emocional a la nación de muchos ciudadanos. Hoy por hoy son el principal obstáculo para que el PP recupere el Gobierno y lo seguirán siendo por muchas veces que se repitan las elecciones.

Sánchez, en parte, ha llegado donde está porque en el año 2016 se emancipó de los de Txapote. Desde entonces los ha tenido como adversarios y en la última campaña electoral decidió mantener un enfrentamiento en campo abierto, convirtiéndolos en actores de la campaña, acudiendo a sus santuarios mediáticos y hablando de sanchismo como hacen ellos. Así ha surgido el "pedrismo" que ahora trata de formar una mayoría precaria. Está en su derecho pero lo que no es de recibo es que esa precariedad se envuelva de oportunidad histórica para blindar a España contra los voceros de Txapote. Feijóo tiene que manejar esta situación saliendo del marco mental de la M-30 y luchando también en campo abierto como ha hecho Sánchez. Los de Txapote necesitan gobiernos débiles, casi les da igual que sean entorno al PP o al PSOE. Por eso ponen sus mayores esfuerzos en impedir que se entiendan. Y por eso repelen a la periferia para que no intervenga de hecho en la gobernabilidad de España. Pero su España es imposible y lo único que acaban consiguiendo es matarla porque es suya.