LIMÓN & VINAGRE

Consuelo Ordóñez, contra la banalización del mal

Ha sido una víctima del odio y ahora comprueba cómo ese dolor se convierte en una simple cuestión de mercado, de campaña, una frívola y juguetona manera de ensuciar la dignidad

Consuelo Ordoñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo.

Consuelo Ordoñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo. / MIGUEL ÁNGEL MONTESINOS

Josep Maria Fonalleras

Josep Maria Fonalleras

En apariencia, Consuelo Ordóñez nada tiene que ver con Ike Eisenhower, pero ya verán como sí hay relación. En la campaña presidencial de Estados Unidos de 1952 se hizo famoso un eslogan que ha sido considerado como uno de los primeros ejemplos de la propaganda electoral pasada por la criba del marketing. Se trataba de la frase I like Ike ("Me gusta Ike"), que resumía con una gran economía de medios lo que se trataba de vender. Apareció en botones de solapa, carteles y anuncios de televisión, con musiquita incluida.

Años más tarde, Roman Jakobson lo estudió en sus Ensayos de lingüística general, una biblia para lingüistas y para profesionales de la comunicación. Hizo notar que las aliteraciones, la paronomasia y las rimas internas eran herramientas de la función poética del lenguaje que aportaban "expresividad y eficacia" al discurso que se quería vender.

Desde entonces, ha habido miles de ejemplos de coordinación entre las reglas que regulan la lengua y la necesidad de utilizarlas como reclamo memorístico que tiende a impulsar un mensaje basado en la sonoridad. Hasta que hemos llegado al "Que te vote Txapote", el eslogan estrella de esta campaña que ha popularizado el PP y que reúne buena parte de los argumentos estilísticos que describía Jakobson.

Dudo mucho que Isabel Díaz Ayuso sepa de quién hablo y estoy seguro de que no ha leído nada del honorable profesor, pero en febrero, en la Asamblea de Madrid, pronunció la frase que ha triunfado y que se ha convertido en uno de los arietes de la derecha y la extrema derecha contra Pedro Sánchez. Tiene rimas internas, aliteraciones y pequeñas variaciones fonéticas que la convierten en un reclamo "perfecto, porque es muy gráfico, directo y contundente".

Estas últimas palabras son de María San Gil, expresidenta del PP vasco, que el 23 de enero de 1995, mientras almorzaba en el bar La Cepa de San Sebastián, asistió en directo al asesinato de su amigo Gregorio Ordóñez, abatido a tiros por un tal Txapote. "Quizás estemos frivolizando -ha dicho-, pero es tan contundente que hay que irlo repitiendo". Jakobson en estado puro.

Y el PP lo repite a diestro y siniestro, en camisetas y pegatinas, en carteles y en la caravana electoral. Y otra víctima del terrorismo etarra, la hermana de Miguel Ángel Blanco, asesinado también por Txapote, afirma que "el grito nació del pueblo". Y se juntan a ella otros damnificados fieles al PP, como Ángeles Pedraza o Daniel Portero, que cierran filas en torno a esa "falta de respeto total", a ese "todo vale por la patria, incluso faltar el respeto a las víctimas".

Aquí aparece Consuelo Ordóñez, autora de estas últimas afirmaciones. Indignada, estupefacta y sublevada contra la última utilización partidista del PP donde militó su hermano. Con una carrera profesional de jurista, vivió la terrible experiencia del terrorismo y, desde entonces, militó en una "lucha constructiva contra el terror".

En los años de plomo del País Vasco, empezó a asistir a las concentraciones en contra de ETA, recibió pedradas de los energúmenos, experimentó la soledad de quien escuchaba cómo los amigos hablaban de su hermano "como si hubiera muerto de un ataque al corazón". Y ayudó a fundar Covite, de la que ahora es presidenta, y el colectivo ¡Basta Ya! No puede decirse, pues, que sea sospechosa de nada que no sea velar por la memoria y la dignidad de los asesinados.

"Es una persona honesta", me comenta Robert Manrique, víctima de Hipercor y asesor de la Unidad de Atención y Valoración a Afectados por Terrorismo (Uavat). "Le advertí hace años de cómo el PP utilizaba sin miramientos a las víctimas y ahora lo sufre en primera persona".

En 2014, ante la tumba de Gregorio, ya hablaba de los intentos populares de "teledirigir, controlar y manipular". Ahora, el "Que te vote Txapote" ha colmado un vaso donde se acumulan «la inmundicia y la maldad» de Rafael Hernando, el "ETA está viva" de Ayuso, las comparaciones que Casado hizo entre ETA y el independentismo catalán o los intentos del propio Casado de enfrentar a víctimas del terrorismo etarra y del franquismo a los que Ordóñez se negó. "Lo que más duele es este tipo de banalización".

Por eso, Consuelo ha explotado contra Feijóo. En el debate, el gallego pudo frenar "la espiral dolorosa y repugnante" del eslogan y no lo hizo. Ella ha sido una víctima del odio y ahora comprueba cómo ese dolor se convierte en una simple cuestión de mercado, de campaña, una frívola y juguetona manera de ensuciar la dignidad.