Opinión | LA COLUMNA

El modelo Berlusconi

El expresidente tiene imitadores que, al igual que él, viven orgullosos de todo lo que hacen o dicen

Silvio Berlusconi

Silvio Berlusconi

Parecía un hombre prendado de sí mismo y orgulloso de todo lo que hacía o decía. Se creía irresistible, simplemente el no para él no cabía en su ética y estética de vida, manejaba los poderes a su antojo, los medios de comunicación eran de su propiedad y a pesar de ser acusado de corrupción, escándalos sexuales y tener una postura homófoba, racista y machista conseguía aglutinar el voto alrededor de un discurso que era populista y manejaba dos argumentos: continuas campañas de desprestigio contra su persona y una forma de hacer creer a los italianos que eran mejor de los que se consideraban y que él era su guía, algo así como un pastor que les iba a devolver su patria fuera de ella inmigrantes, comunistas y gentes de mal vivir.

Il cavaliere de las polémicas ha fallecido y su muerte abre el debate sobre qué ha supuesto el modelo Berlusconi en posteriores personajes políticos. Sin duda Berlusconi tiene imitadores que, al igual que él, viven prendados de sí mismos y orgullosos de todo lo que hacen o dicen porque se consideran irresistibles y todo lo pueden poseer, da igual la manera o el medio utilizado para llegar hasta ello. Quizá Donald Trump sea el ejemplo más claro de entre todos esos cavalieri que se consideran a salvo de todo a pesar de las supuestas campañas contra su persona y tienen en los marxistas y comunistas la excusa perfecta para levantar a las masas, porque ellos, los comunistas y marxistas que nadie sabe quiénes son ni dónde se esconden, están al acecho para destruir el país y quedarse con todo entre orgías salvajes y eslóganes antipatrióticos, olvidando que el que tiene 37 cargos federales por el caso de los documentos clasificados es él, Donald Trump, quien si resulta culpable será por no tener principios y creer que todo vale y no entender que es él quien no respeta a América, que es él el que cuando las cosas no le salen bien arenga a las masas con eso de que nos han robado las urnas y cientos de personas toman el Capitolio a modo de desfile chabacano, antidemocrático y muy desorganizado, pero que tuvo el efecto deseado por Trump: conseguir crear la duda y hacer que sus seguidores lo fueran más y más fieles.

Poco a poco iremos enterrando a estos extravagantes y manipuladores caballeros que solo ofrecen sonrisas de ficción, discursos plagados de verdades a medias, de histriónicas falsedades y un estribillo repetido que cautiva cuanto más débil es el cielo de los sueños y más terrible el día a día barrido de toda esperanza.