Opinión | LA CARTILLA DE LA DIRECTORA

'Censúrame otra vez, ven censúrame otra vez'

Sánchez vendió y revendió gestión tras el desbarre del 'sí es sí', Díaz tuvo su oportunidad, Tamames se gustó a sí mismo y Vox quiso pellizcar al PP

Santiago Abascal y Ramón Tamames, en la moción de censura contra el Gobierno de Pedro Sánchez.

Santiago Abascal y Ramón Tamames, en la moción de censura contra el Gobierno de Pedro Sánchez. / JOSÉ LUIS ROCA

El Congreso ha vivido una nueva moción de censura y ha perdido un tiempo precioso, como todos los que se han molestado en seguir el desarrollo de este nuevo ¿hito? parlamentario. Vox, con cierto escozor por el protagonismo demoscópico que poco a poco le ha ido arañando el PP de Alberto Núñez Feijóo y aún con resaca por su reciente desaguisado electoral andaluz (con una vengativa Macarena Olona como cocinera principal y a la fuga), buscaba otra oportunidad.

Quería focos. Un escenario noble en el que reivindicarse. Unos minutos de gloria institucional. Micrófonos ante los que ejercer la oposición que diariamente el PP le arrebata. Por eso y por aprovechar el evidente desgaste de un Gobierno de coalición excesivamente a la gresca, movió ficha y se atrevió con otra moción. Segunda ronda contra Pedro Sánchez. Y, de paso, un contexto favorable para intentar darles un pellizco a los populares, cuyo líder no tiene escaño en la Cámara Baja. 

¿Qué le podía salir mal a Vox con este supuesto plan perfecto de resurrección preelectoral? Casi todo. Descontado que por segunda vez iba a perder una moción de censura contra un Ejecutivo de izquierdas –intentó convencer a Feijóo sin éxito de que se sumara, e incluso liderara si lo deseaba, la aventura-, falló estrepitosamente en la elección del candidato. No se atrevió el jefe de la extrema derecha, Santiago Abascal, a ser quien tropezara dos veces en la piedra de Sánchez y sus aliados.

Así que le dio la alternativa al profesor Ramón Tamames, cuya evolución ideológica es digna (y larga) de seguir. 89 años de historia, conocimiento y polémicas a sus espaldas. Del PCE y de haber probado los sinsabores de la prisión por defender derechos cuando no había apenas derecho a defenderse, a aceptar este martes a ser aspirante sin posibilidades a una efímera presidencia que diera paso a un adelanto de generales.

El telonero de la moción y dos tazas de coalición

Tamames ha envejecido envuelto en un abrigo muy conservador, pero no ha llegado a comulgar con los postulados extremos de Vox, aunque en algunas cuestiones puntuales los llegue a rozar con los dedos. Esa diferencia de criterios con los de Abascal (a quien su candidato evitó aplaudir cuando le hizo de ‘telonero’ en su rifirrafe con el presidente durante más de dos larguísimas horas) se notó por minutos en el hemiciclo. Pero sin duda chirrió mucho más en las jornadas previas en las que el economista concedió nutrida ronda de entrevistas para enojo de sus ‘padrinos políticos’. Yo, particularmente, les recomiendo que lean o relean en EL PERIÓDICO DE ESPAÑA la que le concedió a Juan Cruz, llena de matices y rincones en los que perderse a reflexionar, debatir o refutar sin descanso. Pero con calma.

Desde un escaño prestado (en su día tuvo uno propio) para evitar el calvario de llegar a la tribuna de oradores con bastón y ayuda de terceros, pidió a los constitucionalistas que “recuperen la concordia”, después de haber sacudido al Gobierno de coalición sin levantar la voz; proclamar que la autodeterminación no existe, espetar a Sánchez que no respeta la división de poderes y abogar por afeitar la “sobrerrepresentación” de los separatistas en las Cortes.

A Tamames le replicó Sánchez, como presidente censurado y líder del PSOE. Y Yolanda Díaz, su vicepresidenta de Unidas Podemos… ¿o podemos decir ya de Sumar? Fueron dos respuestas por el precio de una. Por aquello de si no quieres coalición, toma dos tazas. O por dar una oportunidad impagable a Díaz, que hizo de ‘poli mala’ frente a un Sánchez más sereno en el tono, y que está a punto –salvo sorpresa de última hora- de autoproclamarse candidata de lo suyo en unos días. De paso, con la réplica a dúo a mayor gloria gubernamental se sorteó la ocurrencia de Podemos de que la palabra se le cediera también a Irene Montero e Ione Belarra. De eso ni hablar, debieron pensar también a dúo Sánchez y Díaz. Díaz y Sánchez.

El Gobierno hace el agosto en pleno marzo

El resultado de la primera jornada de moción, a priori la relevante, es que Vox lució mucho sus verdaderas intenciones de erosionar al PP, así como las debilidades en su liderazgo. También que Tamames se gustó a sí mismo más que al auditorio y que disfrutó, con sus peros, unas horas que le dejaron visiblemente agotado. Que el Gobierno hizo su agosto en pleno marzo y aprovechó el escenario para colonizarlo y vender, y vender y vender todavía más gestión. Huele ya a elecciones municipales.

Así que mientras Núñez Feijóo se buscaba algo que hacer en la embajada de Suecia, es muy probable que a Sánchez, a quien más que censuras se le ha puesto por delante un balón de oro tras semanas de desbarre público con la ley del ‘sí es sí’, se le viniera a la cabeza una pegadiza melodía: "Censúrame otra vez, ven censúrame otra vez…".