Opinión | LA VENTANA LATINOAMERICANA

Gustavo Petro y la presidencia de Colombia

El candidato izquierdista, que intenta aprovechar el gran deseo de cambio de la sociedad colombiana, afronta simultáneamente el rechazo que concita su figura

El candidato presidencial de izquierdas Gustavo Petro durante las elecciones de 2018.

El candidato presidencial de izquierdas Gustavo Petro durante las elecciones de 2018. / EFE/Leonardo Muñoz

Si hay algo que el candidato Gustavo Petro anhela más que nada en el mundo es ocupar durante los próximos cuatro años la Casa de Nariño, sede de la presidencia colombiana. Ello explica por qué, tras su dolorosa derrota en 2018, ha estado en campaña permanente, intentando demostrar a sus compatriotas, con todos los medios a su alcance, que el país necesita un cambio profundo y que él es la persona ideal para impulsarlo. Pero una cosa son sus deseos y otra muy distinta la voluntad de los votantes.

La última encuesta de Invamer, conocida a un mes de la primera vuelta a celebrarse el 29 de mayo y producida para El Espectador y otros medios, resalta buena parte de las tendencias existentes: el estancamiento de Gustavo Petro, del Pacto Histórico; el crecimiento de Federico Fico Gutiérrez, de Equipo por Colombia; y el hundimiento de Sergio Fajardo, de Coalición Centro Esperanza. Mientras Petro obtendría el 43,6% de los votos (un 44,6 en febrero), Gutiérrez pasaba del 8,7 al 26,7%, mientras Fajardo tenía un movimiento inverso, del 15 al 6,5%. De los restantes candidatos, el único que se mantiene alejado de cifras puramente testimoniales es el “independiente” Rodolfo Hernández, con un 13,1 en febrero y un 13,9% en abril.

En la última semana, la candidatura de Gutiérrez ha logrado sumar el apoyo de los expresidentes César Gaviria, máximo dirigente del Partido Liberal, y del conservador Andrés Pastrana. Si bien los dos partidos tradicionales ya no tienen el protagonismo hegemónico del pasado, mantienen una buena capacidad de movilización, como se vio en las últimas elecciones parlamentarias y en la actual composición de la Cámara de Representantes y del Senado.

Estas acciones se complementaron con la elección del exalcalde de Neiva Rodrigo Lara Sánchez como candidato a vicepresidente de Gutiérrez, en un claro guiño al centro político. Lara, un médico proveniente de Alianza Verde, está alejado tanto del uribismo como de los partidos tradicionales. Este movimiento, desde la derecha al centro, contrasta con el de Petro, que al escoger a Francia Márquez se escoró aún más a la izquierda. Pese al gran atractivo de Márquez sobre un sector de la izquierda y los jóvenes, aún queda ver su capacidad de movilización entre electores más alejados de su propia zona de confort. Al mismo tiempo, e intentando tomar la mayor distancia del uribismo, Gutiérrez anunció su predisposición a relanzar el proceso de paz con las FARC, prácticamente paralizado por Iván Duque

Hay un consenso extendido de que para asegurarse la presidencia Petro debería ganar en primera vuelta, algo de momento bastante complicado. Los más de seis puntos que le faltarían para alcanzar la mítica cifra del 50% parecen hoy un escollo difícil de superar. Para un hipotético enfrentamiento en segunda vuelta el sondeo da un 52,4% a Petro y un 45,2% a Gutiérrez, pero de aquí al 19 de junio, fecha del balotaje, queda mucho camino por delante. Seis semanas son una eternidad en la política colombiana.

Al mismo tiempo, los sondeos muestran una tendencia decreciente de Petro, partiendo del 65,3% que tenía en agosto, y un recorrido inverso de Gutiérrez, que pasa del 29,9 al 45,2% actual. Sin embargo, el resultado final dependerá en gran medida de la participación electoral, una variable marcada por la elevada abstención

Finalmente está por ver el destino de los votos de centro, clave en una segunda vuelta que se vaticina muy apretada. La duda gira en torno a la respuesta de Petro si pierde por escaso margen. ¿Reconocerá su derrota o tratará de movilizar a su electorado agitando el fantasma del fraude y buscando la desestabilización institucional? Según la misma encuesta, mientras un 24% de los votantes se siente afín a la izquierda y cerca del 36% a la derecha, un 20% se reconoce de centro y otro 20% sin afinidad alguna. El decisivo voto de estos dos últimos grupos dependerá de la capacidad de movilización de ambos candidatos.

En las últimas semanas habían comenzado negociaciones entre Fajardo y Hernández para converger en una única lista, que les permitiera pasar a la segunda vuelta, pero los últimos datos parecen impedir cualquier pacto. De este modo, se camina irremediablemente a la reedición de la coalición informal de “Todos contra Petro” que hace cuatro años atrás imposibilitó su victoria.

Petro, que intenta aprovechar el gran deseo de cambio de la sociedad colombiana, afronta simultáneamente el rechazo que concita su figura. Su pasado guerrillero (M-19), su gestión como alcalde de Bogotá y su proximidad a Hugo Chávez y a la Revolución Bolivariana le han granjeado la oposición de buena parte de sus conciudadanos. De hecho, es el candidato con mayor rechazo entre todos los aspirantes a la presidencia. Por eso, la forma en que se resuelva la ecuación voluntad de cambio/rechazo a Petro será decisiva para ver si Petro pudo o no revalidar su gran ambición de ocupar la Casa de Nariño los próximos cuatro años. No parece una tarea sencilla.