Opinión | LA VENTANA LATINOAMERICANA

Colombia y el giro a la izquierda

Gustavo Petro.

Gustavo Petro. / EFE

Tras las elecciones parlamentarias del 13 de marzo, coincidentes con las primarias para elegir a los candidatos presidenciales de las tres coaliciones formadas ad hoc, parecería que las noticias que llegan de Colombia son algo contradictorias. De un lado están los que hablan de un avance espectacular de Gustavo Petro y de su Pacto Histórico. Del otro, quienes insisten en que pese a sus buenos resultados ni la izquierda tiene la mayoría parlamentaria para gobernar en caso de llegar a la Casa de Nariño ni, de momento, Petro tendría todos los votos, tanto para ganar en la primera vuelta, su máxima aspiración, como para poder ser elegido presidente en el definitivo balotaje.

En realidad, la contradicción es solo aparente, al ser ciertas ambas afirmaciones. De cara a valorar las distintas opciones ante las elecciones presidenciales del 29 de mayo, será necesario poner en perspectiva los resultados de los últimos comicios, donde, por cierto, el voto de castigo al gobierno pasó factura al uribista Centro Democrático. Si Petro fue el principal ganador de la jornada electoral, entre los dos mayores derrotados estuvo el expresidente Uribe, hasta ahora el gran factótum de la política colombiana. El otro fue Sergio Fajardo, candidato de la Coalición Centro Esperanza, pese a haberse impuesto entre los suyos.

La primera conclusión es que el Pacto Histórico es la primera minoría en el Senado y la segunda en la Cámara de Representantes, solo por detrás del Partido Liberal. Sin embargo, esos buenos resultados de la izquierda, junto a una destacada presencia de los partidos tradicionales (Liberal y Conservador), no impiden que el nuevo Congreso se caracterice por su fragmentación, o incluso por un leve sesgo hacia la derecha, de modo que, gane quien gane, la gobernabilidad del país se verá afectada. Ahí deberá emerger la cultura de la negociación y el pacto y habrá que ver las cualidades de cada uno en la materia.

La segunda, más importante que la anterior, es que pese al enorme caudal de votos de Petro, no bastan para imponerse en la primera vuelta. Le harían falta varios millones de sufragios más. A partir de aquí emerge uno de los mayores dilemas y desafíos que debe afrontar el ex alcalde de Bogotá: ¿cómo movilizar a su electorado? Y, más decisivo todavía, ¿cómo atraer a aquellos votantes más centrados que hasta ahora no lo apoyaban? Salvo catástrofe, es muy probable que pase a la segunda vuelta, pero eso por sí solo no basta para ser presidente.

De ahí su empeño en forjar una alianza con el Partido Liberal y su máximo dirigente, el expresidente César Gaviria. Esta le permitiría no solo lograr su máximo objetivo, sino también reforzar su posición en el Parlamento. Pero, no es tarea sencilla, porque en el liberalismo hay importantes sectores que desconfían de Petro, insistiendo en la larga lista de diferencias que los han opuesto en el pasado, como la estatización del sistema de pensiones o la subordinación del Banco Central. También, porque en el Pacto Histórico, y en los diversos movimientos de izquierda que lo apoyan, muchos rechazan estrechar vínculos con la “política tradicional”, definida claramente como corrupta y poco favorable al cambio.

Las últimas encuestas ya reflejan el impacto electoral, como muestra la realizada por CNC para El Tiempo y la revista Semana. Si bien Petro sigue en cabeza, con el 32%, la mayor sorpresa, aunque previsible, es el fuerte crecimiento de Federico Fico Gutiérrez, candidato de la coalición de centro derecha Equipo por Colombia, que del 4% de intención de voto de febrero pasó al 23% en marzo. De forma paralela, hay dos retrocesos marcados, el de Fajardo y el del “independiente” Rodolfo Hernández, la gran sorpresa de los meses pasados, que empatan con el 10% cada uno.

Cualquier error se pagará caro, especialmente si admitimos que muchos de los movimientos que se hagan para ganar votos por un lado pueden llevar a perderlos por el otro"

Mientras, Fajardo insiste en que es el único candidato capaz de imponerse a Petro, al estar Gutiérrez lastrado por su cercanía a Uribe (algo discutible según algunas fuentes). Pero, antes de poder afirmar nada, será importante conocer las fórmulas electorales (¿quiénes serán los candidatos a vicepresidente?) y las alianzas que unos y otros puedan armar. Petro, por ejemplo, deberá elegir entre sumar a Francia Márquez, militante ambientalista y feminista, o contar con un político más próximo al establishment pero que le facilite la conquista de un número mayor de votos.

Los próximos días o semanas serán decisivos para los principales contendientes. Cualquier error se pagará caro, especialmente si admitimos que muchos de los movimientos que se hagan para ganar votos por un lado pueden llevar a perderlos por el otro. Esto puede ocurrir, por ejemplo, con un apoyo muy claro de Uribe a Gutiérrez. De todos modos, el excesivo optimismo de algunos en torno al inevitable e irrefrenable triunfo de Petro (una pieza más del nuevo “giro a la izquierda”) debe ser confirmado en las urnas. Ahora bien, para poder vender su piel hay que cazar previamente al oso. Y este, por ahora, anda suelto en Colombia.