MUNDIAL 82

El "partido de la vergüenza" o cómo un amaño obligó a jugar todos los partidos a la vez

La última jornada de la fase de grupos del Mundial de España 1982 dejó una de las escenas más reprobables de la historia del fútbol

Alemania-Austria Mundial 82

Alemania-Austria Mundial 82 / FIFA

Andrea Vidal

Andrea Vidal

Este año se cumplieron 40 años de uno de los momentos más vergonzosos de la historia de los mundiales de fútbol, pero que cambió para siempre la organización de los mismos. En el Mundial de España 1982 se disputó el llamado "Partido de la Vergüenza", en el estadio de El Molinón, en Gijón, entre Austria y la República Federal de Alemania. Ambos países pertenecían al grupo 2, y la fase de grupos comenzó sorprendiendo a los espectadores con la victoria de Argelia frente a los alemanes por 2-1. Más tarde, en la segunda jornada, Alemania venció a Chile por 4-1 y Austria doblegó a Argelia con un 2-0.

Al llegar a la decisiva última jornada, las selecciones llegaban de la siguiente forma: Austria con 4 puntos, Argelia y Alemania Federal con 2 y Chile con 0. El primer partido que se disputó fue entre Chile y Argelia, siendo esta última la ganadora por 3-2. Al día siguiente se disputaría entre Alemania Federal y Austria el partido que decidiría qué dos equipos pasarían a la siguiente fase. Ante este escenario se abrían entonces tres posibilidades:

  • Si ganaba Austria, pasaban ellos y los argelinos
  • Si ganaba Alemania por dos o más goles de diferencia, pasaban ellos y los argelinos.
  • Si Alemania solo ganaba por un gol de diferencia, pasarían los dos equipos europeos.

El encuentro comenzó con total normalidad, ambos equipos peleaban por la victoria. El empuje de Alemania era notable y finalmente, Horst Hrubesch logró marcar un tanto en el minuto 10 del partido. El resultado que mostraba el marcador era la única posibilidad que permitía a ambos equipos continuar luchando por la copa.

A partir de ese momento, pareció acabar realmente el partido, pues durante los 80 minutos restantes el ritmo del juego decayó notablemente. Hasta que el árbitro pitó el final, lo único que los espectadores pudieron ver fue una sucesión de jugadas sin apenas riesgo y diálogos entre los jugadores de ambos equipos.

Ante la situación, el público que se encontraba en El Molinón, dándose cuenta de lo que estaba ocurriendo, comenzó a increpar a los jugadores por la falta de deportividad que estaban demostrando. Los aficionados, al grito de "¡Fuera, fuera!", y de "¡Argelia, Argelia!", incluso arrojaron billetes al campo y un comentarista alemán se negó a continuar con la retransmisión del encuentro, muy avergonzado por lo que estaba sucediendo.

Un aficionado argelino, vitoreado por el resto de los espectadores, trató de saltar al campo con una bandera del país africano. Años más tarde, Walter Schachner, jugador de la selección austriaca que participó en aquel partido, reconoció la colusión. "En el descanso hubo un acuerdo, pero yo no me enteré", trató de desdecirse tras el revuelo de sus primeras declaraciones. "Estaba desesperado en el campo. No hacían más que decirme: ‘No corras tanto’. Como no me enteraba de lo que estaba sucediendo, los compañeros dejaron de pasarme el balón”, afirmó.

Tras acabar el partido, el autobús en el que viajaban los alemanes de vuelta fue perseguido por los aficionados, que llegaron incluso a lanzarles huevos. Argelia, máximo afectado del amaño, reclamó ante la FIFA, pero el máximo organismo de futbol mundial no pudo hacer nada, pues no existía ninguna norma que impidiera lo que había ocurrido.

No obstante, las medidas llegaron en la siguiente edición de la Copa del mundo, México 1986. Se decidió que los partidos de las últimas jornadas de grupo se disputarían siempre a la misma hora, evitando así posibles trampas.

Los países protagonistas de este triste encuentro lo denominan "Pacto de no agresión de Gijón", pero para el resto del mundo se recuerda como "La vergüenza de Gijón" o "El partido de la vergüenza".