GUERRA

El infierno a las puertas del Donbás: así hostiga Rusia una ciudad clave para Ucrania

La estratégica ciudad de Bakhmut lleva tres meses sufriendo el hostigamiento de las fuerzas rusas, que necesitan una victoria que ofrecer

Ambulancia destruida en enfrente del hospital de Bakmut.

Ambulancia destruida en enfrente del hospital de Bakmut. / Ricardo García Vilanova

Alfred Hackensberg

La advertencia está escrita en letras negras en la pared de una casa en el centro de la ciudad de Bakhmut, una ciudad de la región del Donbás, en el este de Ucrania: "Encontraremos a todos los rusos y los mataremos". No solo en Bakhmut, estas palabras reflejan el estado de ánimo de la población ucraniana. Después de siete meses de guerra contra los invasores rusos, hay una gran ira en todo el país, entre los soldados, pero también entre la población civil.

La situación en torno a Bakhmut es particularmente mala. Las tropas rusas llevan tres meses hostigando a los 70.000 habitantes de la ciudad y los pueblos de los alrededores con misiles guiados, bombas y artillería. En septiembre los ataques volvieron a aumentar en intensidad. "Los rusos quieren tomar Bakhmut con todas sus fuerzas", dice Svetlana, oficial del prensa del Ejército ucraniano, quien, como todos los demás aquí, se guarda su verdadero nombre por razones de seguridad. "Después de Jarkov, necesitan absolutamente un éxito", añade otro oficial.

Por "Jarkov", el hombre, de 33 años, se refiere a la contraofensiva ultrarrápida de los ucranianos en el noreste, alrededor de la segunda ciudad más grande del país. Allí, a principios de septiembre, habían reconquistado más de 9.000 kilómetros cuadrados de territorio a los ocupantes rusos en tan solo unos días, y han estado avanzando desde entonces. Los soldados rusos también se vieron forzados a retirarse de Lyman, un importante nudo ferroviario, durante el fin de semana pasado.

Una suma de derrotas que aumentan la presión sobre las tropas de Vladimir Putin para que tengan un éxito absoluto en Bakhmut. La ciudad es la puerta de entrada al Donbás. Y el el presidente ruso ha hecho de la conquista de esta región el principal, si no el único, objetivo de su “operación especial” en Ucrania.

Explosiones cada segundo

Las explosiones truenan cada segundo en la localidad. El silbido de los morteros rusos y el posterior crujido metálico de sus impactos complementan el brutal ruido de fondo. Bakhmut es una ciudad en la primera línea del frente. Casi todas las tiendas están cerradas, apenas se ven peatones.

En cambio, los vehículos corren por las calles a gran velocidad. Las ambulancias avanzan con luces intermitentes y sirenas. Una se detiene brevemente en el centro para atender a un soldado herido. Tendido en el suelo, grita de dolor. Junto a él está su camarada, con la mano vendada y el uniforme ensangrentado:. "Hubo una explosión en nuestra posición", balbucea. "No sé más".

La oficial de prensa Svetlana deambula por un distrito en la parte occidental de la ciudad que, aunque no está directamente en la línea del frente, está siendo bombardeado constantemente. El barrio es uno de los típicos de la era soviética: edificios de hormigón de escaleras estrechas, pequeños apartamentos y sótanos destartalados con techos bajos.

En un patio, Julia, de 69 años, cocina el almuerzo en una chimenea para los 10 residentes que quedan en su bloque. Hace semanas que no hay gas. Después de una interrupción de 25 días, la administración de la ciudad solo pudo restablecer el suministro de agua y electricidad el día anterior.

Fricasé de pollo, papas y ensalada de col con tomates y pimientos rojos es el menú. En realidad, los residentes querían comer en un rincón protegido del edificio. "Después de todo, pasamos la mayor parte del tiempo en el sótano", dice Julia. Pero no hay tiempo ni de airearse. Dos morteros impactan detrás de la casa a intervalos cortos. "¿Ves el humo de allí?", pregunta Julia antes de llevar rápidamente la olla humeante y luego la sartén con pollo al sótano.

"Los rusos deberían irse, nadie los invitó", se queja Nina, su vecina de 75 años a la que le faltan casi todos los dientes. "No ha habido un día tranquilo en Bakhmut durante varias semanas", afirma Svelana.

Unidades de élite

Además, Moscú despliega aquí dos de sus unidades de élite. Los mercenarios del grupo Wagner atacan Bakhmut desde el norte. En el sur atacan las tropas chechenas de Ramzan Kadyrov, quien recientemente pidió a Vladimir Putin que recurra a las armas nucleares. Ambos grupos están muy bien equipados y entrenados, y son conocidos por su brutalidad. Se dice que los mercenarios de Wagner estuvieron involucrados en los crímenes de guerra en Bucha, a las afueras de Kiev. Y tambíén que los soldados de Kadyrov están ejecutando en masa a los soldados rusos que consideran "cobardes frente al enemigo". Se trata de informaciones que no se pueden confirmar.

"Todavía ganaremos", dice Svetlana, sonriendo con confianza: “En Bakhmut y en otros lugares.” "Los rusos eran superiores a nosotros cuantitativamente en términos de soldados y armas", admite la jefe de prensa , afirmando a continuación: “Pero están muy por detrás en términos de calidad, que los nuevos reclutas apenas entrenados ciertamente no cambiarán.”

La ayuda occidental es clave. En Bakhmut ya se utilizan cañones polacos, morteros y misiles antitanque estadounidenses, así como el Panzerhaubitze 2000 alemán. "Y hay más por llegar", dice Svetlana con confianza, en relación a los 18 nuevos lanzacohetes múltiples American Himars que están en camino a Ucrania.

Victor se sienta con su hijo Kyrill, de ocho años, en un banco bajo los árboles en el patio interior del complejo residencial. Podría ser una imagen idílica si no fuera por los fuertes golpes de los morteros rusos en el área. Pero el padre de familia de 60 años se mantiene tranquilo. "Todo está bien", dice y sonríe.

Pese a estar en primera línea del frente, Victor no quiere ni oír de abandonar su casa. Ni él ni el resto de sus vecinos que siguen en el edificio. "No sé a dónde ir", dice, acercándose a su hijo a él.

Miles de resistentes

Puede parece incomprensible que las familias se queden aquí, que los padres arriesguen la vida de sus hijos. Sin embargo, miles de personas resisten en las ciudades y pueblos de Donbás. "Solo piden ser evacuados en el último momento y en caso de enfermedad", dice Nicolay. "En su mayoría son personas mayores". Nicolay tiene 23 años y durante los tres últimos meses ha estado ayudando a sacar personas que no podrían escapar por sí mismas.

Hoy Nicolay, va a Soledar. La pequeña localidad de unos 10.000 habitantes se encuentra a unos 10 kilómetros al noreste de Bakhmut y lleva más de tres meses siendo atacada. Ya de camino, se aprecia que el punto es un lugar estratégicamente importante .A ambos lados de la carretera, a lo largo del río Bakhmutka, hay armas y soldados ucranianos. Su fuego es respondido inmediatamente por los rusos.

Dos granadas impactan a pocos metros de la carretera. Nicolay pisa el acelerador. “La velocidad ayuda”, dice, esquivando un enorme cráter dejado por un misil ruso. Casi todos los árboles a lo largo del camino fueron alcanzados por los bombardeos y están doblados sobre la maltrecha carretera.

La primera parada es una urbanización. "Tenemos tres minutos", dice Nicolay, recibiendo dos bolsas de plástico con motivos florales de colores brillantes. Poco después, 'Babuschka', o abuela, como la llama cariñosamente Nicolay, se sube a su coche. Se dirige hacia la segunda y última parada de la tarde. Un anciano delgado espera bajo los árboles, frente a una casa de campo.

Nicolay usa un chaleco antibalas y un casco al que tiene conectada una cámara go-pro. Publica videos de sus misiones en Internet, documentando así también las dos situaciones en las que casi muere. "Los rusos probablemente descubrieron la señal de mi teléfono y me dispararon", dice riendo. Uno no puede dejar de preguntarse de dónde saca su humor.

Con los vídeos consigue donaciones, que utiliza para comprar mantas y alimentos para los civiles. También recibe dinero para drones y miras telescópicas que dona a los militares.

El viaje de regreso transcurre sin incidentes, lo que para Nicolay es raro. Lleva a 'Babushka' y al caballero mayor y delgado a la iglesia evangélica en Kramatorsk. Allí les ofrecen los primeros cuidados y los llevan al tren del día siguiente, que los llevará a la seguridad del oeste de Ucrania.

Nicolay no tiene una relación especial con la iglesia evangélica. "Simplemente ayuda, mientras que otras organizaciones solo fingen", dice por la noche después de terminar el trabajo. En su teléfono, muestra las imágenes de los momentos calientes bajo el fuego ruso. "Oh, los rusos son simplemente estúpidos y locos", dice y se ríe de nuevo. "Qué miserable Ejército que no puede tomar ni siquiera un pequeño pueblo como Soledar en tres meses".