RUGBY

“Los jugadores de rugby hoy son autómatas y necesitamos gente que piense más”

Hugo Porta, Sean Fitzpatrick y Bryan Habana, tres leyendas del deporte oval presentes en los Premios Laureus, conversan con El Periódico de España sobre el presente y el futuro del deporte oval 

Laureus 1

Laureus 1 / Premios Laureus

Fermín de la Calle

Fermín de la Calle

El pasado domingo, horas antes de la disputa del Clásico futbolístico en el Santiago Bernabéu entre el Real Madrid y el Barcelona, se celebró en el Palacio de Cibeles una mesa redonda organizada durante la celebración de los Premios Laureus sobre el devenir del rugby actual en la que participaron tres leyendas del oval. Hugo Porta, Sean Fitzpatrick y Bryan Habana, protagonistas de la misma, departieron cordialmente minutos antes con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA sobre la deriva del rugby actual, con la irrupción de los países emergentes, de sus carreras y de la evolución física que está tomando el deporte oval tras la profesionalización.

El rugby como herramienta social

Bryan Habana comenzó recordando la importancia del rugby como herramienta de cambio social en su país: “En nuestro país aún hay un alto porcentaje de desigualdad y el rugby ha tenido un enorme impacto en la sociedad para integrar a toda los estratos y mejorar sus condiciones de vida. No hay en Sudáfrica un escenario más inspirador y del que hayan salido más jugadores que son ejemplo de esto que estamos hablando. Kolisi es un ejemplo y una inspiración para mucha gente en Sudáfrica. Es alguien que ha forjado su destino superando las barreras de un entorno complicado en el que se crió”.

Hugo Porta recogió el guante y recalcó que “el rugby tiene un rol social muy importante. En los clubes la gente trabaja dando su esfuerzo de forma gratuita. Eso es un acto de amor y el mundo necesita más actos de amor. Los Laureus son una forma de dar visibilidad a ese componente social. Los deportistas estamos en deuda con la sociedad porque nos permite crecer en armonía y con una buena salud. Y eso debemos devolvérselo”.

Briana Habana, ala de los Springboks

Briana Habana, ala de los Springboks / Premios Laureus

Habana retomó la palabra para explicar lo que significó el rugby en Sudáfrica y el Mundial de 1995: “Fue un año crítico, un punto de inflexión en la historia del rugby, pero mucho más aún en la de Sudáfrica. Fue la primera que el país se reunió en torno a un equipo y fue alrededor de los Springboks, que hasta entonces eran un equipo mirado con recelo por su fama segregacionista. De aquel hito nació una generación de jugadores como Makazole Mapimpi, que andaba diez kilómetros de su casa al colegio y otros diez de vuelta. O Lukhanyo Am, o Siya Kolisi, el primer capitán negro, con todo el significado que tiene eso. Aquel año empezamos a abrir la comunidad y eso ha conllevado una mejora de la enseñanza de todos, se empezaron a rebajar las desigualdades… Y eso lo consiguió Mandela con el rugby”.

El extalonador de los All Blacks, Sean Fitzpatrick, vivió en primera persona aquella final, que los kiwis perdieron, y recordaba perfectamente aquella tarde en Ellis Park: “Yo perdí aquella final de 1995 en Sudáfrica. En aquel momento estaba muy enfadado porque nunca he llevado bien perder. Pero con el paso del tiempo le fui dando la importancia que tenía a aquel partido que Mandela instrumentalizó para dar la vuelta a la historia de Sudáfrica. Aquella tarde el rugby hizo mucho por aquel país, por más que nosotros intentásemos arruinarles la final en su casa a los Springboks ¡Ja, ja, ja!”. Fitzpatrick, que lleva años trabajando con la Fundación de los Laureus en diversos programas sociales vinculados al rugby y a otros deportes, ponía el foco lo que se está haciendo con la complicidad de un balón oval en las manos: “Laureus celebra en Madrid su 24ª edición generando un espacio muy necesario para el deporte y especialmente para la Fundación, que tiene más de 300 programas activados y muchos tienen que ver con el rugby”.

Porta devolvía al césped la charla con una reflexión que no dejó a nadie indiferente: “El rugby es un deporte que debe promover el pensamiento, que nos enseña a tomar decisiones en los momentos importantes. Y eso se está perdiendo en un porcentaje porque se ejecuta la orden de juego sin leer lo que se tiene delante. Los jugadores de rugby hoy son autómatas y necesitamos gente que piense más”.

El crecimiento del rugby

Preguntado por el crecimiento del rugby en las naciones del Tier 2 y el Tier 3 y la apuesta de World Rugby, el argentino realizó un razonamiento tan descarnado como irrebatible: “Seguro que la gente de WR quiere ingresar más dinero. Y la ecuación es sencilla: cuantos más mercados abran, el rugby llegará a más gente. Cuando el rugby pasa ser un negocio hay que ir por nuevos mercados. Lo hemos visto con los Juegos Olímpicos, con el rugby femenino, con el 7… Vemos a Sudáfrica jugando con los países europeos, y ahí Argentina tiene un problema porque su franja horaria es complicada, por eso se acerca a Estados Unidos”. Un crecimiento que Habana quiso matizar: “World Rugby mantiene una clara apuesta por el crecimiento del rugby, como decía Hugo, pero para mí la clave es que ese crecimiento sea sostenible. Está bien que crezcan países como Georgia, Fiyi o Japón, a los que ya vemos competir con las grandes selecciones. Pero debe haber un desarrollo local detrás para poder ser competitivos en las nuevas competiciones globales. Crecer sí, pero no a cualquier precio”.

La conversación saltó entonces a la llegada de las Series Mundiales de Rugby 7 a Madrid a finales del próximo mes. Para Fitzpatrick, “el 7 es una buena noticia para el rugby porque le da más visibilidad global, ya que es más fácil de seguir y de jugarlo. No hace falta haber jugado al rugby XV para ver un partido de 7 y eso lo hace más accesible. Es más sencillo para los no entendidos y trae más dinero para el crecimiento. Madrid será un gran anfitrión, como lo es siempre en el mundo del deporte”. Habana respalda el argumento del kiwi: “La atmósfera de los torneos de 7 es increíble. 20 nacionalidades en chicos y chicas, un ambiente insuperable, más visibilidad y una oportunidad enorme de crecimiento”.

En ese escenario de crecimiento apareció, como no podía ser de otra forma, la situación del rugby español. Porta, que la conoce bien, fue claro en su diagnóstico: “España tiene un gran desafío con su reconstrucción, pero lo más importante es que debe hacerlo siendo fiel a la identidad de los españoles con chicos de su país. Necesitan refundarse respetando su identidad cultural, lo que hace que la gente lo reconozca como propio: los jugadores, los clubes, los aficionados… Si no, no vale para nada”. Palabras que ratificó Fitzpatrick: “Si no respetas tu identidad, no hay futuro”. A lo que Hugo apostilló: “El rugby en Argentina creció como deporte local. Creo que España para lograr esto tiene que tener una base de jugadores españoles porque el deporte es un reflejo de la cultura de un país. Argentina nunca va a jugar como juegan los All Blacks ni España lo va a hacer como Sudáfrica. Hoy parece que el rugby a nivel mundial quiere que todos jueguen igual. Hemos perdido la magia de los fijianos al 7, la alegría de esos tipos jugando al rugby. Hay que recuperarla y conservar eso”.

Hugo Porta, histórico apertura de los Pumas, durante los Premios Laureus

Hugo Porta, histórico apertura de los Pumas, durante los Premios Laureus / Premios Laureus

El factor físico vs el talento

Habana introducía un nuevo elemento en la conversación al hablar del crecimiento físico y las lesiones: “El rugby es un deporte de contacto, pero hay que trabajar mucho todo lo que rodea a eso. Porque el desarrollo físico genera más riesgos de lesiones y hay que priorizar la salud del jugador. Es un tema muy sensible y debe haber trabajo y discusión sobre ello porque está en juego el futuro del rugby”. Le respondía Porta: “Cuando los deportes se hacen populares, pierden en muchas ocasiones su esencia. Al rugby le está pasando y debe proteger los valores del juego porque si no dejará de ser lo que siempre ha sido. Como dice Bryan, ha pasado a ser un deporte eminentemente físico, y no estoy de acuerdo con eso. Físico es el boxeo, el rugby es de contacto y como tal debe haberlo, pero también debemos proteger los espacios para la toma de iniciativas y el desarrollo del talento. Porque en el rugby el que desequilibra y le aporta un valor añadido es el talentoso, no el más físico. El rugby es un deporte de pelota, como el fútbol, donde hay que jugar a los espacios, hay que tener lugar para que los jugadores desarrollen talento y hoy parecería que no es así”.

El argentino elevaba su análisis a la generalidad del deporte: “¿Para qué hacemos deporte? El tenis se juega con una red de por medio y sin tocarse y están todos lesionados. Los jugadores de rugby, un deporte de contacto, con 22 o 23 años han sufrido una o dos operaciones de articulaciones… ¿Para qué hacemos deporte? El deporte es el lugar donde podemos transmitir cosas importantes, muy importantes. Como decía antes, uno que hace deporte crece en forma armónica porque desarrolla la mente y el cuerpo. Y también es bueno para los Gobiernos, porque si la gente está haciendo deporte se pueden ahorrar plata en los sistemas de salud. La sociedad se debe esta discusión. No creo que pase, porque hay otros intereses, pero dejo ahí ese planteamiento. El rugby nació porque Inglaterra necesitaba gente que en las colonias pensasen de la misma forma y fuesen gente ruda y de trabajo. En los clubes el objetivo siempre ha sido estar controlado, con amigos, que tu padre te deje allí y sepa con quién estás. No se trata de producir Pumas y Leonas o fabricar estrellas. Va de lo otro”.

A su lado Fitzpatrick asentía con la cabeza y se sumaba a la reflexión de su amigo Hugo añadiendo que “tenemos demasiadas 'súperestrellas' y el rugby es un deporte de equipo. Para mi Antoine Dupont es el mejor jugador del mundo y no hacen falta más referentes. El resto debe saber que en el rugby cada uno tiene un rol, un cometido y debe hacerlo. Se trata de hacer tu trabajo y de divertirse”.

Porta sostenía que “la comunicación ha cambiado el rugby. Los jugadores de hoy tienen mucha más información de lo que teníamos antes. Por eso hay entrenadores que me dicen que no están capacitados para entrenar a un Sub-16 y yo les digo ‘Un menor de 16 años lo que necesita es contención, alguien que le transmita valores y le enseñe que hay que pasar la pelota para atrás y divertirse. El rugby lo están haciendo híbrido y están transformando cosas del juego por el reglamento y, en mayor medida, por la televisión. Hay dos caminos en el rugby, el amateur y el profesional. Los dos son buenos, pero creo que el rugby siempre fue un espacio para todos. Seas alto, bajo, delgado, gordo, lento o rápido. Es un lugar en el que debemos dar espacio al talento, al que tenga cada persona y que pueda beneficiar al equipo. En un equipo de rugby no hay estrellas, hay buenos jugadores y buenos compañeros”.

Habana recalcaba la importancia de “mantener los valores por encima de ese profesionalismo que estandariza todos los deportes. El rugby es lo que es por la forma en que tiende lazos inquebrantables entre quienes lo practicamos. Y eso, unido a la identidad cultural de los equipos en el césped, como decía el maestro (por Porta), es lo que debemos preservar por encima de la competitividad o la exigencia física. Ahí está el margen que desequilibra los partidos, cuando te puedes expresar con la pelota en las manos y ser tú mismo”.

El ala de los Springboks confesaba que tiene un momento grabado en su memoria, “y no fue el día que ganamos el Mundial, que también. Recuerdo por encima de todo el día que debuté con la selección con 21 años en Twickenham. La primera pelota que toqué la acabé posando en la zona de ensayo. Nunca he olvidado ese momento. Pensé en toda la gente que había hecho algún sacrificio, por muy pequeño que fuese, para que yo hubiese llegado hasta esa zona de ensayo de Twickenham en ese momento. Nunca he tenido una sensación igual. Ni aún siendo campeón del mundo, que también me llenó, obviamente, de orgullo”.

Concluía Hugo añadiendo otra vivencia personal a ese respecto: “Cuando me fui a jugar a Sudáfrica me nombraron embajador argentino en tierras bokkes para restablecer las relaciones diplomáticas entre Argentina y Sudáfrica. Conocí a Mandela y creo que aquella experiencia es la más importante que he vivido, tanto yo como mi familia. Tengo 72 años y allí aprendí que a tu país no lo representas cuando te pones la camiseta solo, lo representas 24 horas al día. A tu país, a tu club, al rugby…”.

Y así terminaba una conversación deliciosa entre mitos del rugby que entre risas, complicidades y reflexiones de enorme valor sobre el deporte oval actual y la deriva que tiene. Finalizada la cual Hugo Porta, amante también del fútbol, comenzaba las averiguaciones para ver dónde verían el Clásico, debatiéndose entre acudir al Santiago Bernabéu o a casa de unos amigos "para disfrutar del partido tomando unas cervezas".