RESPÓNDAME

José Luis Berlanga: "Me preguntan mucho qué haría mi padre hoy en día. No tengo ni idea"

José Luis Berlanga, dueño del restaurante Berlanga (Madrid)

José Luis Berlanga, dueño del restaurante Berlanga (Madrid) / CEDIDA

Durante la pandemia decidió aparcar sus cuarenta años de cine, televisión y publicidad y poner un restaurante de arroces con el apellido familiar, Berlanga. Recibe con delantal de chef, explicitando que está a los fogones como antes a las películas. Habla de su padre, Luis García Berlanga, diciendo que era un visionario. Y es difícil no darle la razón.

-Presume de los secretos de la auténtica paella valenciana. ¿Secretos? ¿Pero no está ya todo inventado?

La paella no tiene secretos, al revés. Lo que hay que hacer es quitarse el miedo. No tiene más secreto que hacerla con cariño. Y un buen arroz. Yo lo traigo de La Albufera, variedad Albufera. Si no, con el bomba salen bastante bien.

-¿Se puede deconstruir una paella?

Estoy seguro. Pero la gente cuando quiere comerse una, quiere una paella, un arroz clásico.

-¿A la paella se le puede aplicar la Inteligencia Artificial?

Para escribir la receta, probablemente [ríe].

-Cuarenta años de cine, televisión y publicidad. Ayudante de dirección con su padre. ¿Qué le da el arroz que no le dé el cine?

Cocinar me da mucha satisfacción, me ha gustado mucho toda la vida. Aquí no solo hay arroces, hay recetas mías muy buenas. El steak tartar ha quedado seleccionado entre los cinco mejores de España. Y el cine me sigue gustando mucho. Lo que pasa es que cada vez es más difícil hacerlo.

Las películas de mi padre son absolutamente vigentes y muy entretenidas"

-Este año es el 60 aniversario de El Verdugo; y el 70 de Bienvenido, Mister Marshall, dos películas icónicas de su padre. ¿No parecen en muchas cosas de hoy mismo?

Me preguntan mucho qué haría mi padre hoy en día. No tengo ni idea. Las películas de mi padre son absolutamente vigentes y muy entretenidas. Y Plácido… La letra de cambio ya no existirá, pero los plazos siguen existiendo, la gente sigue hipotecada, con riesgo de embargo, la lucha por llegar a fin de mes es exactamente la misma, como las mismas campañas de falsa caridad…

-¿Y lo de Americanos, os recibimos con alegría…?

Sí. No tienes más que ver que hace poco ha habido aquí en España un foro de fondos de inversión para atraer inversiones.

-O las aspiraciones del ferrocarril, “tan necesario para este noble pueblo”. El ficticio Villar del Río podría estar hoy en Almería o en Extremadura.

En Extremadura fíjate lo mal que lo pasan. El ferrocarril fue el transporte del futuro en el siglo XIX, cambó absolutamente el sentido del comercio. Permitió que las vacas de Texas se vendieran en Chicago. Y ahora vuelve a ser el transporte del futuro, porque es mucho más ecológico y menos contaminante.

Afortunadamente en Europa ya no tenemos pena de muerte. ¿Pero verdugos hoy en día? Son implacables: los bancos, los seguros. Y Hacienda"

-¿Hay hoy mucho verdugo, aunque sea más refinado?

Afortunadamente en Europa ya no tenemos pena de muerte. ¿Pero verdugos hoy en día? Son implacables: los bancos, los seguros. Y Hacienda.

-En la pandemia se acordó de los fogones de su madre y orilló el oficio de su padre. Entre arroces y películas, ¿pudo más el Edipo?

Nada que ver el Edipo, creo que no [ríe]. Dejé el cine cuando tenía 65 años, hace tres, porque cada vez es más difícil. Con el último proyecto que escribí estuve cinco años perdiendo dinero y luego no me salió. Y los retornos no son tantos. Mis amigos llevaban años diciéndome que hiciéramos un restaurante de arroces, y yo me resistía. Pero me dije: Menos mal que sé cocinar.

-Su restaurante se anuncia como “Arroces de cine”. Un poco fácil, ¿no?

Es facilón, pero efectivo. Se usó hace tiempo y se quedó en algún sitio. Y sobre todo en la Prensa lo dicen mucho.

-Quiso organizar en su restaurante una tertulia, Los pactos del Berlanga. No me diga que tiene a Sánchez y a Feijóo en la trastienda.

Lo hacemos esporádicamente, y no con políticos, sino con intelectuales, artistas…

-¿Gente seria, quiere decir?

Sí. ir sembrando la idea de que hay una posibilidad de entenderse. Tiene repercusión luego, aunque a los políticos me parece que les da igual. entenderse.

Hay más humor, o más posibilidades de hacer humor en la política"

-¿Dónde hay más humor: en la banca, en la política, en la judicatura?

Hay más humor, o más posibilidades de hacer humor en la política. Solamente imaginar una reunión de los pactos de los últimos tiempos ya puedes hacer unos personajes…

-¿Cuántos libros de la biblioteca erótica de su padre se leyó?

A Sade, y poco. En casa del herrero, cuchillo de palo. Pertenezco a una generación en la que fuimos muy libres, en los Setenta, Ochenta. El entorno en el que yo me movía fue ya de mucha libertad sexual. La literatura erótica en la época de mi padre le servía para soñar, para llegar a cosas que a lo mejor no estaban en la vida. Y de hecho esos libros de mi padre, más de 3.000, interesaron muy poco. Al final se los quedó un suizo.

-Quiere decir que a usted Sade no tenía nada que enseñarle.

Hombre, Sade me gusta por subversivo, pero enseñar, no. Pero lo leí con dieciocho años y tengo 68.

-¿Cuando viene a su restaurante gente de cierto relumbrón suele pegar la oreja?

Yo estoy en la cocina. Pero luego salgo y pregunto. Y si hay alguna mesa que me interesa, o si a ellos les apetece que me siente, hago un poco de tertulia. Sobre todo si son mi gente, del mundo del cine y del espectáculo, que vienen mucho.

-La gente de la política le interesa menos.

Los saludo, me gustaría hablar con ellos. Pero es que tener una conversación franca con un político me parece que no… Ni off the record se prestan a ello.

-¿Está pergeñando alguna novedad en los fogones?

Un arroz de níscalos y pato, una paella para el otoño. A ver si llueve, para que haya níscalos.

-¿El cine es ya para usted algo del pasado?

[Ríe] Eso nunca se sabe.